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Minji realmente quería desaparecer aquel día.
Los meses pasaron rápido, y ahora ella estaba esperando la llegada de Charlie junto a su hija, Isabella.

Realmente no sabía como describirlo, ¿estaba nerviosa? ¿molesta? ¿o celosa?, eran sentimientos encontrados, puesto que a ella jamás le había ocurrido eso, pensaba que tal vez se quedaría sin la atención de su padre, ya no sería su niñita, ya que ahora debía compartir con ella, aunque no le gustase eso.

Alejó esos malos pensamientos de ella, después de todo, Isabella era su hermana mayor.

Miró sus temblorosas manos, y justo cuando tomó sus pastillas para la ansiedad escuchó la patrulla de su padre estacionándose, dando indicio a que habían llegado, dejó todo de lado, alisó su sueter y salió de la casa, se quedó ahí, de pie, esperando a que la chica se acercara.

Cuando la mirada de Isabella tomó por sorpresa a la más joven, se pudo ver reflejada cierta sorpresa y a la vez confusión. Minji se acercó levemente, Charlie sonrió al mirarla.— Bella, te presento a Minji.

—Ah, si, es un gusto conocerte.— habló con cierto todo incómodo en ella.

Minji suspiró y le dio una sonrisa.— El gusto es mío, Isabella, espero que te sientas bienvenida en nuestra casa.

—Vamos Bella, te llevaré a tu habitación.

—Deja te ayudo con eso.— habló la menor tomando la mochila de la mayor, ella agradeció y subieron a la planta alta.

—Bueno, ésta es tu habitación.— mostró una habitación decorada en un tono morado pastel, los muebles eran de color blanco, contrastando con la decoración.— la pintura y decoración fueron hechas por Minji, yo ayudé en lo que pude.

—No dejé que Charlie escogiera las sábanas de tu cama, tiene realmente un mal gusto.— observó el rostro de la mayor, y aquel brillo en sus ojos la dejó satisfecha.

—Es muy linda, muchas gracias.

—Si después quieres darle tu toque no dudes en decirme, podríamos ir juntas a Port Ángeles a comprar cosas para que te adaptes.

Bella por primera vez le dio una sonrisa sincera.— Eso me agradaría mucho.

—Bien, te dejaremos para que puedas instalarte a tu comodidad, cualquier cosa, mi puerta es la de en frente.— señaló con una sonrisa para así irse a su habitación y cerrar la puerta levemente.

Dejó salir un suspiro que tenía reprimido, rápidamente se tomó sus pastillas y se tiró en su cama, no sin antes tomar sus audífonos y colocárselos, escogió su canción favorita, Monsters de Ruelle, y así tomó su libro para comenzar a contestarlo, ella no era muy fanática de hacer tareas y menos en un domingo por la tarde, pero se había entretenido demasiado y no la hizo en el tiempo correcto.

Pero el sueño pudo más que ella, así que se relajó, total, sería una siesta pequeña.

(. . .)

Maldijo para sus interiores, era realmente tarde, rápidamente se bañó, se puso un lindo vestido de flores verdes con blanco, sus botines blancos y unas calcetas medio altas del mismo color, se ató el cabello en una media coleta y tomó sus cosas antes de salir apresuradamente hacia la cocina.

Vio la nota de Charlie, eso le indicaba que realmente era tarde, tomó los 20 dólares que le dejó junto a un termo de chocolate caliente, y salió de la casa, se habría regresado por las llaves de su camioneta de no ser por la voz de Isabella.

—¡Oye!, ¿quieres que te lleve?.— preguntó mirándola tímidamente.

Al ver la hora asintió y subió a la camioneta que su padre le había comprado días antes, la mayor comenzó a manejar y la menor se quedó en silencio, dando un sorbo a su chocolate.

—Así que.— habló por primera vez la mayor sin mirarla.— eres menor que yo por dos años.

—Exactamente.— miró su termo con nerviosismo.

—Creí que tendríamos la misma edad, ya sabes, siempre es bueno tener a alguien de la misma edad de tu lado.— pésimo intento de bromear, pero la hizo reír.

—Bueno, creo que por algo suceden las cosas.

—Bueno, mira, se que somos medias hermanas.— Minji la miró de reojo.— y realmente quiero llevarme bien contigo, después de todo, viviremos juntas de ahora en adelante.

—No había tenido el privilegio de conocerte, Isabella, pero espero lo mismo. No quiero que el ambiente sea incómodo, mientras nos llevemos bien todo estará bien.

La castaña asintió, realmente le agradaba la menor, pues a pesar de ser más chica que ella era realmente madura para su edad.

Cuando llegaron a la escuela las miradas no se hicieron esperar, así que al bajar ambas las miradas directamente fueron a las dos chicas.

A Minji ya la conocían, pero a Isabella no.

—Bueno, aquí nos separamos. Tu estarás en los últimos meses de tu octavo grado y yo estaré a finales del sexto.

—Por cierto, Charlie dijo que nos vería en el Carve Café al salir de la escuela.— avisó la castaña y recibió una sonrisa de su parte.

—Tienes mi número, cualquier cosa que necesites escribeme o llamame.

(. . .)

—Es muy fea.

—¡Jungwon!.

—Es la verdad, Minnie.— rió mientras recibía la mirada de desaprobación de la chica.

—Vamos Wonnie, no seas tan duro con ella.

—Perdona, son sincero y lo sabes. Hablando enserio, es la viva imagen de tu padre, pero en mujer.— ambos miraron a la Swan, la cual se encontraba sentada con el grupito de Jessica Stanley.

—Lo sé, el ambiente desde que llegó estuvo incómodo.— suspiró recargando su cara en su mano.— no lo sé, por más que traté de hacerla sentirse bienvenida, ella simplemente me evadió hasta hoy en la mañana.

—¿No te ha preguntado por Jungkook hyung?.

—No, dudo que lo haga. Tal parece que le importa conocer a su hermana que a su hermanastro.— parecía cansada de hablar del tema, por lo que el joven dejó de hacer preguntas.

Y antes de seguir hablando, Jungwon se retiró, pero a la vez los Cullen hicieron su entrada triunfal, algo que ya era rutinario para todos.

—¡Hola, Minji!.— saludó Alice al pasar por la mesa de la menor, ella sonrió agitando su mano.

—¿Podemos sentarnos aquí?.— preguntó Rosalie, la menor asintió dejando más espacio.

—¿Se pudieron adaptar bien a la escuela?— preguntó curiosa, pues nunca había cruzado palabras con ellos.

—Claro que si, gracias a ti claro.

Y de ahí en más los hermanos tomaron conversación entre ellos, y Minji se dio el lujo de poder observarlos más de cerca, parecia que todos iban al mismo ritmo al respirar, al parpadear, e incluso al mirarse entre todos.

La menor no pudo evitar decirse a si misma, que los Cullen parecían agentes de la CIA o de cualquier otro programa de eso, listos para cualquier cosa.
Lo más curiosos para ella fue observar el como todos parecían tan absortos al mundo exterior.

Por eso siempre observaba, por que cuando observas eres capaz de descrifrar cosas que nunca creiste creer.

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𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐒 ¦ 𝐏𝐀𝐔𝐋 𝐋𝐀𝐇𝐎𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora