Capítulo 49: Pensamientos

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Un nuevo día había llegado y me encontraba en mi habitación, arreglándome para ir al trabajo. Amaba trabajar para el hombre que sería mi futuro esposo, me consentía mucho y aun así me pagaba, y me daba amor.

¿Qué más se podía pedir para ser feliz?

Pero obvio que la felicidad nunca solía durar para siempre y había una gran piedra en el camino que dificultaba mis salidas para no quedar expuesta ante él. Preferiría  no decir el nombre del susodicho.

Terminé de colocarme el uniforme, mi camisa blanca mangas largas junto a la famosa falda de tubo que afirmaba mis glúteos. Jax también estaba listo y lo ayudé con la corbata, se veía tan sexy en traje que me moría de ganas por desvestirnos ahí mismo, pero íbamos tarde.

—Entonces, ¿quieres que me mude a tu habitación? Pensaba que irías a la mía, pero si así te sientes más cómoda, claro que acepto —comentó.

Le había pedido a Jax que trajera sus cosas a mi habitación y la hiciéramos de nosotros dos. Ya me había acostumbrado al lugar y como tal había ido pocas veces a la suya, la cual quedaba lejos, casi al final del pasillo derecho de la mansión.

—Exacto. ¿Puedes? —Lo miré, rogando con mi mejor cara.

—De acuerdo, lo haré por mi reina —me tomó de la cintura.

Nuestros pechos se juntaron y Jax no desaprovechó el momento en darme un corto beso en los labios, provocando una sonrisa por mi parte. Rodeé su cuello con mis brazos.

—Debemos irnos, Jax, se nos hace tarde y tienes que reunirte hoy con Zoe para empezar los preparativos de la boda ¿No? —recordé, haciendo que mi aliento chocara con su boca.

—Así, es, pero verte tan provocativa hace que me descontrole —me mordió el labio inferior con sutileza—. Pero tienes razón, hoy es un día importante.

Se separó de mí con brusquedad, dejándome anonada y dirigiéndose a la puerta. La abrió para luego voltearse de nuevo hacia mí y agregar:

—¿Vienes?

—C-claro.

Caminé en su dirección para seguirlo. Teníamos prisa así que a penas vimos a Teresa en las escaleras, la saludamos con rapidez para emprender nuestro camino.

Subimos al vehículo de Jax, no tardó en encenderlo y cuando menos me di cuenta ya andábamos fuera de la mansión, por la amplia vía rodeada de árboles antes de llegar a las transitadas calles de la ciudad.

—¿Cuándo nos casaremos? —pregunté, viendo por la ventana.

—Todavía es un secreto para ti, solo Zoe y Pablo lo saben —alegó, divertido.

—Te gusta guardarme secretos ¿No? —indagué, cruzada de brazos.

—A veces es emocionante guardarte secretos que sean una sorpresa para contemplar tus lindas expresiones —comentó, haciéndome sentir cosquillas.

—Tonto... —murmuré.

—¿Es un nuevo insulto? Suena un poco infantil —bromeó, con la mano en el volante.

Rodé los ojos y seguí mirando a través de la ventana para ignorar a Jax y las mariposas que me hacía sentir por sus simples palabras de ligoteo.

No tardamos en llegar al edificio donde trabajábamos y en cuanto estacionó el auto me bajé sin esperarlo, esa escena me trajo recuerdos. Atravesé la puerta corrediza, encontrándome con un Pablo lleno de ojeras en la recepción.

—Hola, Pablo... Veo que no dormiste nada —comenté, me sentí mal por él.

—No me lo vas a creer, Oriana. ¡Elías y yo tuvimos una noche loca! —chilló, por más que se le cerraban los ojos.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora