0.7

2.4K 279 8
                                    

—Minnie, Minnie, Minnie.

—Jungwon, harás que nos regañen.— murmuró la menor sin desviar la vista de su cuaderno.

El joven tocó su mano, repetidas veces con su dedo, tratando de buscar su atención.— Minnie, necesito contarte lo que sucedió.

—Será saliendo de clases, lo prometo, dejame estudiar.

Aproximadamente como quince minutos después salieron del aula rumbo al estacionamiento, el chico irradiaba felicidad por cualquier lugar del que pasaban, la chica suspiró y lo detuvo.— Bien, ¿cómo te fue en tu cita con Jay?.

La cara de su amigo se volvió completamente roja y comenzó a balbucear cosas sin sentido, lo que provocó la risa de la menor.— Está bien, no me lo digas.

—Fue lo mejor que me sucedió, de verdad que Jay es una persona realmente atenta y detallista.— habló con voz soñadora, realmente estaba encantando con el chico.

Cierto, olvidaba mencionarles, en las últimas semanas Jungwon y Jay comenzaron a conocerse más y comenzaron a gustarse mutuamente, cuando la relación comenzó a avanzar decidieron darle tiempo para conocerse de mejor manera, y ahora estaban comenzando algo que realmente era lindo.

—Me alegro por ti, wonnie.

—Dejando de lado lo mío, ¿y el chico del taller ya te ha hablado?.— ella negó levemente.

—Me pidió mi número, pero no me ha escrito, supongo que no le parecí lo suficientemente linda.— se encogió de hombros, pero al decir lo último sintió una punzada en su pecho.

—Cállate, eres muy linda. Seguramente solamente perdió tu número.

—Supongamos que es eso.

Siguieron su camino, hasta que la menor quedó frente a su camioneta, cuando estaba por subirse sintió una presencia detrás de ella, por lo que se giró y miró a la persona que estaba detrás de ella.— Edward Cullen.

—Hola, cuñada.— aquella palabra hacía que se sintiera rara, no le gustaba para nada.— quería hablar contigo.

—No he visto a Isabella.

—No, no es eso.— miró a todos lados y suspiró.— escucha, necesito que me ayudes.

Hizo una mueca divertida, provocando la risa de la menor.— Ya veo a que va todo esto, no quieres que mi padre te dispare cuando vayas por Isabella más tarde, ¿cierto?.— ante el asentimiento del contrario sonrió con diversión.

—Solamente quiero que esté tranquilo.

—Lo estará, ¿algo más?.— negó y ella se encogió de hombros, subiendo a su camioneta.

—Solamente espero que nos llevemos bien.

La menor giró su rostro hacia el, claro, el no tenía la culpa del cambio de actitud de la mayor, asintió un poco y sonrió.— Tranquilo, nos llevamos bien, Edward.

Dicho lo último comenzó a manejar rumbo hacia su casa, había dejado de usar su camioneta dos semanas por temas de la transmisión, pero afortunadamente ya estaba como nueva.

Le sorprendía lo rápido que había pasado ya casi medio año, los últimos meses fueron tan caóticos que ni ella misma podía describirlos, lo que le alegraba era que tenía a su papá Charlie junto a ella, y claro está que a Jungkook.

Una llamada ingresó a su celular, era un número desconocido, así que, con curiosidad, contestó aquella llamada.— Habla Jeon Minji.

—Hola, Minji.

Aquella voz, sonrió al reconocerla.— Tardaste en llamar, creí que te habías arrepentido.

Su risa la hizo sentir algo dentro de ella, por lo que el carraspeó y habló.— Lo lamento, creí que había perdido tu número hasta que vi mi libreta.

—No pidas disculpas, es un error común que todos cometemos.

—Bueno, señorita, quiero enmendar mi error, así que, ¿te gustaría ir conmigo esta tarde al Rolling Cafe?.

Contuvo su emoción, estacionando su camioneta fuera de su casa.— Me parece perfecto.

—¡Genial!, pasaré por ti a las 6, mandame tu dirección.

—Suena bien, nos vemos, Paul.

Y con eso cortó la llamada, dio un mini grito y rápidamente buscó en su celular el contacto de su mejor amigo, llamándolo.— ¡Jungwonnie!, ¡adivina quien me llamó!.

(. . .)

—Papá, no es necesario.

El hombro negó, mirándola.— Alguien invitó a mi niña a salir, ¿y no puedo conocerlo?.

—¿Es necesario la escopeta?.— preguntó ésta vez Isabella, quien trataba de ocultar su risa.

—Eduardo vendrá por ti, debo darle una charla.

—Es Edward...y no lo asustes.

Ésta vez fue el turno de la más joven de reír, quien recibió una mala mirada de su hermana.— Los asustarás.

—Eso es bueno, que me tengan miedo.

El primero en llegar fue Edward, quien al parecer se ganó la confianza de Charlie, aunque el se quedó confundido por el hecho de que llevaban a la castaña a jugar Baseball.

—¿Bella jugando Baseball?.

—Será una gran experiencia para ella.— se encogió de hombros, riendo.

—Es muy raro.

—Ya, papá, es mejor que salga con el a que esté encerrada aquí.

Antes de que Charlie pudiera seguir hablando, el sonido de una motocicleta los interrumpió a ambos, poniendo nerviosa a la chica, y al hombre alerta.

Poco después, la puerta de la casa sonó, haciendo que la menor comenzara a temblar, caminó hacia la misma para abrirla, ahí, frente a ella, el joven moreno sostenía un ramo de flores muy lindo.— Buenas tardes, Minji.

Ella sonrió, aceptando el ramon que se le fue estirado.— Hola, Paul.

El hombre carraspeó, dejándose ver.— Buenas tardes, muchacho.

—Buenas tardes, sheriff Swan, me presento, soy Paul Lahote y vengo por su hija.

El hombre elevó una ceja, a diferencia de Edward, el había sido más considerado al venir con el desde la primera cita.— Si, un gusto igual, tiene que estar aquí a las 7, no más tarde.

—Papá.— se quejó la pelinegra.

—No se preocupe, la traeré a esa misma hora.— habló, recibiendo una sonrisa del hombre.

—Me agradas, muchacho. Minji, hija, cuidate.

Asintió dándole un corto abrazo.— Nos vemos más tarde, papá.

Ambos salieron de la casa, Paul subiendo primero a la motocicleta, seguido de el la chica asiática, quien pasó sus brazos alrededor de su cintura, el sonrió, fue inevitable, giró un poco para mirarla.— Bien, iremos a un lugar que realmente sirve comida deliciosa.

—Debo informarte que vas con una chica que realmente es catadora de comida, por lo que eso debo de juzgarlo yo misma.

—Sujetate fuerte.

Y con eso Paul arrancó, haciendo que la menor riera y se aferrara a el, sintiendo como su corazón saltaba de alegría, y con ello, una nueva sensación creciendo dentro de ambos.


VOTA•COMENTA•SIGUEME

𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐒 ¦ 𝐏𝐀𝐔𝐋 𝐋𝐀𝐇𝐎𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora