Final

72 12 9
                                    

Una apuñalada

Una semana transcurrió. V ya podía ponerse de pie hasta salir a la sala, aunque aún se quedaba a dormir en la habitación de Face y no iba a trabajar, pero su amigo estaba feliz con que este al fin saliera un poco más de su depresión.

Por otro lado, Agust D en esa semana estuvo inquieto, más con aquella cachetada que le había proporcionado el azabache, aunque este se disculpara cada día que pasara sintiéndose culpable, lo que era raro es que siguiera enojándose por cosas que eran reales, como por ejemplo el día de ayer tuvieron una fuerte discusión por culpa de que él sigue sin aceptar la verdad.

— ¡¿Por qué?!, ¡¿Por qué lo amas a él y no a mí?! — gritó con desesperación sintiendo sus ojos picar y su garganta cortarse. — ¿Qué tenía él que yo no tenga? — su tono bajó.

— Porque es una orden, una orden que pienso seguir por siempre — contestó con algo de nostalgia. Esta vez si era un sentimiento bueno el que lo invadía.

Face notó aquella cara que reflejaba felicidad y añoranza lo cual le generó una mueca.

— ¿Y cuál fue esa orden exactamente? — intentó indagar.

...

Fue aquel día en el cual se habían confesado todo su pasado, el día en el cual habían estado más reflexivos que de costumbre, también fue un día en el que se acercaron más que nunca, dando un paso al siguiente nivel.

Después de tener sexo en la acera del patio trasero se dirigieron a tomar un baño, a comer y decidieron pasar un rato en el sofá para acurrucarse.
Jack se encontraba recostado mientras tenía a su menor encima hundiendo su cara en su pecho mientras él acariciaba sus cabellos dulcemente, casi como si lo hiciera con amor y eso estaba relajando más de la cuenta a su menor quien comenzaba a dormitar sobre su mayor.

Por alguna razón el bufón había empezado a indagar en su mente la cual estaba realmente dudosa ante varias cosas de su pasado y las de Agust, pero lo que le tranquilizaba era el futuro que era cierto, tal vez aún más el presente que estaba viviendo. Tenía miedo, por lo mismo necesitaba sentirse amado para olvidar aquello, eso o lastimar a su menor con muchas marcas o volver a hacerlo suyo, aunque la primera era más rentable, por lo que optó por aquella.

— Dulzura — llamó.

— ¿Sí, amo? — soltó desperezando para voltear a verlo.

— Quiero darte una orden que debes de considerar como la más importante — avisó a lo cual el menor puso más atención.

— Lo haré señor, sabe que yo seguiré todas las órdenes que me dé — dijo firmemente.

Eso hizo sonreír al bufón quien asintió. — Lo sé — acarició su pelo hasta que aquella sonrisa se desvaneció. — Ámame y recuérdame por siempre, es una orden ¿lo has entendido? — ordenó viendo sus ojos oscuros como la noche, pero que tenían estrellas como un bello cielo estrellado nocturno. Sin duda sus ojos eran tan hermosos y no se podría cansar de ellos, son ojos que podía adorar por toda la eternidad.

Agust al recibir una orden de tal magnitud se sonrojó y sonrió alegremente. Se sentía enternecido y halagado al conseguir aquella orden que aunque no hubiera sido una orden hubiera tratado de cumplir a cualquier costo por su propia voluntad, pero ahora que esta estaba implícita como una regla más que debía seguir ahora pondría más empeño en seguir con aquella norma. Eso no le sería muy difícil, pues estaba a su lado y sentía que lo amaba con locura. No podía escapar de sus cabeza o corazón. Lo amaba y lo amaría siempre. De eso estaba seguro.

El juguete del BufónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora