¿Estarás cerca de mí? [Papulince x Panafresco]

34 - Aferrándose.

-No contesta, ¿Debería abrir?

Ambos se susurraron entre ellos, sin poder saber qué sería lo adecuado. El golpe de la puerta se hizo más intenso y por la desesperación del castaño, abrió la puerta.

No fue lo que tuvo que haber hecho, pudo haber mirado por el borde o alguna abertura para ver quien era, pero ya era muy tarde cuando Martin se abalanzó contra él, golpeándolo en el suelo y dándole una patada en el estómago para dirigirse al pelinegro.

-Mart.. ¿¡Que mierda te pasa, enfermo!? ¿Que haces acá?- Lo empujó, tirándole al suelo y preparándose para golpearlo de la misma manera.

-Bueno, bueno, tampoco te pongas tan agresivo, ¿Ni siquiera me extrañaste un poco?

-Pff, ¿Por qué te extrañaría? Podría agarrar un cuchillo y clavarlo en tus bolas si quisiera.

-Miguel, vos sabes que te amo, que me gustas, desde sexto, cuando..

- ¿Cuando intentaste tocarme? ¿Después de supieras que sufría abusos de chico?

-Cuando eramos amigos, y cuando nos teníamos el uno para el otro..

El pelinegro le dió una patada en el estómago, haciendo que este escupa sangre y este casi incapaz de poder levantarse. Ayudó a su pareja a levantarse, viendo como sangraba por la nariz. La imagen era extraña, había sangre por el suelo y el chico tirado en el suelo parecía estar casi muerto, aunque no lo esté.

Después de un par de minutos, el chico comenzó a hablar otra vez, pero entre lágrimas. Ninguno de los dos creyó que fuese capaz de llorar pero, claramente estaban equivocados. Parecía desesperado y desesperanzado, intentando hablar entre los gemidos de dolor por el golpe.

-Miguel... intenté todo para llamar tu atención, para que te intereses un poco, te pedí perdón...- Susurraba entrecortado, intentando pararse.

-Nunca lo hiciste, además, ¿Como mierda sabías que estaba acá?

-Le robé el celu a la Fer, entre los contactos y estaba Luis, él había mandado una foto de ustedes dos en casa, por la ventana se veía la casa de enfrente, la busqué en Google Maps y acá estoy.. fue fácil, aún tengo el celu.

Otra patada lo hizo callarse, haciendo que el castaño busque entre la mochila el celular de su amiga. No sabían exactamente que hacer con ese chico, porque tampoco es que sacarlo de la casa los liberaría de él completamente.

Para su suerte Margarita ya había llegado a casa, y a penas vió la escena se preocupó por lo chicos, viendo a Martin en el suelo y con sangre alrededor.

-Mierda, ¿Que pasó? ¡Luis! ¿Te golpeó este degenerado?- Acercándose a su hijo le limpió la sangre, abrazándolo fuertemente y luego dirigiéndose a Martin.- ¿Y vos quien mierda sos?

-... ¿Hola?- Murmuró, aún con el dolor en el estómago.

Margarita lo golpeó en el estómago como los chicos también lo habían hecho. Llamó a la policía, y tan pronto como pudieron, se lo llevaron. Hasta este punto tenía el rostro con una expresión de sorpresa, confusión e irritación.

- ¿Por qué te siguen puros degenerados, Miguel? Ya van dos..

-Casi tres.- Murmuró el castaño, hablando de Abril.

Entre los tres limpiaron el desorden, y tan pronto como terminaron el pelinegro fue a vomitar. No era nuevo, siempre que ocurría un recuerdo o algo así debía vomitar, y usualmente lloraba por una hora o más.

Revivir cada vez en la que no pudo decir "no", o las veces que al hacerlo no le hicieron caso, era dañino para él y su salud. No tenía apetito de nada, estaba cansado y no podía conseguir placer de nada. Había intentando muchas cosas para no caer en un estado depresivo, pero era casi imposible no hacer que al llegar a ese recuerdo sienta algo horrible en su estómago, como si se consumiera por dentro, como si estuviese en agua hirviendo.

El castaño no quería incomodarlo mientras estaba en el baño, no sabía si podía preguntar y estar para él, o si simplemente actuar alegre para que se olvide de eso. Cualquiera de las dos parecían egoístas e irrespetuosas, tenía miedo de hacer algo malo, de no ser lo suficientemente buen novio para él, porque eso quería.

Se encontraba sentado en la cama, pensando y buscando soluciones, hasta que el pelinegro llegó hastes de que pudiera pensar en algo. Su rostro estaba enrojecido, y abrazó al castaño con fuerza, desesperado y en busca de algo.

-Lo único que me llena es un abrazo tuyo, porfavor, no me sueltes.

El castaño lo abrazó intensamente, hundiendolo en su pecho con fuerza, aferrándose a la idea de que la mejor solución era hacerle caso a su pareja cuando pedía eso. Recordaba las veces que fue insultado por él, que no parecía que haya sufrido tanto ni que fuese tan sensible por dentro, y se daba cuenta que merecía más amor del que seguramente creería.

El abrazo era fuerte, ninguno podía respirar bien y oían el latido del otro, como era fuerte y lento. Abrazaban el torso del otro, rodeándolo por completo y sintiendo todo su cuerpo. El pelinegro respiraba en el cuello del castaño y el castaño suspiraba en su cabello, el silencio no existía pero parecía dominar la habitación, cómodamente existiendo entre ambos.

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