35 - Atardecer. (Part1)

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El pelinegro estaba nervioso, sentado en un costado de la cama y jugando con los dedos de sus manos. Ese día no podían ir a clases porque había un problema allá, y habían aprovechado para poder hacer algo entre ellos, cosa que habían planeado hace un buen tiempo.

Los dedos hacían un tintineo por el anillo que llevaba puesto, junto a otro que había encontrado por ahí. Su jugueteo finalizó cuando el castaño entró a la habitación, ya habiendo preparado el lugar. Se puso de pie, y se dirigió a él.

- ¿Estás listo?- Interrumpió, apoyado en el marco de la puerta de su habitación.

El más bajo asintió con la cabeza, tomando su mano tímidamente y yendo con él hacia donde estaban planeando ir. El paseo fue silencioso, ninguno quería hablar por la pena o por no saber con exactitud qué decir.

-Vamos por acá.- Guió a su pareja para encontrar ese sitio.

El hecho de que haya tomado su mano le revolvía el estómago. Ya habían hecho ese roce juntos alguna vez, pero cada que se hacía presente no podían evitar el calor en sus mejillas.

Habían pasado por un callejón curioso, pero no fue un camino demasiado difícil para ambos. Se encontraban más y más cerca, llegando a ese dónde, del cuál el más bajo no tenía idea. Sus dedos se sacudían por el ligero temblor de su cuerpo.

-Ya estamos cerca, tranqui..- Susurró, notando el nerviosismo del otro.

Aún con las manos ocupadas por el agarre del contrario, llegaron a ese lindo lugar al que estaban yendo. Parecía que había pasado demasiado tiempo, pero solo habían ocurrido siete minutos de caminata.

Era un parque, bastante grande y espacioso pero al parecer muy desolado. Estaba escondido alrededor de unos locales y casas, siendo clara la razón de por qué simulaba estar vacio alrededor. El agua era de un color turquesa claro, reflejaba al estar muy cerca y hasta parecía agua limpia totalmente, por más que probablemente no era el caso.

El chico que todavía no se había percatado de aquel sitio, se sintió asombrado al haberlo conocido esa vez. Danzaba su mirada, observando cada detalle que podía recopilar en su mente, sonriendo por la belleza de dónde se encontraba.

El castaño con una expresión de alegría, hizo que se vayan aún más al centro de ese precioso parque. Tomó su muñeca esta vez, rozando la campera negra que siempre llevaba su chico. Él apenas se podía recuperar del shock en el que se encontraba viviendo.

- ¿Te gusta?

-Me encanta... ¿Por qué nunca antes me hablaste de este lugar?

-Estuve planeando esto, desde antes que seamos pareja.

El pelinegro no podía evitar mirar con entusiasmo, conmovido y atontado por el sentimiento que tanto placer le provocaba estar así, de una manera tan cursi y romántica junto a él. No podía parar de pensar en eso, en como esperaba un futuro lejano, y más lejano todavía, en dónde estuviesen juntos todavía.

Cuando se dió cuenta de donde estaba parado, y que ya había llegado a la distancia necesaria para poder sentarse, lo hizo. Ambos estaban a la misma altura, rozando sus pies intencionalmente, riendo en silencio.

Cuando menos lo esperaba, se encontró con lo que sería la guitarra de su pareja. No había visto cuándo la agarró, pero seguramente era culpa de sus pensamientos desordenados que le impedían prestar atención.

- ¿De dónde sacaste la guitarra? ¿Desde cuando tocas guitarra?- Hablaba cada vez con más sorpresa, notando como su rostro se enrojeció de inmediato.

-Toco guitarra desde hace mucho, pero solo lo sabe mi mami, me da un poco de vergüenza decirlo, ya que todavía tengo que practicar. Pero, bueno, quería decírtelo aquí.

Sus palabras eran genuinas, calmadas. El pelinegro no podía parar de enamorarse más de él con cada detalle, de notar como cada parte de su personalidad lo hacía más perfecto, "tan perfecto como falso" pensaba, provocándole inseguridad.

-Quería tocarte una canción, eh... ¿Te acuerdas de esa, que en un momento dijiste que era tu favorita de Laufey?

-No... ¿Me estás jodiendo?- Sus ojos se comenzaron a humedecer, sin poder notarse por los anteojos oscuros. Una sonrisa invadió su rostro, riendo por el sentimiento tan intenso.

El castaño comenzó a tocar la guitarra después de haberse fijado que todo esté en orden con ella. Una melodía silenciosa de un canto suave acompañaba a los sonidos que la guitarra hacía. No era un buen cantante a sus ojos, pero para el pelinegro, él tenía la voz más preciosa.

El chico le hacía señas cero discretas para que en vez de verlo a él, que vea hacia el cielo. El sol se estaba poniendo, resultando en un atardecer anaranjado y ligeramente rosado. Verlo, y escuchar a su pareja tocar la guitarra y cantar silenciosamente, era como encontrarse en el cielo. Se notaba que había practicado mucho para ese momento. No pudo detener a las lágrimas de bajar por sus mejillas, sintiéndose completamente ilusionado y tonto por el sentimiento.

...⁠ᘛ⁠⁐̤⁠ᕐ⁠ᐷ

¿Estarás cerca de mí? [Papulince x Panafresco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora