Prólogo

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Desde pequeña Dahyun siempre había sentido la necesidad de ser cercana a las mujeres, las admiraba y quería ser su amiga, pero por alguna extraña razón le era sumamente difícil y por consiguiente su circulo social siempre terminaba lleno de hombres, y no es que le molestara, ella amaba a sus amigos, eran especiales, pero el hecho de no poder tener amigas siempre dejaba un inexplicable vacío en el corazón de Dahyun.

Además, la mayoría de sus amigos en algún punto habían sentido alguna clase de atracción por ella y es por eso que la mayoría se lo había comentado, sin embargo, ella simplemente no podía corresponder esos sentimientos, porque a pesar de gustarle a muchachos bastante guapos ella no sentía nada por ellos, cosa que volvía el ambiente incómodo luego de que alguno de sus amigos se le declarara.

Y fue a los 15 que ella supo que no había forma de que un hombre le atrajera, porque por más lindos y perfectos que fueran ella nunca sentía nada.

Al principio tuvo miedo, su religiosa familia le había enseñado que las personas que se sentían atraídas por personas de su mismo sexo acabarían en el infierno, y por supuesto, ella no quería irse al infierno.

Fue por eso que durante dos años había estado ocultando su verdadera orientación y se forzaba a pensar que en algún momento sus ideas cambiarían y podría formar una familia al lado de un buen hombre como sus padres le habían enseñado.

Pero eso solo la hacía sentirse vacía y cobarde.

Cobarde porque no tenía el valor suficiente para confrontar a su familia en busca de su propia felicidad y por el contrario decidía ocultarse.

Aunque era bastante difícil, pues algo que no podía ocultar eran las miradas de admiración que dejaba sobre algunas chicas que llamaban su atención, en especial las pelicortas con cuerpos ejercitados.

Cosa que al principio hizo confundir a su madre, pues la había atrapado muchas veces mirando absortamente el cuerpo de Lalisa, una muchacha tailandesa que vivía en su mismo vecindario.

Otra chica que llegó a llamar la atención de Dahyun fue Wendy, miembro de la iglesia a la que asistían y esto lo notó el día que la joven se bautizó, pues al salir del agua con la ropa mojada sus abdominales eran fáciles de percibir y la mirada de deseo de Dahyun también lo era.

Fue entonces que su madre comenzó a pensar en las posibilidades de que su hija fuese una pecadora con extrañas tendencias sexuales y al principio quiso convencerse a sí misma de que estaba equivocada, pero era inevitable notar la mirada que Dahyun le dedicaba a las muchachas con cuerpos trabajados.

Sin embargo, lejos de confrontarla simplemente pensó en el plan perfecto para resolver todas sus dudas, porque si ella iba a regañarla en un intento por saber la verdad era obvio que Dahyun lo negaría y no conseguiría nada.

Entonces pensó en una chica que probablemente cumplía con los estándares de su hija.

Hirai Momo, la chica de la cafetería que visitaba todas las mañanas, ella estaba en forma, tal como a su hija le gustaban, y además, sabía que la japonesa trabajaba demasiadas horas por la necesidad económica que tenía su familia.

Así que se planteó la idea y al final consideró que sería la oportunidad perfecta para descubrir si a su hija en realidad le gustaban las mujeres.

Entonces lo haría, ella iba a pagarle a Hirai Momo por seducir a su hija y si Dahyun caía le daría más dinero, no había forma de que Momo se negara, ella necesitaba dinero y la madre de Dahyun tenía dudas por resolver.

Conquista a mi hija || DahmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora