20 - Comodidad.

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El largo día finalizo para el castaño, quien ya se encontraba a pocos metros de la salida. Su amiga Fernanda lo había estado acompañando todo ese rato hasta que tuvieron que despedirse.

-Ah, bueno, ¡Nos vemos el lunes!

- ¡Nos vemos! Gay.

Ambos siguieron su camino, y a los pocos minutos de haber caminado, ya se encontraba en casa. Entró, viendo como Margarita y Miguel veían la serie turca que antes habían visto ellos.

-Ah, Hola, Luis. ¿Te fue bien en el examen o todavía no lo entregaron?- Preguntó algo animado el pelinegro, aproximándose a él.

-Todavía no lo entregaron.. pero sé que me fue bien, segurísimo.

-No me dijiste que tenías examen, ¿Eh?- Habló la madre del castaño, pausando la serie y levantándose.- Bueno, ahora que estamos los tres vamos a hacer el almuerzo. Miguel, ¿Me ayudas?

- ¡Ah! Si, ahí voy.

El más alto quedó algo confundido, nunca había visto a su madre pedir ayuda de alguien que no fuera él o su hermana, ni siquiera con sus primos o con su padre. Actuó con normalidad, pero se dió cuenta de las intenciones cuando su madre le guiñó un ojo.

Al cabo de un rato la comida se estaría haciendo, mientras que el pelinegro se sentaba a esperar que se esté cocinando lo suficiente.

-Así que.. ¿Que vamos a comer?- Preguntó, con curiosidad.

-Vamos a hacer una milanesa con puré, nada sofisticado.

-Curioso que ya te vea cocinando.

- ¿Por qué? Tengo que aprender para que mi esposo no se muera de hambre.- Susurró con burla, esperando no ser escuchado por Margarita.

Ambos rieron, y se encontraban tranquilos con la presencia del otro, pero incómodos con que Margarita esté cerca de ellos la mayor parte del tiempo.

- ¿Cuando se lo querés decir?

- Cuando vos quieras, yo no tengo problema, de todos modos es mi mami, y seguro nos apoyará.

El pelinegro se encontraba ansioso, teniendo la inseguridad de que algo ocurra. ¿Y si lo echaba de la casa por eso? Y si aunque fuese comprensiva, ¿Habrá alguna consecuencia negativa? Las preguntas inundaban su mente, mientras que las dudas que tenía acerca de su madre tenían claras respuestas.

"Nunca te quise de todos modos"
"¡Sos un enfermo mental!"
"Después de todo lo que sufrí, ¿me lo pagas así?"

Se desconectó de sus pensamientos únicamente cuando Margarita lo llamó para que siga con el puré, ya que no parecía acordarse que debía seguir cocinando con ella.

En un par de minutos la comida ya estaba hecha, todos comieron en la mesa circular mientras veían la novela turca, ya siendo algo casual entre ellos.

-Apenas tocaste la milanesa, Miguel, ¿Pasa algo?- Preguntó la castaña, haciendo que ambos chicos se pongan nerviosos.

-Ah, nada, solo estaba algo pensativo.- Sonrío con amabilidad y empezó a comer otra vez, con un poco menos de lentitud.

Tal como comenzaron a comer, terminaron. Luis lavó los platos, y al segundo que Margarita había desaparecido de su vista el pelinegro abrazó por detrás al castaño.

-Tengo miedo.

- ¿De qué? ¿Que pasó?

-De lo que dirán, de lo que dirá tu madre y de lo que dirá la mia...- Murmuró el más bajo, aferrándose a su pareja.

-Mi mamá lo tomará bien... Porque sabe que me gustas.- Susurró, con una sonrisa de confianza.

- ¿Enserio? Eso suena bien, entonces, pero aún queda mi mamá y los demás.- Siguió con inseguridad.

-No hay que hacerle caso a quienes solo nos hieren con palabras, y tú mamá... No puedo decir mucho.- Intentó calmarlo, sabiendo qué debía contarle también.- Y... Se lo dije a Fernanda, bueno, espero no te moleste, debí preguntar pero estaba muy emocionado y-

-Está bien, Luis, está bien...- Lo abrazó con más fuerza, para finalmente dejarlo cuando el ruido del agua caer cesó.- Sos un... novio excelente, y te quiero mucho.

Ambos se dieron un abrazo, tal como el de aquella vez que se habían confesado lo que sentían. Volvieron al sofá, ahora intercambiando los lugares: El pelinegro sentado, acariciando el cabello del castaño mientras este lo abrazaba por la cintura.

-Tenía razón, al parecer.

- ¿En qué?

-Que tu pelo es tan sedoso como lo parece.

-Ay, ya me había olvidado de eso... Me siento culpable por ser olvidadizo.- Habló con pena.

El más bajo se limitó a reírse, seguido de un suspiro mientras seguía tocando con delicadeza el pelo de su pareja. No había momento entre ellos en dónde no estén cómodos con el otro, felices, por más problemas que tengan por medio, siempre sentían que dejaban de existir al estar con el otro.

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¿Estarás cerca de mí? [Papulince x Panafresco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora