Capítulo 19: Sentimientos Encontrados

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Desperté.... Ese mismo día por la tarde ya que gracias a la ventana lograban entrar unos rayos de sol opacos y naranjas indicando que estaba atardeciendo.

Mi pregunta era, ¿en qué momento me dormí? Si recordaba estar hablando con Jax en la cama.

Jax.

Terminé de abrir los ojos con dificultad porque los sentía pesados, el sueño me había ganado. Mis párpados se levantaron poco a poco y por más que mi visión era borrosa, sabía que no estaba sola por el contacto de otra persona a mi lado.

Abrazándome.

Terminé de agudizar mi vista, percatándome de que el pelinegro reposaba a mi lado dormido, parecía un angelito en ese estado. Su respiración salía con calma de su nariz, mi cabeza había estado descansando en su hombro derecho, me preguntaba si por mi culpa lo tenía entumecido...

¿Cómo llegamos a esa situación?

Por más que intentaba recordar, nada venía a mi cabeza, a parte estábamos arropados con la sábana. El aire acondicionado estaba encendido y hacía frío, pero el calor que me brindó su cuerpo junto a al mío lo calmó. Verifiqué que tuviéramos ropa puesta, levanté la sábana.

Por suerte estábamos vestidos, significaba que no sucedió nada raro.

Suspiré aliviada.

No dudé en remover a Jax en la cama en cuanto me senté para que despertara. Era increíble cómo el CEO más importante dejó sus responsabilidades para dormir plácidamente con su secretaria. Con las palmas de mis manos moví a Jax, su cuerpo era pesado y no reaccionaba.

¿Tanta era la profundidad de su sueño?

Aproveché que tenía los ojos cerrados y me acerqué un poco a su rostro para contemplarlo, de cualquier ángulo que lo viera, era un ser perfecto. Me percaté que sus pestañas eran alargadas y finas, dignas de pertenecer a una mujer. Su boca estaba levemente abierta, resoplando al ritmo de su respiración. El poco vello facial que le crecía se empezaba a notar como mínimos puntos en todo su mentón, me pareció atractivo.

Casi, casi me ganó el impulso de querer probar esos carnosos labios que se veían húmedos. ¿Por qué? Ni yo misma lo sabía, pero la incógnita que me generaba Jax al no saber mucho sobre él, también me atraía de alguna forma.

—¿Mirándome mientras duermo, Oriana? —habló, tomándome por sorpresa.

Ahogué un grito y me quedé helada, no sin antes echarme hacia atrás y logrando caer sentada de culo en la cama, llevando una mano a mi pecho por lo alterado que se puso.

—¡No me asustes así! —exclamé.

Él bostezó, estirando sus brazos hacia arriba antes de levantarse y quedar encogido de hombros con pereza en su expresión.

—Me parece que me estabas detallando hace un momento. ¿Por qué no admites que te gusto y nos ahorramos las discusiones? Podemos casarnos cuando quieras y lo sabes —explicó, irguiendo la espalda.

—No es verdad, solo intentaba despertarte, pero parecías una roca pegada al suelo —resoplé, negando con la cabeza.

—Recuerda que estaba muy estresado en la mañana, me hacía falta una buena siesta —respondió, volvió a bostezar—. ¿Qué hora es?

—Tú eres el que tiene el reloj —reproché.

Él miró el dispositivo en su muñeca.

—Cinco y media, vaya que sí dormimos —dijo, silbando.

—Ahora no podré dormir en la noche y mañana trabajamos —Me lamenté.

—Puedo darte el día libre si gustas, cariño —Me guiñó un ojo.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora