Capítulo 50: Persona Del Pasado

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Ella era una mujer pelirroja, su cabello siempre había estado teñido desde que tenía memoria y por lo visto no había cambiado ese aspecto. Sus ojos azules tenían un poco de arrugas no muy visibles gracias a los kilos de maquillaje que usaba para verse joven.

Ella debía de tener unos cuarenta y tantos años... Me tuvo muy joven. Se levantó en cuanto me vio, me sorprendió que todavía me recordara si yo había cambiado muchísimo desde la última vez que nos vimos.

Era una jodida niña cuando pasó.

Mi expresión indiferente no desapareció en cuanto se me acercó, la miré en todo momento con desaprobación y recelo por lo que nos hizo pasar.

¿Ahora se arrepentía?

—Oriana, hija. Cuánto tiempo sin verte ¿No crees? —habló, su voz era cálida.

Intentó llevar su mano a mi mejilla para tocarme, pero se la quité de la manera más sutil posible. La dejé con la boca entre abierta por mi gesto, pero ¿Qué esperaba que hiciera? ¿Que actuara como si nada hubiese pasado?

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, de brazos cruzados.

Mi ceño se mantuvo fruncido porque me parecía un descaro de su parte que se haya aparecido luego de que... ¿Quince años? Ni siquiera recordaba bien cuándo se fue, hice lo posible para olvidar el trágico suceso.

—Oriana... Yo sé que hice mal en abandonarte, pero estuve todos estos años buscándote, hija —comentó, con las cejas hundidas—. Sé que nunca me perdonarás por lo que hice... Pero me gustaría tratar de estar presente en tu vida a partir de ahora. Me enteré que te vas a casar.

Bufé con ironía, de verdad que era increíble lo que me estaba diciendo esa mujer. En cierta parte no le creía y sabía que habían intenciones ocultas para su comportamiento de mosquita muerta.

Sé que era mi madre... Pero ella se preocupaba más por sí misma que por los demás, lo aprendí con el pasar del tiempo.

¿Por qué abandonarías a tu hija? Un ser humano que salió de tu vientre...

No le veía el sentido.

—Disculpa, ¿cómo era que te llamabas? Porque hasta se me olvidó tu nombre —inquirí, tratando de no apretar los labios.

—No tengas rencor en tu corazón, cariño... —murmuró, colocó una mano en mi hombro.

Me estaba conteniendo para no ser tan cruel con ella porque no quería rebajarme a su nivel. Pero mis dientes estaban chocando de la rabia.

¿Qué iba a decirle a mi padre?

Oye papá, mamá se apareció en mi trabajo buscándome.

Al hombre le daría un bajón tremendo de solo imaginarlo. Aunque, en ningún momento mi madre lo mencionó a él.

—Dime, mamá. ¿Formaste otra familia con el hombre con el que te fuiste? —pregunté, directo al grano.

Ella bajó la mirada. Un asentimiento fue suficiente para hacer que mis puños se apretaran al lado de mis caderas. Solté una bocanada de aire para tranquilizarme y no gritarle o Pablo podía sacarme de ahí a patadas por incumplir las normas.

El castaño estaba ocupado atendiendo a unas personas que habían llegado, por lo que no podía ver lo que sucedía conmigo y ayudarme a salir de ese lío.

—Tienes un hermano menor de dieciséis años. ¿No te gustaría conocerlo? Ahorita está en la cafetería de al lado... Vino conmigo porque deseaba conocer a su hermana —expresó, sin mirarme a los ojos y con total arrepentimiento.

Salvada por el CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora