39 - Mañana difícil (Part2)

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Sintió como el prolongado y apasionado beso cesaba, continuando en su cuello con la misma intensidad y hasta podría decir que con más entusiasmo aún. Un gemido se escapó de sus labios, haciendo el ruido más agudo y suave hasta el momento. El pelinegro se encontraba firme, pero no podía negar su exaltación, el placer que lo inundaba por su piel.

El castaño sostenía la cintura del otro, estando él sobre su cuerpo mientras sus labios exploraban con insistencia la piel cálida de su chico, besando y dejando marcas indoloras alrededor, en cada centímetro libre. Su agarre se hizo más fuerte al momento en que sintió como los dientes del contrario se enterraban en el cuello del contrario. Un fuerte gemido salió de su boca, haciendo que su rostro se ponga aún más enrojecido.

El pelinegro detuvo los besos y mordidas con miedo, jadeando sobre su piel con delicadeza; pero siguió al darse cuenta de como su chico lo acercaba otra vez a su piel para que siga con la íntima acción.

– ¿Está bien si continúo..?

Preguntó, llevando su mano hacia por debajo de la camiseta que cubría el pecho del más alto. Luis simplemente asintió con la cabeza, evitando hacer notar el sudor y lo enardecido que se encontraba en ese momento. Sentía como si estuviese a punto de vomitar por la intensidad del momento, pero eso le llegaba a estimular de una manera positiva. Los besos bajaron hasta la clavícula del contrario, siendo menos intensos pero aún igual de encantadores.

La mano que antes subía, ahora bajaba lentamente hacia el vientre de su pareja. Un gemido suave salió de su boca por el sentimiento, provocando que el roce se convierta en un palpar intenso. Sintió como si su corazón estuviese a punto de explotar dentro de su cuerpo y tuviese que vomitar la sangre cuando sintió los dedos del pelinegro esconderse por su pantalón, bajando este lentamente.

Tragó saliva, jadeando entre cada suspiro y cerró los ojos exhausto. Sus párpados caían, y sentía la fuerte necesidad de accionar de alguna manera similar, creyendo que no debía únicamente recibir en ese momento.

–Oye... ¿Quieres que—

–No, tranquilízate, solo quiero que disfrutes y recibas lo que tengo para ofrecerte, por favor...

Las opciones que tenía para evitar que todo termine se evaporaron y se mezclaron en el aire al escuchar sus palabras. Se notaba que estaba igual de eufórico y exaltado por lo que ocurría, se oía en su voz quebrada y temblorosa, pareciendo sumiso ante él, aunque sea genuinamente al revés.

Sentía aun sus labios abrazar el tejido de su cuello, como su mano acariciaba con delicadeza su piel, dominando la situación con una emoción especial. Su mano se había posicionado de la misma manera que lo había hecho consigo mismo, provocando que un suspiro agudo saliese de los labios del castaño.

Ambos estaban igual de ansiosos, respirando con dificultad y sintiendo como el corazón del otro latía con fuerza y una velocidad aumentada. Sus dedos apretaban su ahora erección, mientras la palma rozaba el resto. El más bajo había disminuido de a poco la intensidad de los besos, translado su fuerza hacia su mano.

Luis no pudo evitar hacer sonidos armónicos con el pasar del tiempo, sintiendo como si un cienpiés caminase por debajo de su tejido, pero, de alguna forma, sintiéndose atraído por ese sentir. Con cuidado acercaba más al pelinegro hacia su cuerpo, sintiendo sus labios posicionarse otra vez en su clavícula.

Su pareja no pensaba parar pronto con su acción, moviendo su mano de arriba a abajo lenta y delicadamente, estimulando al otro con el pasar del tiempo. ¿En qué momento terminaron así? Se preguntaba cada uno, el castaño todavía de sentía ciertamente sorprendido por lo que ocurría y tenía miedo de que escale hacía algo más que eso; por más que afortunadamente no sucedería.

Su momento duraba más de lo esperado, se sentían igual de emocionados y no podían evitar nada de lo que ocurriera alrededor. El agarre se iba aflojando de a poco mientras sentía sus manos humedecerse por el tacto. El pelinegro sonreía con satisfacción, sin necesidad de seguir por el mismo, pero si por el castaño.

Los labios de ambos se encontraron otra vez, buscando el aprecio del otro por un momento y encerrando su respirar acalorado en un beso. La mano del pelinegro se soltó, ahora tomando el rostro del castaño con fuerza para acercarlo a él, sintiendo como unas lágrimas caían por sus mejillas rosadas.

–Hey... ¿Estás bien?

Murmuró tembloroso entre los besos, preocupado por su pareja y sintiéndose culpable por algo, aunque realmente no haya hecho nada. El pelinegro no ponía distancia entre el cuerpo de ambos, aferrándose a él con cierta pasión.

–Me siento mejor ahora, me siento bien.

Respondió con la voz quebrada, acomodándose en el cuerpo de su pareja para descansar del intenso sentimiento. Su beso no se detuvo, pero si se convirtió en uno suave y afectuoso, dejando de lado todas las emociones que habían sentido por todo ese momento.

El pelinegro se encontraba dormido en el pecho de su pareja, suspirando con un temblor ligero. Luis seguía sintiéndose nervioso, pero su mente se ordenó otra vez al ver como su chico dormía plácidamente sobre su torso. Cerró los ojos, sin evitar ver la imagen de hace unos diez minutos atrás, pero logrando dormir de la misma manera satisfactoria con él.

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¿Estarás cerca de mí? [Papulince x Panafresco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora