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La primera en despertar fue Dahyun, quien quiso moverse un poco para cubrirse del sol que entraba por su ventana, pero los brazos de Momo alrededor de su cintura le impidieron moverse.

Se sentía tan bien que incluso olvidó que el sol le pegaba directo a la cara.

Era perfecto tener a Momo escondida en su pecho y abrazando con fuerza su cintura, tan perfecto que quería despertar así por el resto de su vida.

Pero de repente recordó que la japonesa tenía fiebre la noche pasada y levantó su rostro para tocar su frente.

Todo en orden.

Bueno, casi, porque debido a la rapidez de los movimientos de Dahyun, Momo comenzó a despertar.

Entonces abrió los ojos y se dió cuenta de la posición en la que se encontraba.

No entendía nada hasta que recordó lo que sucedió la noche anterior.

Creyó que estaba alucinando, pero ahora comprobaba que todo fue real.

Entonces quiso salir de ahí.

—Yo... lo siento, no quise, perdón— Momo la soltó enseguida intentando levantarse.

Pero Dahyun la detuvo.

—Está bien, solo descansa— La volvió a acostar.

Y Momo pensó que Dahyun se iría a la sala, pero al parecer no iba a moverse de ahí porque simplemente se acomodó mejor y volvió a cerrar los ojos.

Momo la miró raro.

¿Qué le pasaba a Dahyun? ¿Por qué no se iba? Aunque bueno, en realidad no quería que se fuera, pero creía que Dahyun no la quería cerca, que la odiaba, y le resultaba realmente extraño que la menor siguiera ahí sin golpearle la cara por pasarse de la raya al abrazarla.

Sin embargo, Dahyun le calló los pensamientos cuando la abrazó con uno de sus brazos.

—Gracias por todo lo que haces por mí, lamento que te hayas enfermado por mi culpa— Pidió la menor escondiendo su rostro en el cuello de Momo.

—No estoy enferma, tranquila, solo fue un poco de fiebre— Le restó importancia la mayor mientras acariciaba el cabello de Dahyun.

Por primera vez desde que la trajo, se sintió en completa libertad de tocarla, era un momento emotivo tener a Dahyun de esa manera, se sentía cálido.

Se atrevió a un poco más cuando acarició los dedos de la otra mano de Dahyun, sintiendo el yesito de la menor envolviendo su mano derecha.

La quería mucho, quería que estuvira bien, la amaba y se lo había dicho, pero no sabía si Dahyun estaba dispuesta a confiar de nuevo en ella, y menos después de que literalmente dijo que le costaría volver a hacerlo.

Sin embargo, la entendía.

Había cometido un grave error al traicionarla, y se sentía como una completa idiota por su postura, pero en el fondo sabía que gracias a eso había podido sacar a Dahyun de casa.

—Deja ese trabajo— Dahyun rompió el silencio.

—No puedo, Dahyun— Respondió la mayor sin dejar de acariciar su cabello.

—No quiero que sigas saliendo por las noches— Hizo una pausa pensando en lo que estaba a punto de decir —Te quiero aquí conmigo— Lo dijo sin darse la oportunidad de arrepentirse.

Y Momo sintió que nuevamente todo estaba bien.

Aunque no quería ilusionarse.

—Solo quiero lo mejor para tí— Soltó sin más Momo.

Conquista a mi hija || DahmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora