El juguete del Bufón

19

♤ Holly ♤

— Señor, ¿Dónde estuvo estos días? — se atrevió a preguntar. Era la hora del desayuno y pensaba que era una buena idea hacerlo ya que el mayor estaba limpio y descansado, pues luego de cometer sus actos de la carne, se vistieron y se fueron a bañar, para continuar con la cena recalentada que había preparado el sirviente y finalizar con ambos durmiendo abrazados. Agust no podía ser más feliz por ser abrazado por aquellos brazos y sentir el calor que le proporcionaba el cuerpo contrario. Había extrañado su paz como nada en este mundo.

— Pues... — carraspeó y tragó la comida que tenía en la boca. — El jefe me mandó a Busan para cerrar un trato con algunos socios que tenemos, tenían buenas armas y es lo que fui a hacer, no pensé que te afectaría tanto el que me fuera, así que te avisaré para la próxima, honey — comió la comida que mantenía en su tenedor.

— Ya veo — respondió con temor. ¿Para la próxima? Esa sola idea lo hacía temblar. — Señor... hace unos días trajeron un sobre con dinero, decía que es un pago mensual — informó para tomado algo de su comida.

— Ohh~ tráelo y dámelo —.

— Está bien, ya vuelvo — contestó antes de levantarse e ir por el antes dicho sobre. — Aquí está — se lo entregó y se sentó para seguir con su desayuno, pero no comía realmente, estaba jugando un poco con la comida y comía de a poco, miraba el sobre y una de sus piernas se movía inquieta debajo de la mesa.

Jack pudo notarlo por lo que supo que algo perturbada la mente de su amante y no pensaba quedarse también con la duda.

— Agust, a partir de ahora sí tienes una duda que aclarar, pregúntame, yo te diré si te daré la respuesta o no — decretó pues últimamente el menor tenía muchas dudas y era algo fastidioso preguntar que le pasaba pudiendo preguntar él desde el principio.

— Entiendo, amo — pausó. — Lo que quería preguntar es... ¿este pago mensual... a qué se debe? — preguntó jugando con sus dedos con algo de nervios.

— Mmh, no lo sabes, es cierto — soltó como si se estuviera percatando de ello en este momento. — Bueno, no hará daño decirte — se convenció a sí mismo. — ¿Recuerdas aquel día que te hice actuar como perro y luego llegué muy feliz por haber cerrado un trato gracias a ti? — preguntó levantando su tenedor con el último trozo de comida.

— Lo recuerdo —.

— Pues ese trato lo hice con mi jefe y el jefe del bando contrario, se trata de que tengo que tenerte como rehén, más bien, tenerte controlado y que no liberes ninguna información de ellos, pues eres o eras peligroso siendo libre y como vieron que puedo controlarte decidieron aprovechar la oportunidad de utilizarte sin ellos correr riesgos y seguir recibiendo los beneficios de siempre... básicamente — tomó un poco del jugo. — Te vendieron — apuntó con su tenedor al pálido para luego ponerlo en su boca concluyendo con su desayuno.

El peliblanco estaba estupefacto. Claro que se lo esperaba, pero de eso había pasado un largo tiempo y le sorprendía aquel hecho un poco. Vieron la oportunidad y sin dudarlo dos veces lo dejaron a merced de un loco, maníaco y asesino grotesco para ser su cautor. Eran unos malditos, pero así era este mundo, un mundo de oportunistas, de personas que sólo piensan en ellas y velan por su propio bienestar. No podía decir que él no hizo lo mismo en todos esos años, pero era lo esencial para sobrevivir. Suspiró con pesadez, resignándose pues claramente era algo que iba a suceder. Suspiró nuevamente. Además eso había pasado hace algunos meses por lo que ya no se podía hacer nada y el "hubiera" solo era un inútil arrepentimiento, no servía para nada seguir perdiendo el tiempo con ello.

— Pero sabes algo... — llamó la atención de su amante quien lo miró ladeando un poco su cabeza. — Ya me estoy hartando de trabajar para ellos y he conseguido hacer mis propios negocios por individual — relató recargándose sobre la mesa donde tenía sus codos posicionados sosteniendo su cabeza con sus manos. — Por eso he decidido que renunciaré a mi bando para crear el mío y tener más poder, pero para eso necesito tu ayuda, dulzura — sonrió.