Capítulo 24: Celos

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—¿Oriana? ¿Estás bien? Tu cara parece un tomate de lo roja que está —preguntó Jax, desde su asiento.

¿Y cómo no iba a estarlo después de ver a esa garrapatosa pegarse tanto a él como si tuvieran una confianza íntima de hace mil años?

Suspiré para calmarme, no tenía que demostrar lo que sentía para no causar ningún problema, por más que me carcomiera un nuevo sentimiento desconocido que no podía controlar muy bien como a otros.

Recuerda, Oriana, no debes mezclar sentimientos con tu trabajo.

—Descuida, solo me confundí con una palabra y se me fue la mano —mentí, tratando de arreglar las teclas que se habían salido.

—¿Ella es Oriana? —cuestionó la rubia, sorprendida—. Increíble. Sabía que la tenías aislada, pero no me imaginaba que en tu propia oficina —añadió, risueña.

—No es buen momento para decir eso —respondió él.

La mujer se levantó y quedó frente a mi escritorio, no pude evitar dejar lo que estaba haciendo para verla directo a los ojos. La sonrisa carismática no se le desaparecía y al tener los brazos detrás de su espalda parecía una niña. Me quedé hipnotizada con su radiante belleza que iluminaba mis ojos como el propio sol.

—Un placer, Oriana —Estiró su mano, acepté sin dudar—. Soy Zoe Hutton, directora de operaciones y la mayor encargada de supervisar el equipo de trabajadores en cada piso del edificio.

Tragué saliva porque su sonrisa me resultaba intimidante sin razón alguna. Lo único que ella hacía era parecer un ángel que yo rechazaba por mi incompetencia.

—E-el placer es mío —titubeé.

¿Por qué se me enredaron las palabras?

Ni idea.

—Esperaré ansiosa el día de la boda, si es posible me gustaría ser la madrina —chilló, dando un pequeño saltito de emoción.

La miré confusa, con el entrecejo contraído, pero recordé que Jax le había dicho a todo el mundo que yo era su prometida, era de esperarse que reaccionara de esa forma al conocerme.

—No lo serás, Zoe. Vuelve a tu trabajo si no quieres que te descuente de tu sueldo por andar de floja —ordenó Jax.

—Ay, Jax. No seas tan cruel conmigo —proclamó, haciendo drama con su voz—. No creas que te librarás de mí así de fácil —Le guiñó el ojo.

Ese gesto me hizo sospechar mucho más que antes sobre un posible romance entre ellos.

—Supervisa a los chicos nuevos durante el curso introductorio, no diré más —zanjó el hombre, sin dejar de escribir.

—Bien, aguafiestas —murmuró, sacándole la lengua sin que él la viera—. Y tú, Oriana, espero volver a verte —Se fijó en mí.

—Eh, claro... —balbuceé.

—Nos vemos, amargado —alegó, antes de marcharse.

Me dispuse a devolver las teclas a su lugar, por más que se despegaran de nuevo. Dios, no sabía que tenía la fuerza suficiente para romper eso.

—¿Me vas a explicar qué te sucede? —interrogó, concentrado en mí.

—¿Por qué dijo que me tienes aislada? —indagué.

—No me cambies de tema, las preguntas las hago yo.

—Vaya, ahora sí actúas como un completo imbécil —Terminé dándole otro golpe al teclado en cuanto noté que no se arreglaba.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora