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Durante las semanas que pasaron ocurrieron demasiadas cosas, aunque la rutina siempre era la misma, ella sabía que había cosas que comenzaban a notarse con facilidad.

La partida de los Cullen del pueblo afectó realmente a Isabella Swan, las primeras noches fueron tranquilas, pero seguido a ello, comenzaron las etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Aunque, bueno, Isabella se saltó dos etapas, y ahora estaba sumida en depresión y en una aceptación del caso.

Fueron semanas difíciles, la joven se levantaba a media noche por los gritos de dolor y sufrimiento que daba Isabella, aquello siempre lograba asustar a su padre, varias noches le escuchó ir a su habitación y consolarla, incluso, ella misma se quedaba hasta tarde despierta, preocupada por ella.

Aquella era una de esas noches, en las cuales Minji se quedaba despierta hasta tarde, algunas veces era estudiando, pero aquella noche para ella era especial, ya que se encontraba haciendo un regalo para su novio.

Se le daban mal las manualidades, pero por el las estaba intentando por primera vez en su vida.

Un cuadro pequeño, con un lindo mensaje de amor de ella hacia el.

De pronto, escuchó que comenzaron a golpear su ventana, algo que le causó confusión e intriga, dejó lo que estaba haciendo, y caminó hacia la ventana, cuando la abrió divisó a su novio, quien le veía sonriente.

—¿Qué haces aquí?.— preguntó susurrando-gritando, para que él pudiera escucharle perfectamente.

—Voy a entrar, hazte a un lado.

Rápidamente corrió a esconder el cuadro debajo de su cama, y junto a ello toda la evidencia de lo que había estado haciendo, poco después Paul entró por su ventana, sonriente de verla.

—Hola, cariño.— murmuró con una risa.

Ella se acercó sonriente, ya que tenía unos días sin verlo.— Hola, cariño.— lo abrazo con fuerza, sintiendo su pecho caliente acogerla.

—¿Qué haces despierta a esta hora?.

Ella elevó una ceja.— Estaba terminando la tarea, ¿tú qué haces despierto?.

Paul besó su frente suavemente.— Acabé mi guardia, pensé en venir a verte y aquí estoy.

Aún seguían hablando bajo, ya que por obvias razones Charlie ni Isabella podían enterarse de la visita nocturna de Paul a ella.

—Pudimos vernos mañana, tenemos escuela.— no hay que malentenderla, ella adoraba pasar tiempo con su pareja, pero tenía miedo de que su padre entrara por la puerta y mirara a Paul a altas horas de la noche en su habitación.

—Te extrañé.— confesó recargando su barbilla en la cabeza de la joven, suspirando levemente.

—Yo también.— sonrió levemente, aspirando el aroma del contrario.— espera.

Se separó con pesadez, caminó hacia su puerta y puso el seguro, así nadie podía entrar y encontrarlos a ambos.

—¿Puerta cerrada?, ¿acaso piensas en algo?.— sonrió coqueto, recibiendo un golpe por parte de ella.— auch.

—No seas mal pensado, no quiero que entre mi papá y te encuentre aquí, digo, no quiero que piense mal de tu visita a altas horas.

Paul comprendió al instante eso, por lo que asintió y la volvió a abrazar.— No te preocupes linda, yo lo comprendo.

Bostezó suavemente, sintiéndose cansada.— Lo siento, creo que ha sido un día pesado.

—¿Tienes sueño?.— ella asintió suavemente, y la respuesta a ello por parte del moreno fue tomarla entre sus brazos estilo nupcial.

La llevó a su cama, la recostó con gentileza y la envolvió suavemente en la cobija, a lo que ella sonrió levemente.— Que romántico señor Lahote.

Ambos rieron levemente, y él se encogió de hombros nuevamente.— Solo tú sacas ese lado mío.

La joven palmeó el lado de su cama que se encontraba desocupado, y él entendió al instante, fue a recostarse a su lado, sintiendo el cuerpo de su novia aferrarse al de él como pudo.

Paul pasó un brazo por debajo de ella, y con el otro se dedico a hacerle caricias en su cabello, lo que ella agradeció al instante.

—¿Puedes quedarte hasta que duerma?.

—Claro que sí.

Cerró sus ojos, y ella pudo quedarse tranquila, ya que su pareja le hacía sentirse cómoda, y claro estaba que no había descansado bien en las últimas semanas.

Cuando por fin se encontraba conciliando el sueño, los gritos de Isabella la hicieron sobresaltar, algo que dentro de Paul hizo que se pusiera alerta, y al querer levantarse ella se lo impidió, negando con suavidad.

—Son las pesadillas de Isabella.— explicó en un murmuro leve.

—¿Es así todas las noches?.

Negó suavemente, aún con los ojos cerrados.— Suceden desde que Edward la dejó,  reo que su ausencia le afectó demasiado.

Ambos escucharon como Charlie la despertaba y tranquilizaba, lo que para ella era algo bueno, ya que podría dormir con tranquilidad.

Paul se encargó de que su novia pudiera dormir tranquilamente, ya que él se encargaría de que ella no despertara en su descanso.

El velo por ella toda la noche, y por fin pudo darse cuenta que ella era todo lo que él necesitaba, adoraba a su chica, y sabía que era correspondido.

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𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐒 ¦ 𝐏𝐀𝐔𝐋 𝐋𝐀𝐇𝐎𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora