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El bosque de Forks solía ser un lugar acogedor, tranquilo para muchos. Los días soleados eran raros para aquel pueblo, y hoy era uno de ellos, justo el primero del año.

Paul y Minji planearon un pícnic para ese día, había un lugar cerca que el moreno descubrió gracias a sus guardias constantes, así que decidió llevarla a aquel lugar para que pudiese disfrutar un rato agradable con ella.

Aunque aquellos días estuvieron un poco complicados para la pareja, el tiempo juntos era limitado debido a intrusos (vampiros) que se estuvieron pasando entre los territorios, y como miembro de la manada tenía la misión de ir a investigar y tratar de detenerlos.

Pero nunca hubo una respuesta buena.

Así que, ahora el joven se encontraba charlando con Charlie, ambos esperando a que la joven bajase para poder irse.

—Un picnic, ¿eh?.— cuestionó el hombre, carraspeando un poco al hablar.

—Es correcto, señor Swan.— y por muy incómodo que le resultara a Paul, llevaba una camisa formal puesta.

—Eso es bueno, a Minji le hace falta un poco de sol.— bromeó con el, riendo ante lo que dijo.

—Lo mismo le dije hace unos días.— rió con el, alejando todo rastro de incomodidad.

Lo cierto era, que Paul había estado yendo casi a diario a visitarla, Charlie estando presente siempre en todo lo que hacían ambos jóvenes, y aunque a veces resultara un poco incómodo el ambiente terminaba siendo agradable.

Al hombre le agradaba el moreno, pues él sí hizo lo que le hubiera gustado que hiciera Edward, presentarse con el, pedir permiso para invitar a su hija a una cita, ir a visitarla de forma recurrente, y amarla tanto como él ama a sus hijas.

Paul lo sabía, entendía las preocupaciones que el hombre expresaba con el, temía que él también se alejara de su hija como lo había hecho aquel chupasangre idiota.

Pero él no era un vampiro, y sus principios siempre eran claros.

—Me agrada que mi hija tenga con quien salir.— Admitió con una sonrisa, dando un sorbo al vaso de agua que tenía.— Eres un buen chico para ella, sigue así muchacho.

—Minji siempre estará a salvo conmigo, Señor Swan.— prometió firmemente.

Él asintió sin decir nada, y fue solo cuestión de segundos en los cuales los pasos en la escalera se escucharon.

Ambos se acercaron a mirar, y Paul se sintió pequeño ante la presencia de su pareja.

Lucia un vestido de color blanco, que de la parte frontal le llegaba a los muslos, y de la parte de atrás le llegaba un poco más abajo de la rodilla, con corte en forma de corazón, con mangas holgadas y en medio lucia un listón hecho en moño de color negro.

Él se acercó para tomar su mano, sonriendo al verla de tal manera.— Te ves más linda que de costumbre, amor.

—Gracias, cariño.— sonrió para el, y después fijo la vista en su padre.— no volveré tarde, lo prometo.

—Puedes llegar a la hora que desees, pero que no se exceda tanto.— habló sin mirarlos.

Ella rió, se acercó a él y le dio un abrazo pequeño.— Nos vemos más tarde, papá.

—La cuidaré.— aseguró.

—Si, lo sé hijo.

Ambos salieron de la casa, y comenzaron a adentrarse al bosque, aunque ella le miró raro, puesto que no sabía que era lo que realmente harían.

—Al lugar al que iremos no llegaremos a tiempo si nos vamos caminando.— explicó él ante su mirada de curiosidad, se detuvieron en un punto alejado, y él comenzó a quitarse la camisa que llevaba.— necesito...transformarme.

—Oh, si, claro.— carraspeó la joven, desviando la mirada.

—Cuídame esto, nena.

Le dio su ropa, se alejó un poco de ella y se transformó.

Fue la primera vez que Minji pudo ver a Paul convertido en un lobo, aquel tenía un pelaje grisáceo muy hermoso, le saca mucha altura a ella, y era demasiado hermoso observarlo.

El lobo se acercó a ella, permitiendo que ella pudiese acariciarlo a su manera.

—Eres muy lindo.— la menor acaricio su pelaje lentamente, disfrutando de lo suave que era.

El se quitó de ahí, poniéndose de lado e inclinándose un poco, permitiéndole subirse a él.

—Te advierto, si haces que me caiga te acusaré con Sam.

Y lo que creyó que fue un risa por parte de su novio la hizo reír, y solo logró aferrarse a él, al momento en el que comenzó a correr.

El viento en su cara daba de golpe, pero la vista del bosque con los rayos del sol la hacían sentirse bien, como si aquella vista fuera irreal para ella.

—Debemos hacer esto más seguido.— murmuró sobre la oreja del lobo, quien refutó y se limitó a seguir corriendo.

Pasados diez minutos (los que pudo contar la joven), por fin llegaron a donde él le había dicho.

Y a decir verdad, era un lugar demasiado hermoso para sus ojos.

Un claro donde el sol iluminaba perfectamente todo, las flores que se encontraban en aquel lugar le daban vida, la sintonía de los colores era simplemente perfecta. Parecía salido de un cuento de hadas.

No tuvo en cuenta cuando Paul la bajó de su lomo, y mucho menos cuando él ya se había transformado y cambiado nuevamente.
Se acercó a ella, colocando su mano suavemente sobre su cintura, y haciéndola mirar en su dirección.— ¿Te gusta?.

Asintió con emoción, sonriendo en grande y mirándolo a los ojos, como un niño cuando le regalas un dulce.— Me encanta este lugar, es como si fuera salido de un cuento de hadas.

La emoción en sus palabras era muy notoria, y eso le agradó bastante al moreno, ya que él sabía que definitivamente le gustaría aquel lugar. Rió suavemente, tomando su mano y guiándola dentro del claro.— De noche es mejor, pero no podía traerte a esa hora.

—Charlie dijo que podía llegar a la hora que quisiera.

—Lo sé, es por eso que hoy nos quedaremos hasta tarde, hay una cosa que quiero darte.

La joven elevó una ceja, cuestionándolo con la mirada.— Te advierto, soy muy joven para casarme aún.

Él soltó una carcajada, y negó rápidamente.— No voy a negarte que si me gustaría darte un anillo, pero todo a su tiempo.

Miró en dirección a donde él dirigió su mirada, y quedó impresionada con lo que vio.

Había un pequeño hueco, donde se apreciaba un picnic en el centro, y un ramo de flores, en específico, sus favoritas.

—Paul...— sonrió mirándolo.

—¿Te gusta?.

—Claro que sí, es demasiado hermoso.

Rasco un poco su cuello, tomando asiento en la manta, junto a su novia.— Recordé que tú querías un pícnic romántico, así que me di a la tarea de poder investigar qué era lo que se requería.

Ella se sintió tan afortunada de tener a Paul con ella, siendo la persona tan emocional que es, sintió sus ojos aguarse, y su voz estaba un poco rota.— ¿Lo recordaste?.

La atrajo a él para sentarla en sus piernas, y así pasar sus brazos a su cintura, acariciandola suavemente.— Debo de recordar todo lo que le gusta a mi novia. ¿Qué clase de novio sería si no lo hiciera?.

Con un pequeño puchero en sus labios beso a su novio, un corto beso diría yo.— Amor, enserio eres genial.

—Felices seis meses, cariño.

—Felices seis meses, amor.

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𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐒 ¦ 𝐏𝐀𝐔𝐋 𝐋𝐀𝐇𝐎𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora