♤ Eres mío ♤
— También me da gusto verte, dulzura — sonrió para tomar sus labios con los suyos en un vaivén que fue lento unos segundos pues rápidamente subió de intensidad, estaban desesperados, se habían extrañado, aunque esa desesperación se notaba más en el pálido que derramaba lágrimas entre el beso y temblaba un poco. Pero eran lágrimas de alegría, por volver a ser tocado y besado por su señor. Su salvación y perdición había llegado.
Los besos siguieron a tal punto de que el pálido estaba siendo acorralado contra la puerta del auto y tenía dos lenguas enredándose salvajemente dentro de su boca y por si fuera poco, también tenía esas grandes y huesudas manos sobre su trasero y muslos apretandolos con gran deseo.
Se separó puesto que necesitaba aire, pero no separó su vista con la de su mayor, repiraba de manera brusca intentando recuperar el aliento, pero aquella vista se lo volvía a robar. Lo había extrañado.
— Veo que en serio me extrañaste, terroncito — rió un poco.
— Lo hice, amo — admitió sin pena mirándolo con inocencia.
— Te noto incluso más delgado y parece que tus ojeras están volviendo ¿no has dormido, ni comido como se debe? — preguntó cómo si fuera a reprocharle por ello.
Avergonzado el pálido bajó la cabeza. — Yo no he dormido, ni comido desde que se fue, señor — divagó con pena.
— ¿Por qué no? Sabes que debes hacerlo — reprochó negando un poco.
— El amo me preocupaba, no puedo dormir, ni comer si usted no está — confesó sin poder mirar sus ojos o cara.
Jack sonrió. — Eres la cosa más linda que pude haber adquirido — comentó con un tono que sonaba casi sensual a los oídos del pálido, he incluso pudo sentirla cerca de su oído ya que había sentido un beso en el cuello luego de eso, poniéndole nervioso. — Creo que te portaste muy bien estos días que no estuve, ¿qué te parece una recompensa? — más besos se esparcieron por su cuello y debajo de su mandíbula.
Agust sabía a lo que se refería y estaba gustoso de aceptarlo. — Nada me haría más feliz que estar con usted — sonrió un poco con algo de timidez.
— Excelente respuesta, en serio eres tan perfecto — se quejó sin dejar aquellos besos que aumentaba su emoción, luego de ello se separó un poco y guió a su menor hasta el asiento del copiloto del auto, lo hizo sentarse aunque este estaba algo confundido, pero no lo estuvo cuando el asiento se desplegó por completo quedando recostado y luego el mayor se subió sobre él quedando entre sus piernas. Estaban encerrados en el auto a punto de hacer algo demasiado sucio, pero no le importaba, importaba que estaba con su señor y nada más, todo mejoraría para él con su presencia.
Sus pantalones y su camisa fueron rápidamente retiradas por el mayor, pero no se quedó sin hacer nada, también le ayudó al contrario a deshacerse de su vestimenta y ahora los asientos de atrás estaban repletos de su ropa.
Volvieron a unir sus fauces en un beso necesitado, mientras aquellas manos morenas jugaban en el pecho blanquecino estirando, pellizacando y manipulabando sus tetillas que se endurecieron por los estímulos, los besos bajaron por su cuello dejando marcas, marcas que indicaban propiedad sobre él, para eso eran, pero a él no le importaba portarlas. Siguieron bajando hasta encontrarse con los botones rojos, uno de ellos fue metido a la zona bucal del azabache para ser torturada por sus nuevos verdugos, la lengua y los dientes de este. Estos dos golpeaban fuerte, tanto que dejaron al pobre pezón rojo y algo mayugado por las mordidas. El menor solamente podía soltar sus jadeos en aprobación mientras jalaba las hebras de su mayor con algo de fuerza por sus agresivas mordidas.

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El juguete del Bufón
FanfictionAgust es enemigo de Jack. Jack logra capturarlo. Por venganza lo someterá a miles de humillaciones de todo tipo al igual que muchas torturas. Principalmente será de estilo sexual ya que Jack piensa que es una forma de dominar a su enemigo. Como los...