32 - Golpe de realidad.

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Otro día de estar en el colegio había comenzado, y por gran desgracia del pelinegro, su compañero y pareja no había podido asistir.

Me siento malito mi vida, no sé si deba ir...

No podía obligarlo a ir, y tampoco podía quedarse a estar con él. De todos modos, ambos necesitaban estar despegados del otro por lo menos unas horas, para darse un respiro de tanta cursilería.

Miguel pensaba sentarse solo, sin que nadie lo perturbe o distraiga, pero para su mala suerte Abril quería aprovechar su soledad para intentar acercarse a él.

– ¡Miguel! Hola, ¿No vino Luis, no? Entonces puedo..—

–No, no puedes. Prefiero sentarme solo, ¿tus tres neuronas me entienden o te explico con manzanas?– Interrumpió a la castaña, intentando quitársela de encima lo más rápido que pueda.

–Dale... Solo quiero estar con vos, tampoco te voy a molestar mucho, ¿Chi?

La miraba con asco, repulsión. Si no fuese más asqueroso aún podía vomitar en su rostro, pero se contuvo para no tener problemas, ya mucho tenía con que haya dejado de ser bulímico por más de dos años.

La clase continuó lentamente, parecía una eternidad sin sentir los dedos de su pareja entrelazados con los de él, sin escuchar los 'momos' que le contaba por más ridículos que le parezcan, sin verlo sonreír cada que se tomaban sus manos. En cambio, tenía a una niña insufrible que lo fastidiaba continuamente.

–Ay, ¿Cuánto es 4x7? Ya me olvidé.. ¿Miguel? ¡Miguel!– Le repetía, intentando llamar su atención, alargando las palabras.

– ¿Ah? Que se yo, ¿28?

–Ay, dios, que burro, seguro ni.. si era.

La castaña se sentía humillada, por más insignificante que haya sido. Sentía que estaba molestando al pelinegro, cosa que si era, pero de tal modo que no recibiría insultos de él, si no solamente alejarlo de ella mentalmente. Era raro, a ella le agradaba que él se enoje con ella.

La clase había finalizado, y cuando el más bajo notó que Abril iba a quedarse, decidió irse. La castaña, que estaba a punto de hablar, lo jaló de la muñeca para no dejar que se vaya.

–Dale, no te vayas... ¿Con quien te vas a juntar, igual?– Le hablaba con cierta manipulación, sin mucho éxito.

–Estaba pensando buscar a Fernanda, me soporta..

– ¡Yo te soporto más! Dale, hablemos un rato, ¿Tanto me odias?

– ¿Si? ¿Por qué estás tan insistente? Tenés a más gente a la que joder.

La castaña intentaba hablar, mientras que el pelinegro estaba demasiado impaciente para dejarla tomarse su tiempo, pero no podía despegarse de ella por el agarre de la muñeca, que le hacía doler hasta cierto punto.

–... Miguel, ¿No te da vergüenza estar con él? O sea, todos te joden, tenés que sufrir toda tu vida para sentirte bien, ¿Siquiera te gusta?– Intentaba "hacerlo entrar en razón", por menos razón que tenga.

– ¿Por qué me daría vergüenza estar con quien yo amo, y con quien me ama también? Estás siendo ridícula, Abril..

– ¡Miguel, me gustas! Desde primaria, y yo creí que también te gustaba..

– ¿Por qué? ¿Porque te seguía como perrito en quinto? ¿Porque aceptaba toda la comida que me traías cuando estaba muerto de hambre? Dependía emocionalmente de vos, porque eras como una madre o una hermana, no porque me gustaras..

–Creí que.. cambiarías..

–Creiste mal.

El pelinegro apartó su mano, yéndose del salón para encontrarse con Fernanda. La castaña sentía un nudo en su garganta, sintiéndose completamente humillada y estúpida, ¿Por qué siempre fue tan ingenua? Siempre fue así de insistente, pero recién se daba cuenta que fue una simple niña, molesta e inocente, simplemente estúpida.

Su rostro se llenó de lágrimas, llorando desesperadamente por haberse dado cuenta de lo terrible que había sido todo ese tiempo. ¿Por qué tuvo que haberse dado cuenta así? Fue tarde para ella, porque ya había hecho demasiado para verse como una ridícula en frente de muchos.

...

Las clases estaban a punto de terminar, afortunadamente para el pelinegro que se sentía completamente exhausto, pero la energía volvió cuando el timbre de salida sonó. Al igual que todos los demás, se apresuró por salir.

Abril se sentía aún abrumada y con cierta melancolía, caminando lentamente, siendo notada por Sofía.

– ¿Y a vos que te pasa? Siempre andas jode y jode con todo el mundo, ahora pareces un cadáver..

–Siempre fui insoportable, ¿Verdad?– Dijo cubriendo su rostro.

–Bueno, si, pero ¿que hay con eso? Todos dejan de ser estúpidos en algún momento, ahora te tocó a vos.

...

El pelinegro apenas entró a casa, fue a abrazar a su pareja que se encontraba acurrucado en el sofá, viendo una película trucha.

–Ay, mi vida, me extrañaste mucho... y yo también te extrañé tanto mi elfo..– Correspondió el abrazo, dejándolo acostado con él en el sillón.

–Tuve un día de mierda, pero todo se resolvió, solo necesito estar así contigo un rato...

Su abrazo era profundo e intenso, sus cuerpos se juntaban como si fuesen años los que hubiesen pasado separados. La cabeza del pelinegro estaba en el cuello del castaño, sintiendo su calidez.

–Te amo tanto...

Susurró, quedándose dormido junto a él en el sofá, abrazados y con cariño, sintiéndose vivos otra vez.

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[Agradezco mucho a quienes votan mi historia, comentan y leen esta cosa, me alegra mucho leerlos (aunque no los pueda leer a todos por la explosión de mensajes) 😭💞]

¿Estarás cerca de mí? [Papulince x Panafresco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora