Epílogo

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*Cuatro años y 9 meses después...*

¡Lilia, no corras tanto que te puedes caer! —exclamó una mujer castaña de ojos azules.

Su hija estaba cumpliendo cuatro añitos y saltaba por doquier, era muy traviesa para su edad. Oriana en es momento pensó que salió igual de curiosa que su padre. Colocó una mano en su cintura, esperando que la pequeña le hiciera caso y dejara de correr por toda la sala.

—¿Adivinen quién le trajo un regalo a alguien? —Rafael, el abuelo de la pequeña, apareció con una caja de regalo en sus manos.

La niña se sorprendió y de inmediato corrió hacia los brazos de su abuelo para abrazarlo, lo adoraba.

—¡Abuelo! —exclamó.

—Papá, creo que la consientes mucho —alegó Oriana, negando con la cabeza.

—Si tú no lo haces, lo haré yo —refutó el señor, cargando a la pequeña en sus brazos—. Uff, cada día pesa más. Además, es su cumpleaños —alentó.

—¿Puedo abrirlo? —rio Lilia, sosteniendo la caja.

—Por supuesto, pequeña.

Lilia destapó el regalo con entusiasmo, se le hizo fácil pues la caja era pequeña y para su sorpresa se encontró con una muñeca barbie, la que siempre había pedido.

—¡Es increíble, me encanta! —No paraba de reír.

Su abuelo la bajó para que disfrutara de su nuevo juguete.

—Iré a mostrársela a papá —añadió la niña.

Su oscuro cabello negro saltaba de un lado a otro mientras trotaba por la casa hasta llegar al patio, en donde Jax Brown se encontraba arreglando el lugar para la fiesta  que tendría su hija, aunque solo invitó a sus seres queridos, los más cercanos.

Sus amigos y familiares.

Pablo y Elías estaban ayudando al hombre con la decoración de los globos. Por desgracia, a Elías lo descendieron de rango en cuanto anunció su situación amorosa, saliendo del closet. Pero eso no le importó porque siguió conservando sus empresas.

—Lilia, tu mamá te ha dicho muchas veces que no corras, te puedes caer —reprochó Pablo, con ambas manos en la cintura.

—¡Miren lo que me regaló mi abuelo! —chilló la pequeña, mostrando con orgullo su nueva muñeca.

—Es tan hermosa como tú, mi niña —habló Jax, su padre. Cargándola en sus brazos para darle un beso en la frente—. ¿No estás emocionada por tu fiesta? Chris viene en camino.

—¡Sí, me gusta jugar con Chris! Es divertido —exclamó Lilia, emocionada.

Chris era un niño que tenía su edad, aunque ella era un mes mayor que él, eso no le impedía que ambos se divirtieran.

Los ojos verdosos de Lilia veían a su padre con un brillo excepcional. Se notaba el buen ambiente familiar con el que estaba siendo criada la niña.

Jax volvió a dejar a su hija en el suelo después de que empezara a decirle que la bajara.

—Voy a buscar el pastel, me acaban de avisar que está listo —avisó Elías.

Desde que se emparejó con Pablo, se volvió un allegado a la familia, sobre todo porque Jax intervino para que no lo degradaran tanto de rango luego de haber anunciado su orientación sexual.

Una mujer rubia con cabello ruloso  apareció, se trataba de Zoe. Venía junto a su hijo y marido. Tenía una amplia sonrisa en el rostro.

—¡Llegó el alma de la fiesta! —chilló, captando la atención de Jax.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora