Conquista a mi hija || Dahmo

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La última semana de clases definitivamente no empezó bien para Dahyun.

Ella seguía sintiendo esa extraña sensación de que algo malo estaba cerca, nunca creyó en supersticiones ni nada de eso, pero ahora casi podía jurar que presentía algo, no quería imaginar de más, pero le daba un poco de temor que su novia y Sana fueran mejores amigas, ella confiaba plenamente en su amiga, sabía que no haría o diría nada que pudiera perjudicarla intentancionalmente, pero, ¿y si se le escapaba? ¿Y si decía algo por accidente? ¿Qué tan malo era todo esto? Solo había sido un pico robado, ¿pero por qué eso la hacía sentir tan mal?

No lo entendía y no podía ignorarlo, pero de todas formas lo intentó y trató normal a su amiga japonesa, tampoco quería volver el ambiente incómodo o recordar esas historias con Sana, habían quedado en el pasado y Dahyun estaba segura de que Sana ya la había superado, es decir, Sana parecía enamorarse cada dos segundos de cualquier falda que pasara por ahí, así que, ¿por qué Dahyun debía creer que ella era diferente? Nada la hacía diferente al resto de chicas que habían llamado la atención de Sana, e intentaba recordarlo cada vez que las ideas intrusivas llegaban a su mente para intentar hacerla sentir mal.

—Buenos días, chicos, ya tengo sus resultados del último examen, ¿les parece si voy llamándolos en orden de lista para la revisión?— La profesora preguntó entrando con una sonrisa al salón.

Todos asintieron de acuerdo y esperaron a ser llamados por la profesora Park, uno por uno.

—Minatozaki Sana— Finalmente llegó el turno de la japonesa —¿Eunha? ¿En serio?— Susurró Jihyo cuando tuvo a Sana en su escritorio.

—¿Cuál es el problema?— Preguntó ella sin entender el alboroto de todos los que se enteraban de que se había metido con ella.

—Pensé que tenía novio— Siguió susurrando la profesora.

—Bien dicho, tenía— Sana le sonrió a punto de dejar su examen junto a los demás revisados.

Pero Jihyo la detuvo, necesitaba hablar con ella.

—¿Por qué haces esto?

—Mira, Jihyo, no te metas tanto en la vida de tus estudiantes, ¿quieres?— Preguntó algo fastidiada con ella, pues aún estaba algo resentida de que la coreana le hubiera restregado a su familia en la cara.

—¡Minatozaki!— Jihyo golpeó la mesa con sus palmas, tal vez Sana le gustaba un poco, pero eso no le daba el derecho de faltarle al respeto —A la dirección, ahora— Ordenó molesta de la actitud arrogante de Sana.

—Genial— Resopló mientras volteaba los ojos.

—Y no me estes volteando los ojos— Sentenció con una dura mirada.

Todo el salón quedó en silencio, al parecer la profesora Park estaba sensible, y cuando la profesora Park estaba sensible era mejor no meterse con ella.

Terminaron la revisión antes de que pasara la primera mitad de la clase, así que tenían un tiempo libre mientras la profesora se llevaba los exámenes a su oficina y subía las calificaciones a la plataforma escolar.

Pero primero debía ir a la dirección.

Y ahí se encontró a Sana, aún molesta con ella por aquel regaño.

—Señorita Minatozaki, levántese y acompáñeme— Pidió la coreana con una voz firme.

Entonces Sana se levantó obediente y siguió a la profesora a su oficina en completo silencio, porque a pesar de tener cierta confianza con ella, ahora se sentía lastimada por aquel regaño en el salón.

Al llegar, Jihyo dejó los exámenes en su escritorio y regresó a la puerta para cerrarla con seguro después de que Sana se adentró.

—Tome asiento, por favor.