Capítulo 23: ¿Y Esa?

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A pesar de que sus palabras me dejaron un poco desconfiada, sabía que Jax no era capaz de hacerme algo que yo no quisiera. No importaba cuan lascivo y sediento de mí estuviera, él me priorizaba antes que sus propios impulsos, eso ya lo había descubierto con el pasar de los días.

Me quité las prendas que cubrían mi esbelto cuerpo, dejando a la vista mis pechos rebotando cada vez que caminaba gracias a lo apretados y firmes que quedaban con la parte de arriba del bañador. Mis caderas eran iluminadas con la luz del sol al igual que mis depilados muslos.

Jax se deleitó con solo mirarme, sus ojos estaban hipnotizados con cada parte de mi cuerpo justo como lo predije momentos atrás. Evitó abrir su boca para no perder contra mí, de todas formas lo tenía babeando y eso me hizo sentir poderosa, formando una sonrisa llena de orgullo en mis labios.

—¿Vienes? —pregunté, con la mano en la cintura.

—Por supuesto, mi Lady —Hizo una reverencia.

Jax procedió a quitarse la camisa que tenía encima primero. Pude detallar la trabajada musculatura del torso de ese hombre, era lo que más anhelaba ver en él, por alguna razón la que quedó con la boca entre abierta fui yo al ver cada cuadro marcado en su abdomen y sus definidos pechos que brillaban con los rayos del sol.

Sus pezones eran rosados y del tamaño adecuado para lo redondo de sus pectorales. Sus brazos tenían una masa muscular enorme como me la imaginaba a través de las telas del traje que siempre usaba en el trabajo. Jax me dejó embelesada, era un hombre con un físico atractivo, ganas me daban de probarlo, pero dije que no caería así de fácil.

Se dejó el short puesto y se posicionó a mi lado con una curva traviesa en su boca, era claro que se había llevado la victoria y él lo sabía.

—¿Quién dejó boquiabierto a quién? —inquirió.

—No hablemos de eso —bufé y me crucé de brazos, caminando en dirección a la playa.

—Que orgullosa eres —expresó, siguiéndome.

Lo ignoré y llegué a la orilla, dejando que el agua envolviera mis pies con una fuerza salvaje en cuanto la ola chocó con la arena húmeda y se disolvió llena de espuma. Jax me siguió sin rechistar, ambos nos adentramos poco a poco dentro del mar.

Tenía que admitir que el agua estaba helada, lo cual no me sorprendía a pesar de que el sol irradiaba un calor abismal, como si estuviera cada día más cerca de la tierra, pero el mar se mantenía a una temperatura fría por dentro. Hasta que ya introduje todo mi cuerpo y con el pasar de los minutos moviendo mis extremidades, el frío se convirtió en calidez.

—Si tienes frío en algún momento, podría abrazarte, preciosa —comentó, viéndose sensual con el cabello húmedo y pegado a su frente luego de una zambullida.

—¿Vas a seguir con tus apodos, Jax? —cuestioné, entre dientes.

—No veo cuál es el problema, ¿tanto te molesta? Dímelo de frente y dejaré de ponerte apodos lindos dignos de una princesa como tú —argumentó, con una sonrisa lasciva.

Rodé los ojos con diversión porque en medio de esa oración usó otro. No es que me molestaran, sino que sentía que volvían a Jax un tipo de esos que coqueteaban con todas, no me gustaría ver esa versión de él.

—Olvídalo, Jax —resoplé, metiéndome en el agua hasta que solo se vieran mis azulados ojos.

—¿Ves? No tienes argumento válido, en el fondo te encanta que te llame así porque solo lo hago contigo —replicó, de brazos cruzados.

Aproveché que su rostro giró en otra dirección con los ojos cerrados mientras estaba de pie y con aires de grandeza de haber ganado la discusión. En ese momento, moví mis manos para que formaran múltiples salpicadas que lo envolvieran, tomándolo por sorpresa.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora