Con las emociones a flor de piel, la andaluza miró a la británica de nuevo y rodeó su cintura con una de sus manos, mientras con la otra empujaba el equipaje dirección a la salida del aeropuerto. Ni siquiera pensó en si ese contacto era o no apropiado, simplemente se dejó llevar por lo que le pedía su cuerpo, y al ver a una Chiara receptiva lo mantuvo hasta que vieron al chico apoyado sobre el capó de su vehículo.
***
Cuando Violeta atravesó el umbral de la puerta del apartamento de Chiara un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Algunas imágenes en su cabeza eran muy difíciles de borrar. Por primera vez, tuvo la oportunidad de observar detenidamente el lugar, puesto que en la anterior ocasión estaba demasiado enfocada en los labios y la piel de su compañera.
El recibidor conducía a un breve pasillo, donde un pequeño mueble con espejo daba la bienvenida, antes de abrirse paso a un amplio salón-cocina dominado por una gran isla que separaba los dos espacios. Se percató del ligero desorden que había: algunas prendas de ropa esparcidas en el sofá, platos y vasos en la encimera; y alguna que otra bolsa de chucherías en la mesa del salón.
- Esto... no tenía pensado que vinieras hoy a casa, perdona el caos...
- No te preocupes, yo también soy un poco caos. Además, me encanta tu piso, es como que tiene personalidad propia.
La pelirroja sonrió, mostrando sus hoyuelos, y se encogió de hombros restándole importancia mientras seguía inspeccionando la habitación. Fue entonces cuando notó el pequeño piano de pared que estaba situado justo al lado del ventanal que daba a la terraza
- Wow, Kiki, ¿tocas el piano? La última vez no me tocaste nada...- reprochó la pelirroja haciendo un puchero con los labios.
- Ah, ¿no? ¿Estás segura de que no te toqué nada?- la voz de la inglesa dejó un rastro de insinuación en el aire.
Violeta sintió cómo el rubor ascendía por sus mejillas al captar el doble sentido de las palabras de la menorquina y le dio un pequeño golpe en el hombro, recibiendo una amplia sonrisa de respuesta.
- Sabes a lo que me refiero, idiota.
- Perdón,- rió.- ¿te apetece que te toque algo?- Hizo una breve pausa para mirar a la granadina esta vez con clara inocencia.- ¡NO! ¡DIGO EN EL PIANO! ¡NO! ¡ESPERA! ¡CON! ¡CON EL PIANO! , ¡PERDÓN!
La pelirroja soltó una fuerte carcajada al ver como la británica había entrado en pánico con sus propias palabras y trataba de huir ágilmente de la conversación caminando en dirección al instrumento. Se sentó en el pequeño taburete y acarició las teclas en busca de alguna sensación que la conectara con el momento presente, necesitaba sacarse aquellos pensamientos de la cabeza porque definitivamente no era el instante más apropiado para ponerse cachonda.
Después de unos momentos de tensión y risas nerviosas, Chiara finalmente se sintió más relajada mientras tocaba suavemente algunos acordes en el piano. La música llenaba el espacio, creando una atmósfera cálida y acogedora que parecía envolverlas a ambas en un mundo aparte. Violeta, tímida pero cautivada por la expresión concentrada en el rostro de la morena, se acercó lentamente apoyándose en un lado del piano y permitiéndose perderse en la melodía que estaba creando la británica.
- Suena muy bien...- susurró aún con los ojos cerrados.
- Es una melodía mía...- Chiara no pudo evitar que la comisura de sus labios se curvara levemente, sabía perfectamente la canción que estaba tocando.
- Nunca me enseñaste nada tuyo... ¿también compones?- la andaluza aunó algo de valor para sentarse al lado de la menorquina en el pequeño taburete.

ESTÁS LEYENDO
Valium | KIVI
DragosteChiara, una farmacéutica profesional y dispuesta a la que el mundo se le pone patas arriba por una pelirroja sin receta. ⚠️ +18 (incluye contenido explícito y lenguaje soez)