—¡Obviamente hay que aprovechar este día al máximo! Nunca tendremos otra oportunidad de coincidir el mismo día libre los tres, y tuvimos suerte porque Jax lo consideró necesario —alegó Zoe, en un tono lleno de entusiasmo.
Estábamos en un taxi de camino a una prestigiosa tienda que fabricaba los mejores vestidos de novia en la ciudad, y no solo eso, también hacían para las damas de honor. Serían dos pájaros de un tiro.
No podía creer que ya habían pasado dos semana desde que Jax empezó a planear la boda. El pelinegro tuvo que quedarse en el edificio y posiblemente tendría mucho trabajo al darle el día libre tanto a su recepcionista como a su directora de operaciones, no tenía a nadie encargado de vigilar el personal por lo que tendría que hacerlo él mismo.
Suspiré.
—Ojalá yo pudiera utilizar un vestido ese día, lástima que es mal visto por la sociedad —reprochó Pablo, arrugando la boca.
—Cálmate, algún día podrás casarte con el mismísimo Elías. ¿Cómo va su relación? —cuestionó Zoe, interesada.
—¿Estás loca? Jamás me casaría —aclaró Pablo, haciendo un ademán de nada que ver—. Pero si gustas saber los detalles de mi progreso, Elías tiene un miembro muy grande —añadió, con una mirada pícara.
—Eww, ya olvídalo no necesito saber ese tipo de detalles, cochino —expresó Zoe, quejándose del castaño.
—Oye, Zoe, ¿has pensado en tener hijos? —pregunté, curiosa después de lo que me sucedió.
Tal vez solo era un susto mío y realmente tuve suerte, todavía no lo sabía... Hasta que mi período dijera lo contrario y para eso faltaba una semana y media. Me crucé de brazos mientras que Zoe me miró con los ojos bien abiertos.
—¿Quieres tener hijos con Jax? ¿No crees que vas muy rápido? Yo llevo dos años casada con Jayce y me he estado cuidando, por lo menos me gustaría mantenerme así hasta los treinta. Pero sí, quiero tener más de dos hijos si me es posible —dictaminó, con una sonrisa determinada.
—A mí me gustaría adoptar un niño algún día, cuando consiga una pareja estable —intervino Pablo.
—¿Elías no era estable, pues? —indagué, con el ceño fruncido.
—Algo así, pero si nuestra relación es secreta no puedo llegar a conclusiones apresuradas, en cualquier momento me puede dejar para casarse con una mujer y continuar con su legado —resopló, con desconfianza—. A pesar de que me dice que no le importa el estatus, en el fondo siento que me está mintiendo para no hacerme sentir mal...
Ambas lo miramos con preocupación, ¿dónde había quedado ese Pablo que estaba emocionado por siquiera tener una aventura con Elías? Porque el hombre que estaba sentado en medio de nosotras dos, parecía ser uno que se estaba enamorando de verdad...
Zoe colocó una mano en su hombro en símbolo de apoyo.
—Hey, que te valgan las opiniones ajenas. Si ustedes dos siguen juntos de aquí a un año, deberían dejar el secretismo de lado y mostrarse ante el mundo —lo animó la rubia.
Pablo comprimió una sonrisa forzada, agarrándose su propio brazo con timidez.
—Ya veremos... Supongo que el tiempo lo dirá —suspiró—. Ya olvidemos mis problemas y miren que casi llegamos —señaló al frente.
El taxi se detuvo dejando a la vista una edificación peculiar, color beige y con un gran letrero encima que decía: Hojas de otoño. Tal vez así se llamaba la tienda. En ambos lados habían vitrinas que nos facilitaban la vista hacia el interior, en donde tenían unos maniquíes de mujeres parados como elemento decorativo, encima estos llevaban hermosos vestidos de novia, desde los más cortos y pegados, hasta los más largos y sueltos como si de una princesa se tratase.
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Salvada por el CEO [COMPLETA]
RomanceOriana Jones ha trabajado como secretaria de múltiples CEOS a lo largo de su vida, hasta que consiguió un trabajo fijo en donde permaneció durante cuatro años. Un día la despiden por haber rechazado acostarse con su jefe, este le quita todo lo que p...