12 - Celos indeseables

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[Es un capítulo muy vago, lo siento :c]

No había pasado demasiado tiempo desde el "incidente del abrazo", pero si el suficiente para que el castaño lo olvide. Era un día de clases, como siempre, y se encontraba conversando con el pelinegro.

La clase fue corta y aburrida, la mayoría se alegró cuando el timbre del receso sonó y salieron como animales furiosos, menos un par de chicos y chicas que estaban más cómodos sentados en su lugar. Uno de esos chicos era Martin, quien se aproximaba al más bajo.

–Miguel, ¿No querés venir con los pibes? Te están esperando.– Le dijo apenas se aproximó, haciendo gestos de insistencia.

–Ah... Ahora no puedo que estoy con Luis, en el segundo quizá sí, que se yo.– Respondió cortante.

– ¡Nah! Vos tranqui, andá nomás.– Agregó su compañero de al lado, sonriente y amable.

Después de una mirada de confirmación entre ambos, el pelinegro se decidió por ceder algo dudoso. Mientras iba saliendo notó que quien lo había estado llamando se quedaba en el aula.

– ¿Vas a venir o no, estúpido?– Le gritó a Martin, algo molesto.

–Que si, ahí voy, busco algo en mi mochila nomás.

El pelinegro salió del aula con una expresión de molestia, yendo hacia donde estaban sus amigos. Martin en cambio, no se había quedado para buscar algo en su mochila. Con notable irritación se acerco al castaño.

–Mira, taradito de mierda, mi chico dejó de juntarse con todo el grupo por tus mariconadas, no me importa si sos buen amigo o no, pero es mejor que te dejes de hacer el inocente y te vayas muy bien a la re con—. Su discurso de odio se detuvo cuando sintió una mano apretar su brazo con fuerza.

Miguel fue quien lo arrastró hasta medio salón, para luego tirarlo entre las sillas y el suelo. Luis siquiera podía pronunciar una palabra por lo que le dijo, y menos con lo que acababa de ocurrir.

– ¿No ibas a agarrar algo de tu mochila?– Le preguntó entre una respiración agitada por el esfuerzo para arrastrarlo.

Martin no respondió, se limitó a pararse e irse como si nada, y Miguel volvió a sentarse con su amigo, quien seguía en cierto shock al igual que sus compañeras que se encontraban allí. El pelinegro se veía estresado de tener un conocido como ese chico, que lo volvía violento de la impotencia.

– ¿Te dijo algo?– Susurró, sabiendo que las últimas palabras fueron solo un insulto interrumpido.

–No lo sé.– Murmuró, procesando lo que según había escuchado.– Nada realmente importante, supongo.

Ambos se mantuvieron en silencio, uno más incómodo y el otro con la mente en un mundo inexistente. El receso pasó como segundos, y la siguiente clase comenzó.

Ambos chicos dejaron de prestar atención cuando hubo una guerra de "¿Quien tiene la razón?" Entre Sofia y la profesora, mientras hablaban de hechos históricos. El pelinegro decidió ponerse a husmear su celular, notando la notificación de alguien.

"Le dije lo que merecía oír"
"No me digas que vas a seguir siendo su amigo"
"Es re autista, vos lo sabes XD"

No sabía qué responder a eso, era como escuchar a su madre, pero en el cuerpo de un niño que se creía basado y hablando de quien era su amigo. Solo miro a Martín, quien también lo miraba con un rostro de dudas. Apartó la mirada y empezó una conversación con su amigo de al lado.

...

Las clases continuaron, hasta que sonó el último timbre del día que indicaba el final de estás. Ambos chicos salieron mientras conversaban, y se despidieron como siempre.

Luis aún se encontraba extraño, procesando e intentando entender el por qué de lo que dijo ese chico. No lo conocía, solo era su compañero de clases, pero era amigo de quien de a poco se convertía en su mejor amigo. ¿Eran celos de amistad? o ¿Eran celos de algo más? Su mente se mantenía en el cielo mientras pensaba las posibilidades, creyendo que quizá solo estaba demasiado dormido aún.

En cambio, Miguel se mantuvo pensando en qué le habrá dicho, por qué se lo habrá dicho y que pensaba lograr con eso. Se sentía avergonzado, anonadado, como si él fuese el culpable de provocar esa reacción tóxica de amigo. Se sentía horrible con solo pensar que podía ser culpable de que haya ocurrido eso, por más que él mismo supiera que no lo era.

Ambos chicos llegaron finalmente a casa, y después de acomodarse continuaron la misma charla. Fue como si después de un día agitado, hablar entre ellos fuese la única cura de su estrés, la única y mejor salida. El pelinegro había cambiado bastante como persona desde que conoció a Luis, y ese mismo era más feliz desde que lo conoció a él.

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¿Estarás cerca de mí? [Papulince x Panafresco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora