Capítulo 10: ¿Una cita?

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Rodé los ojos porque era típico que Jax sacara una frase para ligar en la mayoría de conversaciones que intercambiaba conmigo. Me sorprendió la velocidad con la que la mesera trajo nuestro pedido, no pasaron más de cinco minutos y ya estaba de nuevo frente a nosotros.

Tenía su linda sonrisa y la bandeja en ambas manos. Con suma delicadeza colocó cada plato en el extremo correcto de la mesa, uno para Jax, uno para mí. Sin olvidar las tazas de café que pedimos.

—Muchas gracias —habló el pelinegro, mirándola con una sonrisa que me hizo chocar los dientes.

—A su orden, señor. Que disfruten la comida —Hizo una reverencia antes de marcharse.

—¿No que yo era la mujer más hermosa de tu mundo? Porque veo que le sonreíste de la misma forma que lo haces conmigo —mascullé, arqueando una ceja de manera desafiante para provocarlo.

Tenía que admitir que así como a Jax le gustaba joderme la paciencia, yo también adoraba molestarlo con mis quejas y mi habladera, porque estaba segura que se cansaba de mi actitud, y si no lo hacía significaba que era el amor de mi vida.

Porque mi carácter siempre ha sido fuerte e inquebrantable, no me dejaba rebajar por un hombre, ni por una mujer. Siempre trataba de llevarle la contraria a todo el mundo, a menos que ellos tuvieran la razón lógica. Pero, que un hombre me soportara, era un trabajo duro que debía probar en él.

—¿Estás celosa, princesa? Porque tengo entendido que si te molesta que yo le sonría a otra mujer, significa que sientes algo por mí —inquirió, con una postura firme en la silla.

—No son celos, es mi opinión a tus palabras contradictorias —respondí, haciendo un ademán antes de tomar la servilleta frente a mí.

Agarré el sándwich con la misma para no ensuciar mis manos ya que varios tipos de salsas se estaban desbordando y caían directo en el plato. Y eso que pedí el básico...

—Me siento halagado cuando te interesas en mí, querida —Arrugó la boca con ternura y llevó una mano a su pecho.

—En ningún momento he dicho que me intereses de forma romántica, Jax. ¿Podrías dejar los apodos de novia? Solo somos compañeros de trabajo, ¿no? O bueno, jefe y empleada —resoplé, mordiendo un pedazo de mi desayuno.

Él hizo lo mismo, tomó el tenedor y el cuchillo que se le fue entregado, pero antes de llevar el trozo a su boca, habló:

—Pero podrías aceptar ser más importante para mí y no una simple relación cutre de trabajo, solo que te freseas.

Tuve que terminar de masticar antes de responderle:

—¿Y eso qué significa? No entiendo muy bien tu idioma o cuando intentas ser chistoso.

—Que eres muy selectiva. ¿Piensas seguir en la soltería y jamás casarte? Porque una oportunidad como la que te estoy dando, no te la dará nadie más —Argumentó, bebiendo un sorbo de café.

Fruncí el ceño, seguía con lo mismo de querer casarse. Yo hacía años que no tenía novio o un amante, mi cuerpo estaba lleno de telarañas porque había pasado mucho tiempo desde la última vez que fue tocado. Me centré en mi carrera profesional y como vivía bien, pensé que así sería para siempre... Sin necesitar el tacto de un hombre en mi vida.

Por eso me daba un poco de repelús que Jax fuera tan directo conmigo, que no tuviera pelos en la lengua y me dijera desde el primer día: estoy enamorado de ti. Suena un poco loco si lo pienso mejor.

Increíble.

Irreal.

Tenía que encontrar la verdad detrás de su fachada, porque algo me decía que había un motivo detrás de su repentina propuesta.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora