Raro normal

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Cuando finalmente se separaron en busca de aire, sus respiraciones entrecortadas resonaron en la habitación. Sus miradas se encontraron una vez más, esta vez con algo de asombro ante lo inesperado de todo lo que había sucedido en escasos minutos. Tras unos instantes en los que trataban de contener el latido de sus corazones para que volvieran a un ritmo normal, la pelirroja no pudo evitar reír de felicidad.

- I've never forgotten the taste of your kisses.- susurró en la boca de la morena.

- I think I would need to taste them again.

***

Las horas se deslizaron a través del reloj sin dejar rastro en la conciencia de las dos chicas. Sin querer soltarse, se guiaron por la corriente de sus emociones y se movieron por la casa, como si fueran arrastradas por el deseo de sentirse cerca. Del banquillo del piano se dirigieron al suave abrazo del sofá, y finalmente, al lecho de la cama, donde se acurrucaron juntas, buscando el contacto de sus cuerpos que tanto habían anhelado durante su tiempo separadas.

Se perdieron en el brillo de los ojos de la otra, en los susurros que compartían mientras besaban sus cuellos y sus mejillas entrando en un peligroso juego de provocación que estaba a punto de hacerles perder la cordura.

En un instante, la pelinegra se distanció unos milimetros del rostro de su acompañante para analizar brevemente sus facciones. Sonrió con ternura al ver que Violeta permanecía con los ojos cerrados y la boca entreabierta esperando de nuevo la proximidad de la británica.

- ¿Estás bien?

La pelirroja abrió los ojos extrañada y miró con curiosidad a la menorquina a pesar de no poder contener su sonrisa. Era incapaz de comprender qué se le había pasado por la cabeza para formular esa pregunta.

- ¿Perdón? ¿Cómo que si estoy bien?- se rió.

- No sé... esto es un poco raro, ¿no?

- ¿Raro?

- Sí... no raro mal... raro a secas. Raro normal.

La motrileña se incorporó un poco en la cama para clavar su mirada en los ojos verdes de la británica mientras apartaba algunos mechones de pelo de su cara. A cada palabra que escuchaba de Chiara, más confundida se sentía.

- No... ¿no te está gustando...? ¿He hecho algo mal?

- No, no...- Esta vez fue la pelinegra la que se colocó en el colchón de manera que pudiera mirar sin impedimentos el rostro de la andaluza, imitando su postura.- Digo que si hace un par de meses me hubieran dicho que estaría hoy aquí así, disfrutando contigo, no me lo creería.

- Supongo que tenemos una historia algo peculiar.- la granadina suspiró.- ¿Pero a qué viene todo esto ahora?

La morena terminó de incorporarse y cruzó sus piernas para poder jugar con los dedos de sus pies. La fulminante mirada de la pelirroja la estaba poniendo más nerviosa de lo que le hubiera gustado para abordar aquella conversación, pero en su corazón guardarse aquellos pensamientos solo harían más daño.

- Perdona, he sido un poco dura.- Al ver a Chiara hacerse mucho más pequeña, la andaluza se acomodó de nuevo en la cama y relajó su gesto apoyando la mano encima de las de la menorquina.

- Es que cuando vienen tengo que hacerles caso.- levantó uno de sus brazos para señalar su cabeza a lo que la granadina la miró atenta.- No puedo disfrutar de esto si los tengo ahí bailando... odio los pensamientos intrusivos.

- ¿En qué piensas?- la pelirroja apretó la mano de la chica haciéndola entender que estaba allí con ella.

- En todo...- suspiró y bajó su mirada.- No quiero hacer las cosas mal contigo, Vio... y siento que si me dejo llevar ahora pasará como la última vez... Quiero tomarme esto con calma, quiero volver a conocerte, quiero saber de ti, de lo que has hecho estos meses, de cómo te has sentido, de que te apetece hacer aquí... Quiero que si el día de mañana pasa algo malo, jamás tengas una excusa para dudar de lo que pasó entre nosotras.

Valium | KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora