Cap. 25

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Narrador omnisciente:

El sol se colaba entre las cortinas del cuarto despertando lentamente a Raquel, la cual sentía que su cama era más pequeña que de costumbre pues se encontraba al borde a punto de caerse, se giró observando a la araña, la cual ocupaba tres cuartas partes de la cama mientras Fat Nuggets descansaba en su pecho.

-Por Dios, Ángel, déjame un poco de espacio- gruñó empujándolo para seguir durmiendo, se habían quedado hablando durante gran parte de la noche y al final cayeron dormidos en algún punto de la conversación- ¿Cómo puedes ser tan delgado y ocupar tanto?- se tapó de nuevo con la manta mientras se hacía hueco.

Habían pasado varios días desde que se había convertido en tradición el ver películas antes de dormir en el cuarto de la serafina y en muchas ocasiones esto desembocaba en que se quedasen dormidos a mitad de visualización o tras una de las largas charlas que mantenían.

-Deja de quejarte Raquel- dijo mientras seguía medio dormido- a muchos les gustaría estar así conmigo- hasta en ese estado tenía que hacer comentarios del estilo, ella solo le empujó esperando que se apartase un poco, pero se pasó y la araña cayó- ya te vale... Eso está feo- la serafina se asomó mientras disimulaba la risa que le producía la situación, Fat Nuggets miraba hacia su dueño con ojos adormilados mientras trataba de comprender cómo había acabado en el suelo.

-Perdón, me he pasado- se rio y vio como este se ponía de pie- ¿te vas ya?- él asintió señalando el reloj de pared que tenían al lado.

-Sí, mira la hora, se ha hecho tarde- eran cerca de las 10:30 de la mañana y mientras que ella estaba completamente libre, Ángel tenía un rodaje al que acudir- además, de repente no me siento muy bienvenido en esta habitación- bromeó mientras la serafina le miraba aún desde la cama.

-Que te vaya bien en el trabajo- le sonrió mientras volvía a acurrucarse entre las sábanas esperando poder dormir un poco más.

-Emmmm... Raquel, ¿Has pedido algo a domicilio?- oyó a su amigo desde la entrada, ella negó mientras lo miraba ya acurrucada en la cama, la puerta le impedía ver a que se refería, lo vio agacharse y coger algo del suelo, volvió a entrar con una caja marrón entre las manos- entonces no entiendo nada.

La dejó en la mesa y Raquel se levantó curiosa para acercarse a ver que era, la caja no era demasiado grande, un poco más que una de zapatos, completamente marrón y cerrada con una cinta negra; no tenía nada escrito, ni una dirección ni un destinatario pero había aparecido en su puerta por lo que se entendía que era para ella. Se acercó un poco más y vio unos pequeños agujeros en la tapa, esto era demasiado raro.

-No será una bomba o algo así, ¿verdad?- preguntó ella y Ángel se resguardó detrás de ella al escuchar que unos sonidos salían del paquete, ella lo miró- como se nota que eres el valiente de los dos.

-Cállate, imagínate que explota o algo y me destroza la cara, perdería mi trabajo.

-Cariño, tus seguidores no se fijan en tu cara precisamente- él le dio un pequeño empujón hacia el paquete, del cual empezaban a salir una serie de ruidos extraños- vale vale, lo abro- quitó parte de la cinta con cuidado mientras trataba de mirar el interior.

Separó lentamente la tapa con cuidado por si había algo no deseado dentro pero una sacudida hizo que la soltara y esta cayese al suelo, ambos se asomaron para ver lo que se escondía dentro y vieron una bola de pelo en una esquina, unos grandes ojos amarillos enmarcaban una cara blanca con manchas negras. No era demasiado grande y miraba a su alrededor con miedo.

-No puede ser verdad- dijo Ángel mientras metía la mano para sacarlo a lo que se llevó un arañazo por parte del gato- mierda.

-Pero... ¿Cómo ha llegado a mi puerta?- la serafina lo observaba atentamente mientras se debatía si intentar meter la mano o se quedaba donde estaba.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora