Peacemaker | Chestappen

9

Habían pasado varios días desde que Charles y Sergio habían compartido un momento en compañía de aquellos niños. Esa noche el profesor regresó a casa preocupado porque Wolfgang se veía más débil de lo normal y comenzaba a perder cabello, pero su trabajo solo era hacer que se sintieran mejor siquiera un momento y escucharlos si hacía falta.

Actualmente, Charles incluso había conocido un poco más a Oscar por meras coincidencias, en cuanto el rubio se dió cuenta de que su profesor llevaba a su hijo a la misma escuela que su hermano, su gusto por ir a dejar al menor incrementó. Ahora coincidían casi todas las mañanas e inevitablemente terminaban hablando, en ocasiones Sergio llevaba a Charles a la universidad y su cercanía empezaba a notarse con los demás, no habían tratos especiales en clase, pero el hecho de que el problemático Leclerc y el profesor Pérez llegaran juntos, debía significar algo.

—Así que... ¿Ya lo hicieron o todavía no?— Lando vió cómo su amigo casi se ahoga con el sándwich que comía.

—¿Qué diablos, amigo? Dios, no. Nada de eso.— El rubio se limpió la boca retomando el aire.

—Pues hace unas semanas estabas hablando de su culo y ahora parece que ya es tuyo.— Lewis respondió —Nadie se te escapa, Char.

—No, no. Dejen de decir eso.— Con cierta urgencia, Charles se defendía aún cuando tenía que aclararse la garganta de repente —El profesor Sergio y yo solo coincidimos. Oscar va a la misma escuela que mi hermano, y él, bueno... Solo está siendo amable.

Lewis y Lando se miraron y levantaron ambas cejas.

—Dicen que fuiste con él al hospital hace un tiempo ¿A qué te llevó?

—Repito que no entiendo cómo siempre sabes tanto, das miedo.— Charles suspiró y simplemente respondió, tal vez debía ser honesto incluso si pensaba que sus amigos realmente no entenderían —Ese día llegué temprano para pedirle que hiciéramos un trato sobre mi exámen, él se negó. Si hubiese querido algo de mí, lo habría tomado, pero no lo hizo.

—Y entonces te enamoraste de él porque es el único que no te ve como un objeto.— Interrumpió Lewis, continuaba comiendo.

—No, escúchame— Siguió —Esa noche fui al hospital porque, y no digan que yo les dije, el profe atiende a unos niños con cáncer de 6 a 8. Los ayuda a no estar tan tristes y yo fui con él.— No sabía si seguir hablando porque tampoco sabía si sus amigos le darían la misma seriedad —Él dijo que...

—Que siempre sí le gustas y tiene un fetiche con hacerlo en un hospital.— De nuevo interrumpido, esta vez por Lando.

—No, por Dios. Deja de decir cosas enfermas cuando estoy hablando.

—Es culpa tuya por hablar tan lento. Solo dilo, amigo.

—El profesor me dijo que soy mediocre. Dijo muchas cosas, pero en resumen es eso, que no tengo nada como para estar en el penúltimo año de carrera, pero que ve potencial en mí ¿Se dan cuenta? Él dijo que ve potencial.— El joven miraba a sus amigos quienes parecían no tener reacción alguna ante el relato —No sé por qué les cuento estas cosas.

—Pues tiene razón— Lewis sabía que durante mucho tiempo habían querido decirle eso mismo a su amigo, pero simplemente no encontraban la manera. Se cruzó de brazos. —Eres un idiota pero no eres tonto, todavía puedes aprender todo lo que no sabes de los periodos pasados.— El moreno se inclinó hacia Charles y tomó sus manos entre las propias —Yo puedo ayudarte si estás dispuesto a estudiar, pero tienes que hacerlo en serio, aún estás a tiempo, Char.

—Diablos, siento como si mi hijo me dijera que se va a casar. Mi bebé se va a casar con el conocimiento.— Lando imitaba un llanto al hablar.

—Imbécil.

...

Max estaba firmando algunas órdenes de análisis que se le habían confiado gracias a su reciente desempeño y justo coincidió con Daniel, quien iba a solicitar algunas cosas en recepción.

—Señor doctor cardiólogo Verstappen— Puso una mano en el hombro del rubio y su sonrisa característica se asomaba a su lado mientras pasaba de sus espaldas a la derecha —¿Sabías que en el hospital te dicen Súper Max? Nadie hace más guardias que tú, encima todas efectivas.— Pidió un formulario de solicitud a la enfermedad ahí.

—¿Qué sabes del psicólogo que visita a los pacientes de oncología de tu área? De 6 a 7.— Max no despegó la mirada de los documentos que estaba por firmar.

—¿Visitante?— Se lo pensó un poco pero después continuó —¡Ah! ¿Sergio? Sí, es muy amable. Está haciendo su servicio porque todavía va a titularse.

—Sergio— Repitió el rubio como si fuese algo obvio. Claro, Checo = Sergio.

—¿Por qué? ¿Cómo lo conoces?— Daniel agradeció la copia que acaba de llegar a sus manos.

—Eso es irrelevante, dime qué sabes.

—Tu siempre dices que las cosas son irrelevantes y terminan siendo historias interesantes, como la vez que fuiste con esa profesora y— Pero se vió interrumpido por la mirada de Max, el pelinegro se aclaró la garganta y siguió. —Bueno, se llama Sergio Pérez, es egresado de psicología pero no pudo titularse con su generación, a los 20 años tuvo un hijo y apenas pudo terminar la carrera, por falta de dinero y muchas cosas que pasaron al mismo tiempo tuvo que poner todo en pausa y ahora que las cosas parecen ir mejor, las retomó.— Daniel escribía.

—¿Qué tipo de cosas?— Para ese momento Max ya había terminado de firmar lo pertinente, pero todavía mantenía la tablilla con él mientras miraba a Daniel con clara intriga.

—Ah, no. Detente ahí. Somos amigos pero hay reglas que no me permiten hablarte de eso, aparte son historias personales, si él no te las cuenta sus razones tendrá, a mí no me interesa meterme en eso.— Max le dió otra mirada —No, Súper Max, esta vez no.

El rubio iba a decir algo pero su nombre empezó a sonar por los altavoces y tuvo que irse de inmediato.

Daniel se quedó leyendo y con muchas dudas.
Max no era de los que se interesaba en el personal, mucho menos en el personal ambulante y un visitante como Sergio debía ser prácticamente invisible para él.

Algo había pasado, porque las "irrelevancias" de Max nunca lo eran realmente.