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— ¡¡Mataste a uno de mis hombres!! — gritaba Jack mientras sujetaba de su saco a WH.

— Yo no maté a ninguno de tus hombres, Jack — hablaba tranquilo intentando alejar al pelinegro.

— ¿A sí? ¿Quieres pruebas? — preguntó aún sin soltarlo.

— Por favor —. Jack soltó a WH y buscó en su teléfono unas fotos de la escena del crimen enseñándolas todas y cada una a WH, este rápidamente reconoció que sí había matado a ese tipo, ya que había dejado su característica marca.

— ¿Qué me dices ahora? — preguntó el bufón molesto.

— Sí, yo lo maté — Aceptó con normalidad.

— ¿Por qué? No tienes permiso de matar a uno de los hombres de alguien de tu mismo bando, sabes que eso va contra las reglas — se quejaba moviendo sus manos demostrando su histeria.

— Fue un trabajo, tuve que hacerlo —.

— ¿Quién te pidió tal cosa? — preguntó dejando de dramatizar.

— Es confidencial — WH miraba a Jack serenamente.

— Confidencial mis bolas — se quejó el pelinegro — Si alguien mandó a matar a alguien de mis hombres significa que está en mi contra; además, ese hombre estaba haciendo un trabajo importante para mí —.

— ¿Qué tipo de trabajo importante estaba realizando? — se metió ahora RM, causando una leve irritación en WH.

— Estaba en búsqueda de alguien —.

— ¿Quién es ese alguien? — insistió el de cabellos blancos.

— Nadie que te importe, deja de desviar el tema el caso es que lo mataron y ahora perderé mucho tiempo por tú culpa — empujó su dedo índice varias veces contra el pecho de WH.

— No es mi culpa, sólo hice mi trabajo y nada más — se defendió apartando la mano de su menor.

Jack estaba que no podía, pensar que Agust D ahora podría escapar por culpa de este percance le ponía mal. Había tenido muchos problemas para encontrarlo y todavía no sabía la ubicación exacta de su hogar. Una idea vino a su cabeza en medio del pensamiento, cosa que le hizo sonreír.

Así que me descubriste y por eso mandaste a matar a mi espía. Bien jugado, Agust — Pensaba mientras sonreía.
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Agust D se encontraba más que tranquilo. El sujeto había sido eliminado y parecía que no había otro tipo acosándole o vigilándole y así siguió por varias semanas para su suerte. Aún así mantuvo algunas precaciones siendo más cuidadoso al momento de salir y tomar diversos caminos al dirigirse para su casa. Cuando se había cumplido el mes sin espías nuevos, Agust estaba seguro de que se habían rendido quien sea o sean los que lo estaban buscando, por lo que decidió volver a su rutina normal.

Esa semana tenía algunos trabajos junto a Jack y eso no le gustaba para nada pues el bufón siempre era un completo idiota y un coqueto de primera o al menos eso había demostrado las últimas veces que le vió. Se acercaba, lo molestaba de cualquier forma y le era irritante cuando le reclamaba que era un mocoso y que debía respetarlo. Agust no entendía su comportamiento, aunque lo asimilada a que era por ser un estúpido idiota sin cerebro.

— Hola, terrón de azúcar — saludó con un tono burlón y una sonrisa burlona que no podía verse gracías a la máscara que portaba, pero Agust se la imaginaba y le irritaba por lo que lo ignoró y pasó de largo para adentrarse a aquel bar de lujo en el que su cliente dijo que se reunieran para discutir los detalles de la misión.

El bufón solo sonrió al ver el ceño fruncido del peliblanco y lo siguió dentro del establecimiento.

El lugar era tal como lo pintaba la fachada, elegante, clásico como un restaurante francés o al menos se veía como de ese estilo. Todo parecía en orden, varios hombres con traje y mujeres con vestidos elegantes y algunos extravagantes, sin duda era un bar de primera, pero eso no les afectó a los compañeros, simplemente se acercaron a la barra para ser atendidos por el bar tender que los saludó amablemente.

El juguete del BufónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora