Capítulo 37: Invitación

14K 711 6
                                    

Regresé con mi padre luego de la llamada amenazante que me dedicó Richard, no sabía qué carajos planeaba, pero definitivamente no era nada bueno. Pensé que nunca más tendría que volver a lidiar con él, al parecer la única forma era que estuviera tras las rejas.

Caminé con cautela, procurando calmar mi agitada respiración ya que papá me conocía bastante bien como para saber cuando algo me alteraba, sin importar que llevábamos un año sin vernos, desde la última vez que lo visité.

Él podía leerme con facilidad.

Me senté de nuevo en mi lugar, sonriéndole al verlo comer a gusto. Me percaté que dejó el cuenco de la ensalada vacío.

—¿Era Jax? Te iba a decir que me lo saludaras. Lástima que tengo que regresar mañana a mi ciudad —resopló, con pesadez.

Tomó una de las servilletas disponibles y se limpió la boca como todo un señor moderno, tenía que admitir que esa acción me causó un poco de gracia.

—Eh, no. Era una amiga —mentí, comprimiendo mis labios—. Por cierto, ¿te irás en un bus? ¿O Jax se encargará de llevarte así como te buscó? —pregunté, un tanto preocupada por la amenaza de Richard.

Aunque, si no le decía nada a Jax... No le haría nada a mi padre ¿Cierto? Dios, mi cabeza estaba echando humos por no saber cómo llevar ese asunto. Era un tema serio y me costaba tratarlo yo sola, sin ninguna ayuda.

—Tranquila, él mismo me llevará de regreso para asegurarse de que todo esté bien. Es muy cortés conmigo —comentó.

—Vale... De acuerdo —suspiré aliviada.

Mis manos se movieron por instinto encima de mis piernas, tenía un tic mañoso cuando me ponía nerviosa por una situación peligrosa, en donde mis dedos empezaban a temblar. Papá sabía sobre eso, por eso preferí ocultar mis manos bajo la mesa y que no se diera cuenta que algo andaba mal.

—¿Estás bien, hija? Te ves un poco pálida —cuestionó, inclinándose hacia mí.

—Descuida, creo que es el calor —Agité mi mano en forma de abanico.

Pero mi padre entre cerró sus ojos, dudoso por mi respuesta nerviosa. Aun así, decidió no entrometerse más y continuamos nuestro descanso con normalidad. Estuvimos hablando un buen rato sobre las cosas que habíamos logrado y más...

(...)

El día se acabó en un abrir y cerrar de ojos. Estábamos subiéndonos al auto de Jax ya que me pasaría dejando en el edificio y luego llevaría a mi padre a la otra ciudad, cosa que le tardaría unas dos horas. Me encomendó ayudar a Pablo en la recepción en lo que necesitara mientras él no estaba.

Suspiré, me senté en el asiento del copiloto.

—Fue un gusto que me haya invitado, Jax —comentó papá en lo que se encendió el auto.

—Bueno, prepárese para recibir la invitación de la boda dentro de aproximadamente un mes —respondió, con las manos en el volante.

—¿Nos casaremos en un mes? —cuestioné, con los ojos abiertos.

Lo veía muy pronto a decir verdad. No estaba muy preparada para ser esposa, todavía me estaba acostumbrando a vivir con Jax y dormir a veces junto a él. ¿Me pediría un hijo de inmediato? Porque tenía demasiadas emociones encontradas al pensar en formar una familia.

No me sonaba mal, de hecho, tener un hijo con él... Empezaba a darme un cosquilleo en el vientre, era extraño, un sentimiento de emoción. Pero preferiría conocernos un poco más y solventar la situación de Richard, la cual no sabía cómo hacerlo sin decirle nada al pelinegro.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora