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"Bien hecho"

Esa simple negación marcó para siempre el rumbo de su historia y no habría vuelta atrás. No es como que Agust supiera si era mejor no haber dicho eso o seguir con su orden y fallar en el intento. Sin duda ahora estaba dudoso y temeroso por lo que prefería evitar los fallos, más con alguien tan explosivo como lo era su verdugo.

Nuevamente el día comenzaba y como era habitual debían tomar el desayuno.

— Haz el desayuno, Agust — ordenó el mayor causándole mucho terror al mencionado.

— No sé hacerlo... no puedo — contestó sumisamante gracias al miedo.

— Vamos, es fácil, puedes hacerlo — animó el bufón cosa que se le hizo extraña al menor y por ello volteó a verlo.

— Lo arruinaré como siempre — insistió.

Jack sonrió y le dio una caricia en la cabeza como si fuera un cachorro.

— Tú puedes hacerlo, te diré que hacer ¿está bien? —. Recibió un asentimiento. El mayor se sorprendió pues Agust no había dicho que quitara su mano, ni había negado su contacto, en cambio parecía aceptarlo y estar reconfortado, pues esa mirada de miedo había desaparecido, una similar a cuando el profesor te llama a la pizarra frente a todos para resolver un ejercicio del cual no sabes ni la respuesta, ni el procedimiento.

— Bien, empecemos — dio fin al silencio para empezar a dar órdenes sobre lo que el chico debía hacer. Cada paso, Agust lo seguía sin rechistar pues sabía que si los seguía no lo arruinaría. Sí, sólo debía obedecer. — Está delicioso — halagó cuando la comida estuvo lista y servida frente a él.

En las orbes oscuras hubo un brillo, un brillo que el bufón pudo ver y le causó bastante ternura al ver que su menor se sentía aliviado, mientras lo miraba como un cachorro que hizo bien un truco.

Después de ello ambos comieron el desayuno que el peliblanco había preparado y al acabar Jack le ordenó que lavara los platos a lo cual el menor no se negó. Ya no lo haría.

— Agust, ¿qué tal si te dejo algunas recetas? Así podrías seguirlas y aprender por tu cuenta a cocinar — habló recargándose en la barra de la cocina.

— Eso me ayudaría mucho — agradeció a su mayor viéndolo por algunos segundos para luego seguir con su tarea.

— Bien, lo haré más tarde porque me tengo que ir. No se te olvide limpiar la casa, no me gusta que esté sucia, solamente tienes prohibido entrar a mi oficina — avisó. El menor asintió. — Bien hecho, nos vemos, dulzura — acarició sus hebras por unos segundos para luego irse.

Agust D se sintió bien. "Bien hecho" eran unas palabras tan revitalizantes, unas que no había escuchado hace mucho y menos por parte de su mayor. Se sentía feliz y por ello se esforzaría por dejar muy limpia y ordenada la casa.


— Mierda — murmuró en un quejido mientras abría mejor sus ojos y veía que su auto se había salido de la carretera.

¿Cómo había llegado hasta esta situación?

Pues se había confiado sin esperar una emboscada mientras manejaba su auto hasta su mansión. Fue chocado por otro carro sacándolo de la carretera, el carro no sufrió muchas fallas, solo una gran abolladura a su costado, pero parecía no querer responder en este momento. Su brazo había sufrido una lesión gracias a una acuchillada repentina de su objetivo. Además de que este tenía 3 guardaespaldas de los que se tuvo que encargar antes de luchar con su víctima quien supo darle lucha.

El juguete del BufónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora