Cap. 33

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Narra Raquel:

Los días pasaron deprisa, Sir Pentious me perseguía por todo el hotel en un intento de captar mi atención, por lo que en cuento podía me escabullía con cualquiera que me pudiese alejar de sus interminables conversaciones, no era una mala persona pero su intensidad podía acabar hasta con el último de mis nervios así que antes de decir algo de lo que me pudiese arrepentir, prefería huir y evitarlo.

En estos momentos ya era tarde, casi de madrugada, me encontraba en la barra con Husk mientras bebía una de esas copas que había traído del círculo de la Gula, me había dejado la botella cerca y la imagen de una especie de loba con alas de insecto predominaba en la etiqueta.

-Realmente el curro este no está mal- me contaba mientras limpiaba las copas sucias que habían dejado Ángel y Charlie antes- casi no tengo que trabajar porque apenas sois 10 personas y dispongo de todo el alcohol que desee.

-No está nada mal- repetí mientras me apoyaba en la barra- ¿pero no te has planteado hacer nada más además de encargarte de la barra del hotel?

-He tenido grandes aspiraciones pequeña- me resultaba curioso que me llamase pequeña cuando era apenas un poco más alto que yo, descontando las orejas, obviamente- pero cuando entras en el juego y pasas de apostar riquezas a cosas más importantes, puedes llegar a perderlo todo como me pasó a mí- quería preguntar a qué se refería pero por su cara entendí que no era un tema agradable para él por lo que decidí dejarlo para más adelante.

-Te entiendo- él se dio la vuelta un momento mientras dejaba las copas en su lugar antes de tomar asiento frente a mí y agarrar su mítica botella verde- yo tenía aspiraciones allí arriba, era una de las encargadas de dirigir el consejo angelical junto con Emily y Sera, pero todo se torció cuando metí las narices donde no debía.

-Los ángeles no son de fiar- levanté una ceja mientras me sentía un poco insultada- venga Raquel, tú eres más una demonio que una ángel a estas alturas, no engañas a nadie- solté un gruñido.

-Que yo sepa, aún no he cambiado como debería haberlo hecho si eso fuese cierto- había hablado con Lucifer unos días antes, el cual me contó que cuando un ángel se separaba por completo del camino del Cielo desarrollaba algo similar a una forma infernal para adaptarse a su nuevo plano, es por eso que aunque no perdía las alas, pasaba a tener cuernos, cola y los ojos rojos, este último era permanente por lo que el hecho de que aún tuviese mi color habitual mostraba que seguía sin apartarme de la rectitud angelical.

-No todos los cambios son físicos- dio un largo trago y me miró de arriba a abajo- pero allá tú.

Sentía curiosidad por esos cambios de los que todos a mi alrededor hablaban, si bien yo me sentía la misma de siempre, desde hacía unos meses todos me habían mencionado lo cambiada y diferente que era en comparación con la serafina que había llegado al hotel, empezó Alastor indicando que ya no podía pertenecer al Cielo, después tanto Ángel como Charlie me habían mencionado en diversas ocasiones lo abierta y distinta que me encontraban, sin embargo por mucho que me observase, no llegaba a captar esos cambios... Ahora Husk también, me sentía tonta por no llegar a la conclusión a la que todo mi entorno había llegado.

-¿Pero qué cambios?- traté de que me explicase, sin embargo solo levantó una ceja y lanzó la botella ya vacía a la basura.

-No sé, solo cambios- para variar Husk era tan concreto como siempre, suspiré dándome cuenta que de todas las posibilidades que tenía para interrogar, con él sería del que menos información sacaría, por lo que dejé el tema a un lado a la espera de que mañana pudiese preguntar a la araña, nos quedamos unos minutos en silencio cada uno ensimismado en sus pensamientos- ¿quieres saber algo que encuentro gracioso?- su cara se iluminó como si hubiese recordado algo de repente, me incliné en la barra esperando que continuase con la pregunta que le había hecho antes.

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora