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Un día antes de regresar a clases pasó algo que hizo que Minji realmente se sintiera completamente feliz, bueno, más de lo que ya era.

Por obvias razones, su hermano debía de regresar a Nueva York para continuar con sus estudios, así que aquel último día él le dijo que le tenía una sorpresa, y como ella se encontraba fuera de casa en aquel momento le dijo que llegaría temprano.

Pero no contaba con que alguien se había adelantado demasiado y llegó antes que ella.

Minji llegó a casa nerviosa, pues después de la sorpresa tendrían que ir a dejar a su hermano al aeropuerto, algo de lo cual no era fanática, así que con un poco de miedo ingresó a la casa, observando a su hermano, el cual se encontraba sentado en el sofá con la computadora en sus piernas.

-Minnie, regresaste.

Ella asintió levemente.- Dijiste que querías que llegara lo más rápido posible, ¿qué pasa?.

Señaló la parte de arriba con una sonrisa.- Hay una sorpresa para ti allá arriba, en tu cuarto.

-No es ninguna broma, ¿verdad?.

El hombre negó riendo.- te va a gustar, ve rápido.

Y con el alma entre sus manos fue directamente a su habitación, abriendo la puerta rápidamente, y al ver a lo que se refería su hermano se quedó congelada.

Su habitación se encontraba decorada con pétalos de rosa por toda su cama, había globos en el techo de su cuarto, y globos con letras que decían, "¿puedo ser tu novio?".

Paul se encontraba en medio de la habitación con un ramo medio grande de rosas blancas, mirando a la joven que se encontraba de pie en la puerta aún envuelta en un pequeño estado de shock.

El moreno comenzó a hablar antes de que ella dijera una palabra.- Minji, llevamos meses conociéndonos, y realmente estoy tan nervioso en este momento que se me olvidó todo lo que iba a decirte, así que tendré que improvisar.

>>Desde aquel día en el que te vi en el taller pensé "que chica tan linda" y fui insistente con Sam para que te pidiera tu número por mi, lo sé, que patético, pero bueno, cuando aceptaste mi salida aquel diecisiete de Mayo fui la persona más feliz que pudo existir en este mundo, comenzamos a hablar y a conocernos de una mejor manera, y cada vez que nos vemos mi corazón late al mil por hora y creo que eso no es normal, pronto me dará una taquicardia si sigo así.

-El punto de esto no es eso, no. Lo que quiero decirte.- se acercó a ella lentamente, hasta quedar a centímetros de su rostro.- tal vez no soy un novio que tenga buen rostro, tal vez no tendré una buena relación con mi familia, y si, tampoco soy el hombre perfecto, pero en este tiempo que llevo conociéndote y tú conociéndome a mí me di cuenta que no quiero a nadie más en mi vida que no seas tú, por qué tú, Jeon Minji, me escogiste a mí y no me juzgaste desde un inicio, eres la chica más linda, más maravillosa y más bondadosa que existe en esta jodida tierra.

-Y por eso hoy aquí, y con el permiso de tu hermano y de tu padre, quiero hacerte la mujer más feliz del mundo, quiero amarte y valorarte hasta que me vuelva uña arrugada pasa, Jeon Minji, ¿me darías el honor de poder ser tu novio?.

A ese punto, la joven de cabellera negra ya se encontraba solllozando sin parar, con una mano cubriendo su boca y con la otra tomando la mano del joven que se encontraba frente a ella.

-Si Paul, si quiero ser tu novia.

Y aquello fue luz verde para Paul, la tomó con delicadeza de la cintura, acercándola a él, se inclinó levemente y por fin plantó un beso en aquellos abultados labios, un beso pequeño, pero lleno de tantas emociones que se pudieron encontrar unas a otras.

Jungkook estaba a moco y llanto, mirando a la nueva pareja frente a él.- Oh por dios, mi bebé ya no es una bebé.

Paul rió sobre los labios de su ahora novia, llevando la vista a sus ojos.- Creo que tu hermano se puso sentimental.

-Un poco tal vez.- Minji mordió su labio con nerviosismo, mirando al moreno con una sonrisa enorme.

-Bueno, ya, mucho amor por hoy. Hay que darle la noticia a Charlie.

-Ya lo sabe.

Minji elevó una ceja, interrogándolo.- Les pedí permiso para estar contigo, no seas juzgona.

-Tonto.- rió con el.

-Pero este tonto te quiere demasiado.

-Oow, mi tonto hermoso.

-Iugh, dejen sus cursilerías para después, me dan asco.

-Envidioso.

-¿Envidia de qué reina?.

-Idiota.

-Tonta.

Y ahí comenzó una pequeña discusión divertida por ver quién insultaba más, algo que a Paul le dio demasiada risa.

𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐒 ¦ 𝐏𝐀𝐔𝐋 𝐋𝐀𝐇𝐎𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora