Sergio llevaba un rato jugando con los niños, cualquiera pensaría que Max pudo haberse ido desde hacía tiempo, los dos lo pensaban, pero los pequeños se negaban con sus vocecitas tristes cada vez que el médico tenía la intención de retirarse, así que terminó por sentarse en una esquina mientras aprovechaba para leer un poco de cada historial de cada uno. Eventualmente los miraba para identificarlos.
Cual escena de película, los niños estaban haciendo un trenecito detras de Checo, cantaban una cancioncita sobre una víbora o algo así.
El primero de ellos, el más pequeño, su nombre era Jesús, claramente de ascendencia latina, tenía leucemia. Si bien era un padecimiento común, nunca restaba el dolor en los diagnósticos tanto para él como para la familia.
El segundo, John. Estadounidense de "sangre pura", la negligencia de sus padres le provocó una desbalance en su metabolismo que terminó en cáncer de páncreas, incluso siendo un niño.
La tercera, una niña de nombre Verónica, que lucía más pequeña de lo que era. Tenía cáncer estomacal por una deficiencia genética, ha estado enferma desde su nacimiento.
Otro más, Wolfgang. Su papá era alemán de los viejos, así que la radiactividad le alcanzó en el útero de su mamá, por lo mismo el cáncer de pulmón se presentó más temprano que tarde en él.
Y de todos, ninguno pasaba los 10 años.
—De acuerdo, correcto.— Entre risas, Sergio llamó la atención de los niños para tranquilizarlos, ya casi terminaba el horario de su visita —Es casi las 8— Y una bulla triste le precedió al anuncio, aquello obligó a Sergio a sentirse triste igualmente —Yo tampoco quiero irme— Acarició el cabello de uno de los niños que se pegó a él —Pero volveré mañana, se los prometo.
—Checo, Checo ¿Hoy también vamos a leer el cuento?
—¿Trajiste tu cuaderno? Ayer nos quedamos en el capítulo donde la princesa se peleó con el dragón.— Sergio rió, las risas nunca terminaban en ese espacio, y se movió para encontrar su mochila cerca del espacio desde el que Max observaba.
—Casi olvido que está aquí, doctor...—
—Verstappen.
—Ah.— El moreno rebuscaba entre sus cosas inclinado hacia el suelo y por fin encontró el cuadernillo. Se veía viejo pero bien cuidado.
No dijo nada más, ni siquiera porque sabía y sentía la mirada del médico aquel sobre él, simplemente regresó con los niños.—Checo— Verónica le llamó con timidez y le decía algo en el oído mientras observaba con cierta confidencialidad a Max.
Dicho supuso que algo no estaba bien cuando vio a Checo suspirar y retomar una sonrisita después y sentir hacia la niña.—Muy bien. Ahora es momento de que todos nos sentemos en el suelo, traigan sus mantas y sus peluches porque en el capítulo de hoy vamos a descubrir qué pasará con la princesa y el dragón.— Hizo un gesto de misterio moviendo los dedos y después encontró la mirada de Verónica, que ya estaba lista y emocionada. No podía negarle nada a esos niños.
—El capítulo de hoy es mucho más especial— Dijo echándose hacia atrás y llegando hasta el doctor Verstappen. Buscó tocarle con una seña.
Max no entendió de inmediato así que solo miró la mano perdida del más bajo y después hacia él —Porque hoy lo leerá el doctor Max— En ese momento Sergio volteó y sus miradas coincidieron. El rubio se veía claramente desconcertado pero Sergio simplemente asintió a modo de petición y tomó su mano con cuidado para hacer que se pusiera de pie y guiarlo hacia el círculo de niños que emocionados, empezaba a formarse en el suelo.—El doctor Max nos leerá el cuento hoy, es la mejor noche de mi vida.— John habló y esa declaración fue confirmada por los demás.
Max no dijo nada, no se negó ni mucho menos, simplemente siguió a Sergio y en un instante estaba sentado en un punto del círculo, el pelinegro le entregó el cuaderno de antes y se puso en cuclillas a su lado para explicarle algo en voz baja.
—Este cuento les gusta mucho, ayer nos quedamos en este párrafo, hoy seguiremos de aquí— Señaló una línea —Hasta aquí— Volteó la página para señalar otro punto. —Por lo que más quiera, no lo haga aburrido. Ellos de verdad están emocionados por su participación.— Y le sonrió con calma para después retirarse junto a los niños, justo frente a una de las camas y justo frente a Max.
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Peacemaker | Chestappen
CasualeNo es sabio tener por seguro las cosas. A veces la vida nos enseña esa lección de maneras interesantes. - Finalizada. (Si se requieren adaptaciones, por favor hablar con el autor primero.)