Capítulo 43: El Miedo

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Estuve tensa, sin poder decir ni una palabra y con la respiración entre cortada, hasta que unas manos familiares me sostuvieron desde atrás. Me sobresalté, pero escuché una voz reconfortante cerca de mi oído.

—¿Qué haces aquí? Si no te vas, llamaré a la policía —habló Zoe, determinada, sosteniendo su celular.

En ese punto me di cuenta que el Richard que estaba viendo era real, no había experimentado ninguna alucinación respecto a él.

—Será mejor que te vayas. Si le llegas a hacer algo te irá muy mal con Jax —avisó Jayce, junto a Zoe.

—¿No ven que soy un pobre vagabundo desamparado? ¿No tienen alguna moneda para mí? —inquirió el rubio, haciéndose la víctima.

Pero lo que decía era una total mentira, era notorio que el hombre no tenía indicios de estar en las calles mendigando porque su suéter estaba más limpio que la cerámica del lugar. Yo no podía hablar, mis cuerdas vocales se desactivaron en cuanto lo vi.

—Mira, Richard, no sé cómo está tu situación económica ahorita, pero lo mejor será que te vayas y dejes de molestar a Oriana —acató Jayce, con la voz profunda y demandante.

En ese momento Pablo llegó a mi otro lado, tanto él como Zoe me sujetaban cada extremo de mis brazos en símbolo de apoyo para que me calmara, pero no funcionaba porque mis ojos seguían fijos en el villano, presa del miedo y de que se me lanzara encima en cualquier momento.

Estaba respirando por la boca para ayudar a mi propio cuerpo a mantener la estabilidad y no desmoronarme en el suelo.

—¿No recuerdan que lo perdí todo? ¿En serio creen que voy a hacer algo estando tan indefenso? —expresó el rubio, extendiendo sus brazos.

Pero la sonrisa maliciosa no se le iba, delatándolo. Tal vez solo decía eso para jugar con nosotros, no lo sabía. A Jayce pareció enojarle esa acción que no dudó en acercarse a la posición de Richard, iba con todas las intenciones de golpearlo.

—Todo estará bien, Jayce va a defendernos ¿Vale? —murmuró Zoe, acariciando un mechón de mi cabello.

—Tranquila, Oriana. Debes calmar tu respiración —sugirió Pablo, tocándome el pecho con su palma para ayudarme.

Pero entonces, me di cuenta que Richard señaló con el dedo a Jayce, dejándolo estático y no entendíamos por qué. El pelinegro se quedó quieto, sin dar otro paso más hacia su cometido.

¿Qué sucedía?

No podíamos ver bien lo que le había hecho porque Jayce nos estaba dando la espalda, dificultaba la visión.

—Ni se te ocurra moverte o te van a volar la cabeza, Jayce. ¿En serio pensaste que me lanzaría en la boca del lobo sin tener protección? —indicó Richard, en tono burlón y sin dejar de señalarlo.

—¿Qué le hiciste? ¡¿Jayce?! —exclamó Zoe, aturdida, acercándose a su esposo.

—Tú tampoco te muevas —Pasó la señal de su dedo hacia la cabeza de Zoe.

En ese momento me percaté de lo que pasaba. Fue más claro. Miré la frente de Zoe, justo en el lugar en donde Richard la estaba apuntando había una marca de un color rojo. Era un pequeño punto redondo, pero significaba que estaba en la mira de algo mucho más peligroso.

—Un francotirador... —susurró Pablo, aumentando el agarre en mi brazo.

Nuestras respiraciones se ahogaron por el temor de saber que Richard solo necesitaba hacer una señal con su mano para que nos dispararan a todos...

Mi tembladera solo empeoró y también pude sentir la de Pablo. Zoe estaba quieta, no se movía para no arriesgarse, Jayce tampoco, aunque el láser no lo estuviera apuntando a él, sabía que cualquier movimiento sería una sentencia de muerte porque esquivar la bala de un francotirador profesional no era un juego.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora