18 - Corazones sincronizados.

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El castaño se quedó quieto, se encontraba con la respiración agitada, el corazón acelerado, y no podía evitar sentir que sus ojos se comenzaban a humedecer con rapidez. Se sentía devastado por dentro, sentía que su mundo estaba cayendo sobre él.

-... ¿Que viste?- Preguntó, con la voz rota, sintiendo que estaba por llorar.

-Todo, ya lo sé, y necesito que lo digas con tus propias palabras. Luis, ¿Yo era esa chica de la que me hablaste?

El pelinegro no tuvo respuesta por unos segundos, sentía que estaba a punto de desmayarse o morir, sentía que si no resultaba bien, se tendría que suicidar, y no de una manera metafórica, si no de verdad. Sentía que, si lo que él pensaba que era, no terminaba siendo así, debería matarse para poder no sufrirlo luego.

-Si...- Murmuró, intentando no llorar mientras hablaba para no sentir que estaba presionando al otro.

- ¿Eh?

- ¡Si! Vos me gustas, te besé mientras dormías, dos veces de hecho, lo siento, enserio, no trataba de hacerte algo más, fueron impulsos de los que me arrepiento, porfavor, perdóname...

El castaño comenzó a llorar, repitiendo "perdón", agachándose en el suelo para poder sobrellevar su propio peso, sintiendo que estaba muriéndose por dentro. Mientras que el pelinegro intentaba buscar las palabras apropiadas para calmar la situación.

- ¡Luis! Porfavor, no llores, ya, deja de llorar porfavor, me haces sentir culpable..- Exclamó, acercándose a él.- A mi también me gustas, tarado, estaba intentando decírtelo pero empezaste a hablar casi llorando y me hice el boludo y... Dios, a mi también me gustas.

-... ¿Enserio?- El mundo que parecía caerse hace unos segundos ahora estaba devuelta en su lugar. El castaño sonreía ahora, con los ojos brillando y sintiéndose bastante mejor de lo que alguna vez pudo haberse sentido.

-Si, estúpido, me gustas mucho, por más idiota que seas..- Repetía, sintiéndose demasiado cursi por más que lo insulte cada tres palabras.

El castaño no pudo evitar abrazarlo con fuerza, sintiendo que su sueño se había hecho realidad, y que había conseguido ser finalmente feliz, que ya no había problemas que resolver en su vida.

-Soy la persona más feliz del mundo, enserio, me gustas demasiado...-Ambos sentían los latidos del otro por el fuerte abrazo, y parecían sincronizarse con rapidez.

Ambos se levantaron, y otra vez el más alto lo abrazó, dejando sin aire al pelinegro mientras intentaba acomodarse en otro lugar para no estar ni en el suelo ni parados en medio del pasillo.

-Bueno... ¿Y ahora que? Ya dijimos que nos gustamos, ¿Que prosigue?- El más bajo fue quien comenzó a hablar, sentados en el sofá los dos.

-Ah... No sé, ¿No deberíamos ser novios ahora?

-No, la gente se dice que se gusta, y después se pide ser pareja en un lugar especial.

- ¿De dónde sacaste eso?

-En muchas películas y series es así, no sé, estadounidenses.

Un ambiente cálido pero extrañamente indeciso inundó la habitación, mientras ambos chicos se miraban enrojecidos buscando una manera de sobrellevar la situación.

- ¿Te gustaría ser mi tilin basado?- Empezó hablando el pelinegro.

- ¿Y tu mi elfo?

-Acepto.

-Y yo también.

Ambos rieron sin mucha razón, abrazándose con cariño nuevamente. El pelinegro se encontraba acostado en su pecho, abrazándolo por la cintura; mientras que el castaño estaba sentado en el sofá, acariciando el cabello de quien ahora podía llamar "novio".

Compartieron un momento precioso de paz, en dónde ninguno necesitaba nada más que el amor y comprensión del otro. Su cuerpo encajaba como rompecabezas, o como la silueta de alguien en la cama. Se sentían perfectamente cómodos, y muy hermosamente amados.

-Me gusta mucho tu pelo, es suavecito.- Susurró el castaño, enredando sus dedos en él.

-Está grasoso ahora por tu culpa.- Contestó con cierta crueldad y burla.- A mi también me gusta el tuyo, aunque todavía no lo pude tocar, se que debe ser sedoso.

-Nah, no creo.

Su momento pacífico fue abruptamente interrumpido por un sonido de pasos que se acercaban a la puerta principal, provocando que la muy unida pareja se separe de golpe por los nervios de ser atrapados de esa manera, tan melosa y que delatada.

Margarita entró, saludando a ambos chicos y notando que había cierta tensión antes y durante su entrada. Apoyó su mochila en uno de los asientos de la mesa más cercana, e interrogó la escena.

- ¿Todo bien? Se notan... Nerviosos.- Comenzó hablando, haciendo un gesto de confusión.

- ¿Ah? No, digo, si, ¡todo está bien!- Respondió el castaño, mientras el pelinegro levantaba el pulgar con una sonrisa nerviosa.

La madre del chico lo miró, hablando con sus ojos, mientras que el castaño hacia lo mismo. Se habían comunicado algo sin palabras, y ambos no podían evitar sonreír de felicidad.

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¿Estarás cerca de mí? [Papulince x Panafresco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora