Los días habían pasado, había llegado el sábado, todo parecía estar normal entre Jax y yo, solíamos salir a pequeñas citas en restaurantes para conocernos un poco más y mis dudas en cuanto a él se fueron desvaneciendo gracias a sus muestras de afecto.
Por otro lado, Zoe se disculpó conmigo por haberme sembrado una semilla llena de duda con lo que dijo sobre Jax aquél día, pero no la culpaba porque estaba segura que solo quiso ayudarme a resolver su propia incógnita que también la atormentaba a ella, después de todo no quería verme sufrir al integrarme a su mini grupo de chismes.
Nos reuníamos casi todos los días, cuadrando la misma hora de descanso, aunque a Jax a veces le molestaba que saliéramos los tres al mismo tiempo porque teníamos puestos importantes, priorizando a Pablo ya que se encargaba de la recepción.
Suspiré.
Me encontraba en casa ayudando a la señora Teresa a bajar su carrito de limpieza por las escaleras. Tenía el día libre y Jax me comentó que saldría temprano del trabajo porque quería sorprenderme trayendo a una persona de visita, mi pregunta es: ¿de quién se trataba?
Teresa encorvó mucho la espalda y me preocupaba que le pudiera pasar algo, se notaba que le costaba hacer ese tipo de trabajos que involucraban cargar cosas. La pobre estaba aguantando la respiración mientras bajábamos el carrito, sin prisas, un escalón a la vez.
—¿Por qué no le pedimos ayuda a los jardineros? He visto que todos son hombres —comenté, al ver las venas marcadas en la frente de la mujer.
Terminamos de bajar el carrito antes de que me respondiera, pero primero se colocó una mano en la cintura con cansancio y alivio de haber logrado bajar sus cosas de limpieza.
—No te preocupes, querida, todavía me faltan unos años para poder jubilarme. Sigo fuerte y joven —expresó, haciendo un ademán.
—No vaya a ser que le pase algo por andar bajando el carrito sola... —argumenté, arrugando la boca.
—Tranquila, estaré bien. Es que hoy me levanté un poco cansada, es todo —aclaró, sonriente.
—Mmh, voy a fingir que le creo, pero le diré esto a Jax para que encuentre una solución y no le pase nada malo —la amenacé con la mirada.
Me preocupaba que Teresa se terminara cayendo por las escaleras de forma accidental. Ella se había comportado muy bien conmigo y quería a Jax como si fuera su hijo. Era una excelente mujer y me sentiría terrible si le pasara algo por andar esforzándose más de la cuenta.
—Bueno, no puedo estar en contra de sus decisiones ni en las del señorito Jax, confío en que consideras lo mejor para mí —Hizo una reverencia, mostrándose agradecida.
—No tiene que ser formal conmigo. Seré la esposa de Jax y no por eso debe tratarme como si fuera superior, por más que sea la verdad —la miré con las cejas hundidas.
—Me alegra mucho que haya tomado esa decisión. Menos mal que abriste los ojos y viste que Jax es un buen hombre —habló, agarrando la escoba.
—Pues sí, he tardado un poco en darme cuenta. Siempre estaré agradecida con él —confesé, suspirando.
—Bien, si me disculpa estaré limpiando todo el primer piso —informó y caminó un poco lejos.
Decidí regresar a mi habitación porque no tenía mucho que hacer ahí si la mayoría de los quehaceres lo hacían las sirvientas de la casa... Ayudarlas no era una opción porque me decían que Jax les ordenó que no me lo permitieran.
Llegué a mi destino, caminando a pasos rápidos hasta la cama en donde mi celular no paraba de sonar como si se fuera a romper.
Lo cogí.
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Salvada por el CEO [COMPLETA]
RomanceOriana Jones ha trabajado como secretaria de múltiples CEOS a lo largo de su vida, hasta que consiguió un trabajo fijo en donde permaneció durante cuatro años. Un día la despiden por haber rechazado acostarse con su jefe, este le quita todo lo que p...