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Chocolate Amargo Dulce

En esta ocasión el bufón se encontraba fumando un cigarro en el balcón de su casa. Estaba algo aburrido pues no tenía ni trabajo pendiente, ni otro de su trabajo como asesino, por lo cual le había dicho a su sirviente que estaría afuera fumándose un cigarro solo para despejarse, pues desde que empezó a fumar ya no lo podía dejar. Era adormecedor fumar relajaba su mente de una manera mágica, era como si pudiera dejar de pensar, desconectar su mente de la realidad, claro que la factura por esa tranquilidad eran la muerte lenta de sus pulmones, pero bueno, nada era gratis en esta vida, todo tenía un costo y cada quien cobra su deuda a su debido tiempo.

De pronto la puerta del balcón se abrió y se cerró dejando escuchar detrás de él unos cuantos pasos.

— ¿Qué quieres, Agust? — llamó mientras exhalaba el humo del cigarro.

— Nada... solo quiero estar con usted — confesó tímidamente pues tal vez el mayor se burlaría de él.

— Mmh bien —. Eso desconcertó al menor, pero no puso objeciones y fue a su lados para recargarse también en el barandal de cemento que impedía caer desde esa altura.

Parecía que Jack cuando fumaba era domado completamente por el opio para dejar a alguien tranquilo y relajado, lo cual era raro porque normalmente Jack no era de esa manera. No dijeron nada solo el menor admiraba como su mayor le daba caladas al cigarro para soltar el humo y volver a hacer lo mismo. No era nada del otro mundo y tampoco era lo más interesante que podías ver, pero aún así al menor no le estaba aburriendo ver a su mayor en lo más mínimo, podría estar admirándolo por siempre en medio de los momentos de calma que este le proporcionaba.

— ¿Quieres un poco? — ofreció al ver que su menor no dejaba de verlo.

— No, gracias, no sé fumar — rechazó rápidamente.

— Si es por eso yo te puedo ayudar — sonrió un poco de manera ladina.

— ¿Cómo puedes ayudarme? — preguntó ingenuo.

— Te puedo pasar el humo por la boca — sonrió al ver la expresión del contrario quien estaba algo confundido, pero también con un leve sonrojo en sus mejillas. — De esta forma — le dió una calada más al cigarro para sostener la barbilla de su sirviente para que no se apartara mientras el se acercaba y posicionaba su boca sobre la de su menor para dejar salir el humo en medio del vaivén de sus labios aunque uno de ellos de apartó rápidamente por ser su primera vez fumando. — ¿Fue demasiado? — se burló.

No obtuvo contestación pues el otro estaba tosiendo, cosa que se detuvo pocos segundos después.

— Es algo fuerte — confesó ya más calmado.

— Sólo debes acostumbrarte y tragarte el humo — aconsejó para apagar el cigarro que ya se había acabado.

— Lo tendré en cuenta —.

— ¿Qué tal si preparas un postre? Tengo antojo de un pastel — propuso el más alto mientras miraba a su sirviente.

— ¿De qué le gustaría el pastel? — preguntó pies estaba de acuerdo con la idea.

— Chocolate con fresas —.

— Creo que vi una receta para eso en el recetario... — divagó mientras se dirigía a la cocina donde tenía el biscocho libro, era seguido por su amo pues ya no tenía más ganas de seguir hundiéndose en el humo melancólico del cigarro.

El pálido tomó en sus manos el libro y empezó a hogearlo hasta llegar a una receta similar al sabor que pedía su señor, por lo que se la enseñó al mismo para ver si obtenía su aprobación, cosa que obtuvo y dio una sonrisa por lo mismo para comenzar a buscar los ingredientes.

El juguete del BufónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora