- ¿En serio, Kiki? ¿¡No puedes esperar ni un minuto!? ¿Dónde ha quedado el "quiero ir despacio" y el "no quiero hacer las cosas..."?
Antes de que pudiera terminar la frase, la pelinegra levantó las manos en señal de inocencia y soltó una risa nerviosa.
- Oye aquí la que ha empezado jugando con fuego has sido tú, una no es de piedra.
Violeta rodó los ojos con una mezcla de exasperación y diversión. Suspiró, intentando contener la risa que amenazaba con escaparse ante la situación y sacudió la cabeza con incredulidad. De intentar contenerse para "hacer las cosas bien" a casi dejar que Denna las escuchara metiéndose mano, definitivamente reprimir sus impulsos iba a ser mucho más complicado de lo que creían.
***
El resto de la noche pasó sin ningún otro percance. Ambas terminaron su cena y continuaron charlando por encima del sonido del televisor hasta que el sueño pudo con ellas. Chiara se levantó del sofá bajo la atenta mirada de la andaluza, que bostezaba mientras se estiraba mostrando su cansancio.
- ¿Me dejas un pijama o algo?- se incorporó mientras veía como la figura de la británica se perdía dentro de su habitación.
- ¡Creo que tengo una camiseta larga que te irá bien!- se escuchó como alzó la voz desde la otra estancia.
Violeta siguió la voz hasta llegar al umbral de la puerta de Chiara, donde se apoyó con curiosidad para ver qué hacía la chica. Se quedó en silencio observando como la morena se desvestía de espaldas, ajena a su presencia. No vería nada que no hubiera visto antes, así que no habría ningún problema con que cotilleara un poco... o al menos eso pensaba ella.
A medida que la británica se quitaba la ropa, la pelirroja no pudo evitar notar unas cicatrices en su piel, marcas que no recordaba haber visto antes. Un escalofrío recorrió la espalda de Violeta al reconocer las señales de dolor en el cuerpo de la inglesa, y su corazón se apretó con preocupación.
Aquel descubrimiento la paralizó, pero tan solo unos instantes hasta ver como Chiara se giraba para agarrar una camiseta. Con rapidez, retrocedió silenciosamente, alejándose de la habitación con pasos cuidadosos. Una vez en el salón, se dejó caer en el sofá con un suspiro, sintiendo el peso de las emociones que la invadían. La imagen de las cicatrices en el cuerpo de Chiara la perseguía, trayendo consigo una oleada de preguntas y preocupaciones. ¿Serían realmente lo que ella creía que eran? ¿Cómo y cuádo se las había hecho? Pero sobre todo... ¿por qué? ¿Qué diantres había pasado en ese lapso de tiempo que estuvieron sin hablarse?
Cuando la menorquina volvió con la camiseta entre las manos, Violeta optó por guardar silencio. No creía que fuera el momento de abordar aquella situación, pero definitivamente no era capaz de sacársela de la cabeza.
- Gracias.- La andaluza cogió la prenda de ropa sonriendo y volvió a besar a Chiara, esta vez cerca de la comisura de sus labios. Aunque la inglesa no entendió nada agradeció el gesto devolviéndoselo con otro beso en la frente.
Después de aquel intercambio de cariño, ambas se miraron durante un momento, como si tuvieran mucho más que decir, pero ninguna supiera cómo expresarlo. Finalmente, la menorquina rompió el silencio con una sonrisa nerviosa.
- Bueno, creo que deberíamos ir a dormir ya. ¿Mañana entonces pasas el día conmigo hasta que vayas al festival? - dijo, tratando de desviar la atención.
Violeta asintió aunque su mente seguía llena de preguntas sin responder, algo que la pelinegra percibió pero no quiso darle importancia.
Se levantaron del sofá y se dirigieron juntas hacia el dormitorio, mientras un ambiente frío las rodeaba, de un momento a otro toda la complicidad que habían recuperado parecía haberse desvanecido. Chiara se metió debajo de las sábanas, mientras que Violeta se cambiaba en el baño y acto seguido se acomodaba en el otro extremo, dejando un espacio entre ellas.

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Valium | KIVI
Lãng mạnChiara, una farmacéutica profesional y dispuesta a la que el mundo se le pone patas arriba por una pelirroja sin receta. ⚠️ +18 (incluye contenido explícito y lenguaje soez)