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Un buen perro

Era de esperarse. Era predecible y por ello no se sorprendió cuando su jefe mandó a alguien por él para escoltarlo hasta el recinto donde su jefe daba sus mandados. Era obvio lo que discutirían. No se sentía alarmado por eso, estaba más que preparado para defenderse en el juicio que se armaría.

— Jefe, ¿Cómo está? — saludó con una sonrisa el bufón.

— Siéntate, sabes que debemos discutir algo — respondió de forma seria.

El pelinegro se sentó frente a ellos, en un sillón individual, mientras que sus mayores estaban sentados en un sillón más grande, pero ese no era el punto, el punto era que ambos lo miraban sin quitarle la mirada, era obvio que querían intimidarlo, pero Jack estaba tranquilo al respecto, no sentía ningún miedo por esos dos hombres en la habitación.

— Bien, hablemos — contestó sin tomárselo tan en serio. Eso molesto al jefe del bando contrario.

— Sabemos que tienes a Agust D, así que entregalo ahora si no quieres que tu castigo empeore — habló el mayor del lado izquierdo, el cual portaba un traje elegante de color vino. Mientras que su jefe portaba uno en negro.

— ¿Eh? ¿Y las pruebas dónde están? Sabe que no puede hacer acusaciones sin algún fundamento — reclamó el de máscara sonriente.

— Enséñale — demandó el hombre con traje color vino al otro sentado a su lado. El cual buscó en su tableta el video que le habían dado como evidencia.

— ¿Esto es suficiente? — preguntó su jefe con algo de decepción.

— Sin duda lo es — se rindió, pero no parecía afligido, lo cual mantenía inquietos a los mayores.

— ¿Y? ¿Qué harás para reponer tu daño? Sabes que recibirás un castigo por esto, Jack — su jefe señaló con severidad.

— Lo que haré... — Puso una mano en su barbilla y soltó un suave "Mmh" desde su garganta mientras fingía pensar. — ¡Oh! Ya sé, les propongo un trato —.

El mayor con traje de vino soltó una carcajada, que molestó en parte al bufón.

— ¿Tú? ¿Un trato? Por favor, niño, deja de jugar, deja de hacernos perder el tiempo y afronta tu castigo como un hombre — reclamó el sujeto con algo de gracia al principio, al final cambiando a un tono demandante y autoritario.

— ¿Qué dice usted, jefe? — preguntó a su autoridad tentándolo, pues conocía a su mayor y aunque era firme, también podía ser curioso y se aprovecharía de ello.

— Dime lo que es, si no me parece tu castigo aumentará por hacernos perder el tiempo ¿estamos? —.

— Acepto — sonrió por la victoria. Recibió una seña de manos que siguiera hablando por lo que no dilató el silencio. — Como sabrán, Agust D vale más vivo que muerto, pero si está vivo en libertad es peligroso, porque puede liberar información importante sin él salir afectado. Por eso debe vivir en cautiverio con alguien que pueda controlarlo a su antojo, como un verdugo y me alegra decirles que Agust ya adquirió un verdugo hace poco — anunció regodéandose con orgullo.

— ¿Estás hablando de que puedes controlar a ese chico engreído? — preguntó su mayor alzando una ceja.

— Así es — confirmó. — Puedo decirle que se ruede por el piso, ladre o persiga su cola y él lo hará sin poner pero —.

— No lo creo y no lo creeré hasta que lo vea — reclamó el jefe del otro bando algo molesto por las alucinaciones del bufón.

— Oh, ¿entonces quieren una prueba? — persuadió para que los mayores estuvieran más atraídos a la idea.

El juguete del BufónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora