16 - Tan lindo.

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El castaño se despertó justo una hora antes de que sonase la alarma, viendo como aún parecía medianoche. Estaba pensando en que podría prepararse en ese momento, pero dejaría mucho tiempo de sobra, así que solo se quedó acariciando al Miguel naranja.

Observó alrededor de su cuarto, pero su atención se vió mayor repartida en el pelinegro que se encontraba profundamente dormido, al borde de la cama. Sus mejillas estaban rosadas mientras lo miraba con atención, admirando su rostro, tentado por la belleza que veía en él.

–Eres tan lindo.– Murmuró para si mismo, como si pensara en voz alta.

Miguel se movió un poco en la cama, haciendo que Luis se ponga nervioso y ansioso, creyendo que quizá lo había despertado, aunque no terminó siendo así. Apenas hubo un silencio de cero movimiento, suspiró con una sonrisa.

Finalmente, se levantó y empezó a prepararse para ir hacia el colegio. Se bañó, vistió, desayunó y al cabo de unos minutos ya estaba totalmente listo, siendo que faltaban 10 minutos aún para que deba salir de casa.

–Mami, ya en un rato voy saliendo.– El castaño despertó a su madre para avisarle.

–Bueno... ¿Le vas a decir a la preceptora que Miguel tiene fiebre y por eso no viene, no?

–Sipi, eso voy a hacer. Nos vemos en la tarde mamu.– Susurró, dándole un beso en la frente con cariño.

Cruzó por el pasillo, y viendo a su amigo aún durmiendo, decidió acercarse. Se inclinó, para poder estar cerca de su rostro, y apoyó sus labios con cuidado en su frente, plantando un suave beso. Lentamente, salió de la habitación, caminó hasta la puerta principal, y al momento de salir a la calle no pudo evitar sonreír.

Mientras tanto con el pelinegro, que se encontraba soñando cómodamente, sintió como la realidad lo hizo despertarse. Abrió los ojos, viendo como el castaño se estaba yendo de la habitación, sintiendo como una parte de su rostro se sentía más... Suave y cálida.

...

Luis ya se encontraba sentado en su banco junto a Fernanda, sin poder parar de sonreír. Mientras esperaban a la profesora se pusieron a charlar.

–Bueno, dale, ¡Contame! ¿Que pasó al final? ¿Le dijiste que lo be—

– ¡No! Cállate un poco...– Susurró, interrumpiendo lo que estaba por decir por los nervios que le provocaba escucharlo.– Le dije que besé a una chica, porque no paraba de preguntarme acerca de eso, o sea, me preguntó dos veces, pero estaba muy nervioso en ese momento.

–Ay, bueno, ¿Entonces nada?– Preguntó decepcionada, esperando algo mucho más emocionante.

–No... Supongo. Hoy a la mañana le dí un beso en la frente, y cada vez me siento peor por eso...– Murmuraba cubriendo su rostro con pena, sintiéndose culpable.

– ¿Eh? ¿Por qué? No creo que sea tan terrible, quizá si hubiese sido un reciente amigo sería raro, pero seguro él está igual de enamorado y disfrutaría igual que le des besitos.– Dijo, hablando de manera exageradamente cursi.

–Nah, no creo, pero igual me hace sentir mal...

Y con razón, el castaño se sentía bastante mal, sabiendo que podría haber hecho algo que no le gustase, y que podría odiarlo si de alguna manera se enteraba.

Pero también se sentía feliz, de algún modo, se sentía cómodo con el hecho de que quien le gustaba, era alguien que confía en él, alguien que probablemente disfrutaba el tiempo que pasaban juntos, pero no sabía aún si ese disfrute era el mismo que él sentía. No sabia si podría sentir más que amistad al estar cerca de él, como así lo sentia Luis.

Pero exactamente así era, por más homofóbico que parezca que es Miguel, realmente sentía algo más que amistad, realmente era mutua la emoción que sentía al estar cerca de él. Porque fue la única persona que lo apoyó cuando lo necesitaba, en vez de ser como sus otros amigos que se burlaban de él por ser sensible, o por su situación familiar. Y aunque le cueste demostrar su amor y disfrute, lo intentaba. Ser cariñoso no era lo suyo, claramente, pero comenzó a serlo un poco más desde que conoció a alguien con quien serlo.

Sus sentimientos eran claros, ambos ya sabían lo que sentían, pero no sabían que hacer con eso, no sabían qué era lo correcto o lo que les brindaría una respuesta clara y positiva. Uno pensaba más que el otro acerca de eso, porque a el pelinegro aún le costaba entenderse a sí mismo, aún le costaba poder aceptar que su corazón había sido entregado se esa manera.

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¿Estarás cerca de mí? [Papulince x Panafresco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora