Capítulo 44: Entre Lamentos

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Había pasado un día desde el incidente y yo no quería salir de mi habitación. Jax se enteró de todo lo que sucedió porque había escuchado la conversación mediante mi celular, cosa que lo puso furioso y desesperado en ir a buscarme.

Y eso hizo, aunque llegó tarde, cuando los policías habían cerrado esa calle para que las personas no anduvieran por ahí ya que lo consideraban peligroso mientras Richard seguía suelto. A pesar de que tardaron horas buscándolo dentro del bosque, no encontraron ni el más mínimo rastro, como si se hubiese desvanecido.

Me aferré a la almohada, pensando en todo lo que había pasado el día anterior y lamentándome por haber sido una cobarde que puso en riesgo a mis colegas.

Tocaron la puerta, sacándome de mis pensamientos.

—¿Puedo pasar?

Un Jax preocupado se asomó por la pequeña abertura en cuanto la abrió, sin adentrarse como solía hacerlo normalmente.

Asentí.

Me senté en la cama para poder verlo, me sentía impotente porque sabía lo que me iba a preguntar. Me dio tiempo para que yo descansara y pudiera tranquilizarme, por eso no habíamos podido hablar con tranquilidad para explicarle la situación.

Tenía que omitir a toda costa las llamadas que me había hecho Richard.

Jax se sentó a mi lado.

—Oriana, no descansaré hasta encontrar a ese maldito y hundirlo en la cárcel, te lo juro —habló, apretando su puño sobre sus piernas.

—Yo... Lo siento... Por mi culpa todos estuvieron en peligro —murmuré, evitando el contacto visual.

—No es tu culpa. Lo mejor será que no salgas muy lejos sin los guardaespaldas que te voy a asignar, te acompañarán siempre que quieras tener salidas de amigos con Pablo o Zoe —comentó, pasando su brazo detrás de mi espalda para pegarme a él.

—No puedo creer que por su culpa ya no tenga libertad... —mascullé, frustrada.

—Tranquila... No será así para siempre. Voy a remover el cielo y la tierra hasta encontrarlo y hacerle pagar este daño emocional que te está haciendo ¿De acuerdo? —Sobó mi hombro con delicadeza.

—No lo sé, Jax. Puede que me haga la valiente, pero la realidad es que soy una maldita miedosa —Llevé ambas manos a mi rostro para cubrirlo.

Se formó un nudo en mi garganta que me amenazaba. La decepción hacia mí misma por no tener más fuerza para poder defenderme, me hacía sentir patética e inservible.

—No, Oriana. ¿Qué podías hacer si había un jodido loco en la cima de algún edificio apuntándoles la cabeza? —me animó, abrazándome—. Hasta yo hubiera tenido miedo... ¿O me vas a decir que Jayce se hizo el valiente?

—De hecho no pudo defender a Zoe... Me pregunto cómo se habrá sentido —murmuré, aspirando el olor de su perfume.

Mi cabeza había quedado bajo su cuello, sentados en la cama y rodeada de sus fortachones brazos que me daban paz, me hacían sentir protegida sin importar el peligro por el que estaba pasando.

—Comprendo su sentimiento. ¿Cómo crees que me sentí cuando escuché todo lo que sucedía del otro lado de la línea? —comentó, levantándome el mentón para que lo viera a los ojos—. Fue doloroso, Oriana. No sabía qué hacer para teletransportarme y matar a Richard a golpes, sin importar las consecuencias. Me sentí ansioso, impotente, lleno de una rabia que me hizo golpear la pared y hacerme daño...

Me mostró su mano derecha, la cual estaba llena de un poco de sangre seca en la parte de los nudillos. La tomé con las cejas contraídas y sintiéndome fatal por verlo así.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora