Capítulo 52: Ambición

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—¿Hola? ¿Zack? —cuestioné, restregando mis ojos.

Me acababa de despertar porque mi celular no paraba de sonar con el tono de llamada. A penas vi la hora y eran las seis de la mañana. ¿Por qué me llamó tan temprano?

—¡Oriana! Lamento haberte despertado, pero me preguntaba si nos podíamos reunir hoy en el café... —expresó, sonaba aturdido.

—Tengo que trabajar hoy, Zack. Además, no quiero volver a ver a mamá, al menos hasta que ordene mis pensamientos —le dije, en un bostezo.

—Por eso no te preocupes, mamá no irá. Solo seré yo ¿Te parece? —infirmó—. Quiero conocerte un poco más... Siempre quise tener algún hermano mayor presente.

—De acuerdo, te dejaré un mensaje cuando esté en mi hora de descanso —resoplé, derrotada—. ¿Tú no tienes que ir al colegio o algo? —indagué.

—Estoy libre hoy —respondió—. ¡Nos vemos más tarde, Oriana! —añadió, con emoción.

Y colgó.

Sin esperar alguna respuesta por mi parte. Esa conversación fue más corta de lo que esperaba. Suspiré y me quité las sábanas de encima, aún con la pesadez en mis ojos que me dificultaba la visión.

—¿Quién es Zack? ¿Me estás engañando? —La voz ronca de Jax me sobresaltó.

Sentí que el corazón casi se me salía del pecho con el susto que me dio. Me giré y permanecía acostado de lado, mirándome con los ojos entre cerrados de manera juzgadora.

Llevé una mano a mi pecho y tranquilicé mi respiración. Había olvidado que pasé la noche anterior con él... Los recuerdos vinieron a mi mente, unos muy vergonzosos en donde le dije papi.

—Cielos, Jax. Me vas a matar de un infarto —repliqué.

—Algo así me decías anoche —alegó, juguetón.

Se lamió el labio inferior mientras me observaba. Mis mejillas empezaron a arder por su culpa. No podía creer que caí tan bajo como para hacer cosas vergonzosas junto a él.

Sacudí mi cabeza.

—Es mi hermanastro, quiere verme hoy... —comenté, cambiando de tema.

—¿Puedo conocerlo? —cuestionó.

—No.

—No seas cruel, seguro se queda impresionado al verme —afirmó, con aires de grandeza.

—Creo que eso sucedería si fueras Spiderman, y no lo eres —reproché, sentándome.

—Soy mejor que Spiderman. ¿O me vas a decir que muevo mal mis dedos? —demandó, con picardía.

—No entiendo qué tienen que ver tus dedos —respondí, frunciendo el ceño.

—Ahora te haces la loca —bufó.

—Hay que alistarnos —Bostecé.

Jax me hizo caso y se levantó de golpe para bajar a desayunar, aunque como era bastante temprano supuse que todavía estaban haciendo el desayuno.

Yo opté por primero ir al baño a hacer mis necesidades y cepillarme los dientes, no me gustaba andar mucho tiempo con la boca sucia.

(...)

—Ni se te ocurra hacer tus chistes de doble sentido —amenacé a Jax, mientras caminábamos a la cafetería.

Me había rogado tanto en acompañarme que tuve que aceptar para que dejara el fastidio. Insistió en conocer a su "medio cuñado". Todavía me parecía irreal.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora