Cap. 9

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Narra Raquel:

La sala no era demasiado grande, apenas un cuarto con una gran mesa llena de botones, un perchero y una silla en medio, las paredes estaban hechas de madera algo desgastada y en el suelo había una gran alfombra roja que cubría toda la estancia, grandes ventanales rodeaban toda la habitación permitiendo una vista panorámica de la ciudad y las afueras a la vez. Me quedé en el centro de la habitación esperando a que Alastor subiese detrás de mí, pero apareció por sorpresa a mi lado cerrando la trampilla de nuevo con un movimiento de bastón.

-¿Y bien?- preguntó con ese tono radiofónico que tenía siempre- ¿Qué te parece mi pequeño escondite?

-Me gusta mucho- le sonreí- sobre todo los ventanales, tienes una vista genial de toda la ciudad- me asomé y noté como él se posicionó a mi lado, estábamos apenas a menos de medio metro de distancia y notaba el calor de su cuerpo en contraste con el frío de su aura, era una sensación extraña pero nada desagradable.

-Un buen locutor debe tener la capacidad de ver todo lo que pasa a su alrededor para poder juzgarlo de la mejor forma posible- lo miré mientras me apoyaba en el cristal.

-¿Entonces eso es lo que haces por la radio? ¿Das las noticias?- él rio.

-No querida, no soy  de ese tipo de locutores... Me dedico a retransmitir...- titubeó dubitativo como si intentase escoger de forma adecuada sus palabras- digamos que transmito las voces de los Overlords caídos...- le sonreí.

-¿Como un médium?- él se encogió de hombros.

-Dejémoslo en que soy un altavoz para ellos- su sonrisa me indicaba que no me estaba contando toda la verdad respecto al tema, pero no quise indagar, era la primera vez desde que había llegado en la que Alastor y yo compartíamos una conversación de más de 5 minutos y para mí era un logro.

-¿Y la mesa esa?- le señalé la otra parte del cuarto donde tenía una gran mesa llena de cables y botones.

-Es donde realizo las retransmisiones- se separó de mí para acercarse al lugar al que nos referíamos y automáticamente sentí la ausencia de su cercanía, vi como colocaba una silla al lado suyo pero no se sentaba, sino que estaba inclinado tocando algunos botones, me acerqué lentamente sin querer molestar y me señaló el asiento- creo que estarás más cómoda sentada, querida- me sonrojé ante el detalle y me sentí un poco mal por haberlo prejuzgado la primera vez que lo vi el día que llegué al hotel, lo había juzgado en base a unos prejuicios que habían quedado desfasados; me senté mientras él seguía toquiteando algunos cables y agarrando un micrófono- mira, en esta mesa es donde sucede la magia, con esto conecto con todos los altavoces de la ciudad y así...- siguió explicándome todas las características de su "mezcladora de audio" como él la llamó, a su vez me iba dejando toquitear algunos botones o subir y bajar el volumen- pero la clave de la radio no está en la tecnología, querida, sino en la voz, un buen locutor debe tener una buena voz que capte a los oyentes, si no, no triunfarás nunca.

-Claro- asentí mientras él se apoyaba en el bastón y me miraba fijamente sin añadir nada más respecto a su oficio- ¿Qué pasa?- pregunté tras unos segundos en los que él solamente me miraba sonriendo sin articular ninguna palabra.

-Ahora seamos sinceros el uno con el otro ¿Vale pequeña ángel? ¿Se puede saber por qué se te ha ocurrido hoy subir a mi estudio de radio?- yo me congelé.

-Te lo he dicho, no tenía nada que hacer y quería verlo- en el fondo era la verdad.

-¿En un hotel tan grande como este? ¿Lo mejor que se te ha ocurrido es subir a escucharme hablar de la radio? Me siento halagado pero no sé si me lo creo- yo me encogí de hombros- ¿No hay otro motivo por el que hayas querido subir? ¿Aceptar mi trato por ejemplo?

La serafina (Alastor y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora