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Humillación

— Agust quítate la ropa y abre bien las piernas — dijo Jack en un tono enojado.

— Pe-... — fue interrumpido.

— Agust — advirtió con una expresión más severa.

Agust no tuvo opción, si no quería sufrir otro de los muchos métodos de tortura que tenía Jack debía de obedecer. Empezó a quitarse la ropa con mucha vergüenza y al estar completamente desnudo se colocó en la orilla de la gran mesa, se recostó y abrió las piernas frente a Jack, el cual bajó su pantalón y su ropa interior para poder meter su longitud en el peliblanco quien jadeo mordiendo sus labios. Esto era demasiado vergonzoso y humillante.

— Les convoque aquí para darle instrucciones con respecto a la recuperación del dinero que perdimos en esa redada judicial, lo que harán será lo siguiente... — decía Jack a sus trabajadores mientras embestia a Agust quien gemia y se retorcía.

Los líderes de las pandillas veían con incómodidad a Jack y a Agust. ¿Ese era el chico que antes le hacía frente a Jack sin ningún tipo de miedo? Se preguntaban los sujetos mientras veían aquel acto. No era un misterio que aquel Hacker permanecía bajo la vigilancia del bufón desde aquel acuerdo, era una cosa sabida por todos, incluso se sabía que gracias a él había ascendido al puesto en el que se encontraba ahora, pero muy pocos sabían que en verdad Agust D era la perra del bufón, aunque era algo muy rumoreado que ahora era confirmado por las cabezas de aquellas pandillas. Sin duda ver como terminó el chico que le hacía frente al bufón era algo lamentable de ver y eso se unió a la lista de cosas por las cuales no hacer enfadar al bufón si no querías terminar igual o peor que aquel sujeto que estaba siendo humillado de aquella manera.

Uno de ellos era nuevo, por lo que, al presenciar tal cosa decidió levantarse e irse, pero fue detenido por el que estaba a su lado dando un cabeceó para advertir que no lo hiciera.

— ¿Les gusta a caso? — cuestionó con una sonrisa orgullosa viendo a su menor mientras subía un poco su máscara y aquella maya negra para sólo dejar en exposición su boca. — Este cuerpo con piel de porcelana, esbelto con las curvas más candentes que podrás ver en tu vida, además este gran trasero suave y moldeable, junto a esa melodiosa voz de los ángeles, estos muslos carnosos — subió las piernas del menor a sus hombros para poder alcanzar uno de aquellos muslos y dejar una mordida. — Sus dulces y rojizos pezones — tomó uno de los botones del pálido entre sus dientes para jalarlo cosa que hizo soltar un gemido más alto al menor sometido. — ¿Les gusta? — rió. — ¿Les gusta? — una fuerte nalgada se oyo junto a aquellas carcajadas y un grito por parte del menor. — Pues es mío nada más, solo mío y en sus pobres vidas solo se dedicarán a ver y no tocar el cuerpo de un ángel — aclaró el pelinegro mientras tocaba el cuerpo de Agust con descaro al mismo tiempo que este gemía con timidez mordiendo sus labios para no sacar mucho sus sonidos. Eso no le agradaba mucho a Jack.

— No te contengas, gatito — Lo tomó de la cintura para hacerlo con más rapidez. Todos apartaron la mirada, sintiéndose abochornados por las acciones de la pareja. ¿Por qué no se iban? Fácil, Jack no lo permitiría. Él era el que decía cuando se podrían retirar, todos sabían que él era el alto mando y si no acataban sus órdenes les iría peor que en sus peores pesadillas.

— Vamos, di lo que me gusta — sonrió moviendo las caderas del peliblanco en un vaivén rudo y brutal. La habitación se llenó de esos sonidos húmedos y eróticos, además del de la carne impactando contra otra carne.

Aaah~ amo~ más rápido~  — gemía de manera alta.

Jack sonreía con satisfacción.

El juguete del BufónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora