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♤ En la casa del desquiciado ♤

Su mente daba vueltas. Sentía un leve punzar en sus cienes al momento de abrir sus ojos y cuando los mismos se ajustaron a la luz de la habitación dieron causa a la desorientación de la mente del hombre. Se sentía perdido con respecto a la hora, fecha, el lugar en el que estaba e incluso podría decirse que su nombre. Era como dormir en su casa, en el sofá por la tarde y despertar desorientado y algo sudado por la noche. Así se sentía, solamente que ahora la situación había cambiado, no se encontraba en su cómodo sofá, en lugar de eso el frío metal de las cadenas que rodeaban sus muñecas le recibió, al igual que un dolor inmenso al estar con los brazos estirados hacia arriba, casi colgando.

¿Cuánto tiempo había estado así para tener tal dolor?. Su vista recorrió toda la habitación, no estaba sucia en lo absoluto, pero tenía un aire lúgubre pues solamente estaba encendida una luz encima de él, le daba la sensación de que era alguna atracción de un museo o algo por el estilo. De repente, se registró a si mismo y por suerte seguía manteniendo su capucha y cubrebocas al igual que su demás vestimenta, eso tranquilizó enormemente al peliblanco. Bien. Ahora que había recuperado la consciencia debía descifrar donde estaba y- un momento, su mente le presentó una serie de imágenes como una película reprodúciendose en la cual él iba a salir de casa del bufón y este no se lo permitía pues le había lanzado un dardo con sedante. Genial. Estaba en casa del desquiciado. ¿Por qué razón?, ¿Debía gritarle para que le sacara de ahí? Eso no funcionaba nunca, debía ser paciente y ver que pretendía su mayor con secuestrarlo. Jack debía aparecer.

Sus plegarias fueron escuchadas puesto que el susodicho apareció por la puerta de lo más tranquilo, no se podía ver mucho en la oscuridad, pero Agust D estaba seguro de que era él.

— Ya despertaste — pronunció primero el bufón con una sonrisa.

El destinatario de esas palabras sólo enserió sin hacer ningún gesto, causándole un leve disgusto al remitente que siguió acercándose hasta estar en la misma luz que él.

— Seguro te preguntas por qué estás aquí y por qué te he atrapado ¿no es así? — preguntó viendo el ceño fruncido de su menor que le causó una leve risa. — Bueno, bueno, si no quieres saberlo no te obligaré a escucharlo y solamente pasaremos a la mejor parte — de su bolsillo sacó un Teiser, no era una arma que le causaría mucho daño, pero por el momento empezaría con algo tranquilo, solo quería hacerle entender desde ahora a Agust que le causaría mucho más daño si no obedecía.

Ajustó el utensilio en una baja intensidad y lo pulsó para llamar la atención del peliblanco. Este sabía lo que le esperaba, lo usaría con él, por lo que no se alteró mucho, podía soportar  ser electrocutado, pero lo que no entendía era porqué el pelinegro hacía eso, acaso ¿le habían pedido que le sacara información? Eso no sería raro puesto que Agust D tenía más enemigos que aliados, nadie era su aliado más que por algunas horas, pero tampoco lo querían muerto por los beneficios que traía al colaborar con él, era como un arma se doble filo, que puede ser realmente útil, pero también puede tracionarte.

— ¿Quién te mandó a sacarme información? — por fin preguntó mirando hacia el suelo.

Jack sonrió. — De hecho nadie, yo sólo quiero cobrar una deuda que tienes conmigo —.

— ¿Deuda? Yo no te debo nada y si así fuera puedo pagarte sin necesidad de estar haciendo estás cosas innecesarias — contestó con algo de cansancio y molestia.

— JAJA — rió. — Parece que no estás entendiendo, dulzura, tu deuda conmigo no es de dinero, es de orgullo. Admito que me has hecho enojar con tu actitud arrogante y heriste a mi pobre corazón cuando me corregiste aquella vez — fingió un tono triste solo para dramatizar. — Quedé tan herido que me dediqué a reflexionar y en verdad me di cuenta que esa corrección fue para mi bien, por ello te agradeceré tu corrección y te la pagaré enseñándote buenos modales y a dejar esa molesta actitud —.

El juguete del BufónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora