- Ya lo sabes, Vio. Siempre estaré aquí para ti -dijo con sinceridad, abrazándola de nuevo con cariño.- ¡Ahora a arreglar este estropicio! Que tenemos que ser las dos divas más divas de todo el Primavera.
La rubia volvió a girarse hacia las planchas confiada en que seguirían igual de templadas e inservibles que siempre, así que no fue cuidadosa y las sostuvo un poco más arriba del mango.
- ¡AHH!- Denna dio un respingo y gritó al notar el calor en sus dedos, haciendo que soltara rápidamente el aparato.- ¡PUTAS PLANCHAS!
Violeta no pudo contener la risa ante la reacción de su amiga, aunque se apresuró a acudir en su ayuda mientras ambas compartían una mirada cómplice que susurraba un tierno "Gracias".
***
Chiara había vuelto a su apartamento tras dejar a Violeta con Alex y Denna. Decidió ponerse algo más cómoda y al cambiarse observó con recelo su reflejo en el espejo de su habitación. Creía que ya había sanado esas marcas, pero definitivamente seguían ahí. Claramente visibles, pero sobre todo, infinitamente dolorosas. Eran un claro recordatorio de todo lo que había sufrido aquel invierno. De aquellas punzadas en el pecho. De las noches sin dormir. De los temblores. De la falta de aire. De todo dando vueltas... ¿por qué todo le estaba dando vueltas?
Al ser consciente de su propio cuerpo, perdió el equilibro y se dejó caer sobre la cama con todas aquellas sensaciones en el cuerpo. Estaba volviendo a pasar. Un ataque de pánico.
Se aferró a las sábanas con fuerza, tratando de controlar aquel torbellino de emociones que la invadía. Su respiración se volvía cada vez más superficial y agitada en contra de su voluntad, como si el aire se le escapara de los pulmones demasiado rápido. Notó como la angustia se apoderó de ella con rapidez, haciéndola sentir que iba a perder el control en cualquier momento, incluso que lo más probable era que no pudiera contarlo esta vez.
Cerró los ojos con fuerza tratando de silenciar los miles de pensamientos que se agolpaban en su cabeza pero solo consiguió que las imágenes de aquella oscura época se avivaran en su interior. Su corazón martilleaba desbocado en su pecho, como si estuviera tratando de escapar de una jaula invisible e inúltimente llevó una de sus manos para aliviar el dolor que sentía en la zona. No podía dejar que aquello fuera a más.
Intentó recordar las técnicas de respiración que había encontrado por internet, pero toda la claridad de los últimos meses parecía desvanecerse en medio del caos. Sus músculos se tensaron, como si estuvieran al borde de la parálisis, y una sensación de opresión la envolvió, como si un peso invisible estuviera aplastándola contra la cama. Ya había superado el punto de no retorno. Necesitaba ayuda. No podría salir de allí sola.
Trató de incorporarse sintiéndo una vez más cómo su cuerpo gritaba, haciendo que todo a su alrededor se moviera erráticamente. Torpemente alcanzó su teléfono aún con las manos temblorosas y marcó el número de Ruslana intuyendo las teclas ya que las lágrimas que habían empezado a brotar de su rostro le nublaban la vista.
Después de varios tonos, Ruslana finalmente contestó.
- ¿Kiki?
- ¡Rus...! ¡Rus! ¡No... no puedo respirar! ¡Me estoy ahogando!
La menorquina luchaba por controlar su respiración entrecortada, pero cada inhalación se sentía como si fuera la última que pudiera tomar. Las palabras apenas salían de su boca, ahogadas en un miedo que no se despegaba de ella.
- Vale, tranquila, estoy de camino, Kiki. Respira conmigo. Inhala profundo y exhala lentamente. Llego en unos minutos, ¿vale?
Chiara sollozaba al otro lado de la línea, luchando por seguir las instrucciones de Ruslana entre sus hipidos angustiados.

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Valium | KIVI
RomanceChiara, una farmacéutica profesional y dispuesta a la que el mundo se le pone patas arriba por una pelirroja sin receta. ⚠️ +18 (incluye contenido explícito y lenguaje soez)