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Nostalgia

Dos meses habían transcurrido desde esa última vez. Las cosas habían dado un giro de 360° grados con el nuevo trabajo del azabache, pues ser el rey de todo no era realmente sencillo y menos de dos bandos por separado que ahora estaban queriendo unirse por su capricho. Mucha gente no lo aceptaba y la mayoría estaba en desacuerdo, no querían que los enemigos de siempre fueran sus aliados, por lo que se encontraron realmente confundidos al sus jefes aceptar tal atrocidad, no entendían porqué lo habían hecho y no decían nada al respecto. El bufón al ver el descontento de la gente empezó a hacer amenazas a diestra y siniestra al igual que escarmientos de los cuales sólo podían escaparse las personas que estaban de acuerdo con sus mandatos. Había veces que se topaba con más de 3 sujetos que estaban en desacuerdo y a todos les proporcionaba una paliza hasta dejarlos pidiendo perdón, claro que no salía ileso y por ello siempre preocupaba a su pobre sirviente que estaba de los nervios gracias a no poder dormir ni comer adecuadamente por la falta de su amo y señor, el cual ahora tomaba descansos en su despacho. Parecía que cada vez se alejaba más de Agust provocándole a este varios pensamientos intrusivos, haciéndolo más nervioso que de costumbre.

No supo en qué momento, pero él bufón había comenzado a fumar, al menos 2 cigarros por día, no soportaba el olor, pero si intentaba poner una queja el pelinegro le mandaba a callar. ¿No entendía que estaba preocupado por él, por su salud?.

La presión aumentaba cada mes, ahora ya no eran los escarmientos, porque parecía ya haber puesto orden y terror en las cabezas de sus hombres para que no fueran a traicionarlo y no cuestionaran sus métodos, ahora la presión era por formar alianzas con varios estados, países e incluso continentes, por lo que viajaba constantemente dejando sólo al pálido. Se iba por días, incluso semanas en las que venía a encontrar a su sirviente peor que un esclavo, por lo mismo, si no quería que este muriera se quedaba consigo consolándole a su manera.

Había que encargarse de muchas cosas y para Jack era algo fastidioso, no le gustaba, pero era el precio de tener mucho poder y dinero, por lo mismo para relajar su mente bebía, fumaba y tenía sexo con su sirviente. A Agust le gustaba eso, pues al menos podía descansar de sus pesadillas al dormir abrazados.

— Amo... — llamó con nerviosismo.

— ¿Qué quieres? — preguntó sin abrir sus ojos pues estaban abrazados en la cama después de tener sexo. Parecía que el mayor había tenido un mal día en su trabajo y ahora había tomado la costumbre de desquitarse con él por ello. Sentía todo su ser doler y solamente lo aguantaba sin más, era un milagro que no se hubiera desmayado.

— ¿Recuerda el deseo que no he pedido? — su voz era baja mientras daba pequeñas caricias en el abdomen de su mayor.

— Lo recuerdo — abrió sus ojos para verlo. — ¿Ya sabes lo que quieres? — era bueno que estuviera de humor para hablar y eso le tranquilizó al contrario.

— Sí — respondí y el mayor no dijo nada esperando a que siguiera. — Quiero... — su voz tembló. — Quiero más... más tiempo con usted — centró su vista en el abdomen contrario pues tenía vergüenza de admitir aquello.

— ¿Más tiempo? Explícate — ordenó.

— Usted pasa mucho tiempo fuera a veces no viene ni a dormir.... eso me preocupa... tanto que no puedo dormir, ni comer... lo extraño, extraño como era antes — confesó con una voz temblorosa haciendo varias pausas pequeñas para pensar bien sus palabras.

Jack serió sorprendido, era algo conmovedor que su sirviente se preocupara tanto por él y que quisiera pasar más tiempo consigo, pero él no tenía mucho tiempo en el día.

El juguete del BufónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora