Capítulo 27: Petición

16.9K 954 18
                                    

Terminé de tomarme el café junto a Zoe y no pensé que me agradaría, hice mal en pensar lo peor de ella sin conocerla a profundidad. Pero es que los celos que me provocaba no ayudaban para nada. Iba de camino a la oficina de Jax, aunque no hizo falta pues el pelinegro se encontraba en la recepción hablando con Pablo, quien también estaba preparando sus cosas para marcharse ya que el edificio trabajaba solo durante el día.

Zoe se despidió de mí y caminó hacia el ascensor, todavía tenía que zanjar unos asuntos antes de irse y verificar que el personal también estuviera listo.

—Ya veo que estás aprendiendo a flojear como Zoe —Jax se cruzó de brazos al verme.

—Faltaban quince minutos para salir y ya habíamos terminado, ¿está mal? —resoplé, con la mano en la cintura.

—Bueno, chicos, yo me retiro y los dejo discutiendo sobre sus temas maritales —intervino Pablo, sosteniendo un bolsito en su hombro.

Primero vino hacia mí y me besó la mejilla en un símbolo de despedida, luego intentó hacer lo mismo con Jax pero fue rechazado, por lo que me aguanté la risa oprimiendo los labios.

—Lo siento, Pablo, pero no me dejo besar por otra persona que no sea mi mujer —aclaró, puso su mano en forma de pared.

—Vaya, resultaste ser extremadamente fiel —bromeó el castaño—. Te ganaste la lotería, Oriana, disfruta a este hombre por mí —añadió en cuanto llegó a la puerta de salida.

Negué con la cabeza divertida mientras miraba a Pablo irse, hasta quedar a solas con Jax en la recepción donde ya no había nadie.

—Deberías tomar su último consejo —replicó.

—Tal vez podría hacerle caso y divertirme un poco esta noche, ¿gustas visitarme en mi habitación a eso de las nueve? —insinué.

Una curva juguetona se formó en mis labios, mi petición dejó a Jax con la boca abierta y sin saber qué responder porque estaba segura que no se esperaba algo así de mí.

Primero llevó una mano a su cabello, echándolo hacia atrás a pesar del gel que tenía encima, luego se dio vuelta, mordiéndose el labio y las uñas con duda. Finalmente, me miró tragando en seco.

—Será un placer hacerle compañía esta noche, mi Lady —Hizo una reverencia como un caballero.

Me reí.

—Perfecto, Jax. Ahora vámonos que tengo hambre —concluí, saliendo del edificio.

Él me siguió y ya yo me había memorizado el lugar en donde siempre aparcaba el auto, no tardé en encontrarlo y esperar que quitara el seguro de la puerta con el botón de su llave. Me subí sintiendo el perfume aromático del interior adentrarse en mis fosas nasales.

Encendió el transporte y emprendimos rumbo a nuestro hogar. Era agradable vivir en la misma casa, así podía verlo seguido, aunque a veces solía ser un poco entrometido en cada cosa que yo hacía.

—Oye, Jax, me gustaría hacerte una pregunta —dije.

—Y aquí vamos de nuevo —resopló—. Eres bien curiosa, siempre tienes preguntas nuevas para mí.

—Hacer preguntas facilita a la nutrición del cerebro, así expandimos nuestro conocimiento —argumenté, apoyándome de la ventana.

—Suenas intelectual si lo dices de esa forma, pero si tus preguntas van hacia mi persona, ¿qué parte de tu cerebro estás nutriendo? —cuestionó, en tono burlón.

—No cuestiones mi forma de aprender, Jax, puede ser diferente a lo que acostumbras —respondí, mordiéndome el labio.

—Bien, ¿qué quieres saber?

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora