23 - Dos llamadas en dos días.

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Otro día de clases había comenzado, y aunque el castaño esté lleno de heridas, decidió ir al colegio. Miguel le decía que era mejor que no, que se quede en casa, pero el otro desistía.

Apenas entraron al aula le comenzaron a preguntar un par de personas que qué le había pasado, siendo Fernanda la que se abalanzó sobre él.

– ¡Luis! ¡¿Que mierda te pasó?! ¿Fue hoy? Si fue ayer me tenías que decir, estúpido, ¿Que te-

–Cállate un poco, intensa del culo, después te va a contar.- Fue interrumpida por el pelinegro, que actuaba ciertamente agresivo.

–Dale Fer, tiene razón, vení a sentarte.- Habló Sofia, que se encontraba mirando con cierta posesión sobre la chica.

Los tres se sentaron en sus lugares, mientras que Martin se encontraba viéndolos disimuladamente desde su asiento, con una expresión de molestia y furia.

La clase comenzó, y de vez en cuando la pareja aprovechaba para tomarse las manos, acercarse el uno al otro, hablar o pasarse las respuestas. Tenían suerte de que se sentaban atrás de todo, y que los que se sentaban atrás a los costados simplemente dormían o hablaban entre ellos.

Luego de un buen rato, empezó el receso. Muchos salieron, y otros se quedaron, y un par de todas esas personas eran Luis y Miguel. Hablaron un poco, se abrazaron, pero su momento de comodidad fue interrumpida por la aparición del preceptor.

– ¿Luis Sánchez? Te llama el director.

Ambos sabían lo que vendría, y el pelinegro apretó con fuerza su mano, para luego dejarlo ir. Aún con sus moretones intactos, fue con el preceptor hacia dirección, con cierto miedo y nervios.

–Bueno, tu madre ya me contó un poco de lo que parece haber pasado, pero me gustaría escuchar tu versión también. ¿Que pasó? y ¿En que momento?

El resto de la conversación era de el castaño explicando lo que pasó, cuando, quien más estuvo en medio de lo que ocurrió, pero no el por qué. El director escribió todo lo que se había dicho, lo hizo firmar lo escrito, y pudo volver a su aula cuando sonó el timbre de fin del receso.

– ¿Como te fue?– Preguntó su chico apenas se sentó junto a él.

–Bien... Supongo.

Ambos tomaron sus manos, y vieron como el preceptor llamaba a Martin, haciendo lo mismo que hizo con el más alto. La clase comenzó y continúo con la normalidad de siempre.

...

El largo día terminó para ambos, que ya se encontraban en casa, cómodos y calentando las sobras de la comida de la noche anterior. El castaño abrazaba por detrás a su pareja, aferrándose a él.

–Dios... Todo este tema me estresa, no quiero meterme en problemas.

–No te estás metiendo en problemas, Martín si, vos no hiciste nada.

–... No quiero que nada malo pase.– Se aferró con más fuerza, dejando sin aire al pelinegro.

La comida ya estaba caliente, lista para que la coman. Luis se soltó, y sirvió los fideos con tuco que habían sobrado en dos platos, repartidos entre ellos.

– ¿Cuando crees que le vas a decir a tu mamá?– Comenzó el castaño.

–... No lo sé, todavía no la he vuelto a ver desde que me fui.

–Hace dos semanas...– Suspiró.– Tomate tu tiempo para decirle, de todos modos, no creo que merezca ser tu madre siquiera.

El pelinegro sonrió, y ambos siguieron comiendo y viendo películas que aparecían en la televisión. Su momento de paz duró bastante, por más conversaciones incómodas que haya de por medio, sin respuestas claras.

– ¿Te había dicho que te amo?

– ¿Lo vas a decir diariamente?– Contestó el pelinegro, haciendo una pausa.–... Yo también te amo.

...

La pareja se encontraba nuevamente en el colegio, disfrutando los pocos minutos de receso que tendrían. Hablaban entre ellos junto a Fernanda, que se encontraba animada y con muchos chismes para contar.

– ¿Luis Sánchez? Lo llama el director.– Interrumpió el preceptor, entrando al aula.

– ¡Voy!

–Después me contas, campeón.– Habló la pelirroja.

El chico fue en camino, sabiendo lo que tendría que sufrir en explicar todo otra vez, y debatir con ese chico que no parecía ser muy honesto a esas circunstancias.

–No le digas "campeón".– Comenzó hablando el pelinegro.

– ¿Celoso?

–Cerra el culo, colorada.

...

El castaño entró a la sala, viendo como Martin estaba sentado en uno de las sillas enfrente del escritorio del director. Se sentó en la otra silla, escuchando lo que el director explicaría antes de comenzar su tortura.

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¿Estarás cerca de mí? [Papulince x Panafresco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora